2.

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Capitulo dos.


Ellen


Había momentos en que una madre se sobre exigía, otros en los cuales se sobrecargaba. Lo cierto es que, de ambas opciones, siempre terminaba en la misma situación, totalmente frustrada. Mucha gente diría que yo misma elegí la situación donde estoy, por lo tanto, debía aguantarme todas las consecuencias. Y está bien, es un punto de vista entendible. Pero esa gente no tenía tres hijos con los cuales lidiar, y aunque ame a mis pequeños, eso no quiere decir que cada momento con ellos sea un camino de rosas.


No todos podían entender que la tarea de madre no era sencilla, y que uno no se quejaba, pero había momentos en que todo sobrepasa todo terminaba ahogándome.


Siento los ojos de los tres diablillos mientras me tapo mi rostro, era un poco asfixiante estar así, pero no renegaba de cada maldito momento, sino de como yo no podía ser suficiente.


Lo cierto es que trabajar desde casa suponía una gran ayuda para mí y, además, amaba mi trabajo. Puesto que también era una ventaja para así poder estar con mis hijos, verlos crecer y no los dejaba con desconocidos.


Cuando fue su momento, lo último en lo que me había interesado eran en niños cambiantes, mi conocimiento del tema era casi nulo, y tener tres hijos así, era agobiante en algunos momentos. Nunca sabia como reaccionarían, como se comportarían y si algún día me despertaría con ellos, en otra forma.


Me asustaba compartir a mis hijos, no iba a negar eso, me asustaba que tuvieran mucho contacto con personas que, si descubrían lo que eran, los mirarían con unos ojos muy diferentes. Aun a su corta edad, los trillizos no tenían problemas de sociabilizar con pequeños "humanos", algo que desde que nacieron me había carcomido. Sin embargo, tampoco es que los dejara estar a solas con desconocidos, no podía permitirme tener un error.


Ally solía decir que era demasiado asfixiante con ellos, pero ella no entendía la magnitud de todo lo que los trillizos significaban para el mundo humano, para los ojos de personas comunes.


Debía enorgullecerme que mis pequeños fueran tan inteligentes, y unidos, pero eso de sus "habilidades" especiales me asustaba, nunca sabría hasta qué punto podrían llegar.


Al tiempo de tenerlos, empecé a conocer personas, mas específicamente hombres. No podía arrepentirme de eso, ante todo era mujer y amaba a mis hijos, pero, aun así, hubo un tiempo en el que pensé que necesitaba a alguien más, que me apoyase y este conmigo en estas situaciones. Ese pensamiento no duro mucho, al igual que las relaciones que tuve en los últimos cuatro años, repito, era egoísta a la hora de que mis hijos conocieran a ciertas personas.


Y aunque muchos de ellos eran opciones decentes, ninguna era Dante. Había momentos en que verdaderamente odiaba el hecho de que nos hubiéramos conocidos y unido de tal forma, pero no podía hacerlo siempre, porque a pesar de todo, de nuestra unión nacieron los trillizos.


Suspiro audiblemente antes de levantar mi vista y sacar mis manos de la cara, el rostro de Maite aún estaba rojo de tanto llorar y aunque intentaba calmarse, podía ver pequeños espasmos en su pecho. Daniel miraba acusadoramente las tijeras que seguramente había sacado del cuarto de Ally como si ellas fueran las culpables de que él tenga un gran mechón del cabello de Maite en sus manos. Mientras tanto Gabriel mira de mi al gran florero que adornaba la pequeña mesa del salón, que ahora no es más que miles de trozos de vidrios desparramados por el piso.

My Wolf BabiesWhere stories live. Discover now