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Capítulo cincuenta y ocho.



Ellen



El silencio en el gran salón de las hembras de la manada era algo que esperaba nunca volver a presenciar en lo que me resta de vida. Este era nuestro lugar libre y alegre, el lugar donde reíamos, comíamos y charlabamos. Nuestro lugar seguro donde esta noche esperariamos las noticias de ellos, la noticia de una pronta victoria y nuestro permiso para poder avanzar en dirección del sur e ir para ayudar a todos los heridos, rehenes y posibles aliados. 



Mi corazón tiembla ante la sonrisa de Tomas, el segundo hijo de Penny, sus suaves manos se entretienen recorriendome una y otra vez, las mujeres cercanas que ven la imagen le dan una suave sonrisa, llenándose como yo de preocupación. No quería poner el peso de una vida sobre otras, todos sabían que estaba conectada a muchísimas personas que estaban allí.



Pero Penny, la pequeña y exuberante mujer, debía volver a casa, sana y salva, debía volver con todos estos pequeños que esta noche estaban siendo acogidos en la gran casa al igual que muchos otros, a la espera del regreso de su madre. 



Estaba cansada, estaba harta de todo esto, de todo el lío que se había formado en tan pocos días, el dolor físico aún seguía siendo un latido constante al lado de mis respiraciones, pero no me detenía a pensar en eso, no me detenía a ver todos esos lados y resultados que había obtenido al final del dia.




Solo quería que esto terminara, quería solo despertar y ver a Haniel contra mi cuerpo, bajar a la cocina y reír con las demás, trabajar codo a codo con ellas antes de prepararme y recibir a mis hijos, solo necesitaba esa cotidianidad que había amado y estaba latente en mi corazón. Había encontrado mi lugar, mi hogar feliz y hoy aquí, viendo todo lo que había pasado, solo podía pensar en todo lo que daría por volver a tenerlo. En todo lo que daré para recuperarlo. Porque no me importaba más que eso, no pensaría en nada más que eso, recuperaría mi hogar, a mi gente y volvería a reír. 




Volvería a seguir. 




—¿Cómo estás cariño? —Sarah se deja caer a mi lado y no puedo evitar darle una suave sonrisa, la mujer había sido un gran apoyo y sustento, no solo para mí, sino para todas aquí. 




—Cansada—me expreso y sé que muchas están igual que yo.




—Pronto acabará todo esto—y sus palabras son para todas—. Pronto regresaran a casa con toda nuestra gente, pronto dejaremos descansar con nuestra diosa a quienes han cumplido su deber en este mundo. Pronto volveremos a ser una familia.

My Wolf BabiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora