38.

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Capítulo treinta y ocho.



Ellen



Respiro hondo mientras estiro mis extremidades, debo abrir mis ojos y repasar todo lo que veo unas tres veces antes de incorporarme, la suave manta que me cubre cae al sofá mientras me siento en él. Sarah me sonríe dulcemente dejando de lado el pequeño tejido que elabora mientras me ve. El anaranjado que entra por las ventanas me hace saber que la noche pronto caerá y que me he quedado dormida en este lugar. Repaso la habitación completamente vacía mientras intento despejar mi mente del sueño que sigue latente en ella, no creía que había pasado mucho tiempo.



—Buenas tarde, Sarah—Saludo y siento mi voz rasposa, intento sonreírle mientras me devuelve el saludo. — ¿Haniel está abajo? —Es mi primera pregunta y me avergüenza un poco no tener mis modales en su lugar como para establecer una conversación cordial con la buena mujer.



—¿Haniel? —Repite y mira el tejido en sus manos—. Bueno, él tenía que salir, así que me pidió que me quedara cuidándote, parecías cansada y espero que hayas podido disfrutar tu pequeña siesta.



—Gracias por hacerlo. No era necesario, pero gracias—Asiente—. Creo que ya se me está haciendo tarde, debería volver a la manada—Murmuró más para mí que para ella, aunque me escucha—. Quiero despedirme de él, ¿Sabes en donde lo puedo encontrar?



—Bueno, considerando el tiempo que paso desde que se fue, creo que podrías encontrártelo—La miró sin entender—. Si, podrías hacerlo, no creo que se quede mucho tiempo, aunque seguramente en lo que llegas, lo ves.



—¿Dónde está?



—Tenía un asunto que tratar con Dante Lacroix, me extrañó que no te esperará, pero supongo que te vio muy cansada y no quiso molestarte.



* * *



No puedo evitar retorcer mis manos mientras el coche se mueve dentro de la manada para llevarme directamente a la casa principal, había tenido un breve ataque de ansiedad mientras buscaba quien pudiera traerme lo más rápido posible, debería disculparme con Sarah por mi comportamiento, pero nada de lo que estaba pasando me daba buenas expectativas.



Admito que capaz las distracciones de mis nervios no me dejaron darme cuenta de la situación que estaba atravenzando, pero apenas el coche paro en frente de la gran casa quise que la tierra se abriera y me tragara. Todos los habitantes de ellas y seguramente muchos que estuvieran viviendo cerca estaban fuera de la casa, parados mirándola en silencio.



Hubiera esperado y deseado que siguieran haciéndolo mientras bajaba del coche, pero en cambio solo me dedicaron otra silenciosa mirada mientras me acercaba a la casa. Una parte de mi estaba entre sorprendida y nerviosa mientras me dejaban pasar entre ellos para acercarme a la entrada. Estaba más que dispuesta a entrar al lugar cuando una mano me retuvo por mi brazo. Me sorprende ver a Elena devolviéndome la mirada.

My Wolf BabiesWhere stories live. Discover now