59.

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Capítulo cincuenta y nueve.



Ellen




Dejo de ver el agua caer cuando la calidez empieza a tocar mi piel, ni siquiera debo girarme a ver para saber que quien está aquí conmigo, quien me toca y me vigila, es Haniel. Apenas creo registrar como cada tramo de mi piel es descubierto, mientras mi ropa cae a mis pies, quien hace todo es delicado, lento y silencioso. 



Intento ignorar como mi ropa se siente áspera y dura mientras cae rozándome, intento ignorar que eso se debe a toda la sangre seca que se ha adherido a la tela, quiero ignorar con todas mis fuerzas toda la sangre que aún está pegada y seca en mi piel.



Como una niña, soy empujada a la ducha, como quien no sabe hacer cosas, los brazos de Haniel me hacen quedar debajo de la regadera. Creo que aun cuando estoy viéndolo, ni siquiera registró su expresión, o como sus manos bajan por cada centímetro de mi piel, intentando borrar lo que a nuestros pies tiñe todo rojo. 



Por momentos mientras mis ojos bajan y siguen el desagüe del agua teñida de ese color, soy consciente de cómo suaves dedos se encargan de lavar mi cabello, hebra por hebra es separada y acariciada. Tramo por tramo, mi piel es cubierta de jabón, caricias y agua. 



Necesitaba tanto esto, necesitaba tener ese contacto aun cuando no hubiera pensado en pedirlo. Pero Haniel si lo entendía, si entendía que aunque no dijera palabra, aunque no hiciera movimiento, apreciaba esto, apreciaba que en su dolor, este aqui. 



—¿Quieres salir? —apenas parpadeó ante su pregunta, solo su voz me saca de todos mis pensamientos, mis ojos bajan por su cuerpo, desnudo notando las nuevas heridas, las viejas y los diferentes colores que perpetúan en su piel. Haniel no estaba bien.



Apenas prestó atención a mi cuerpo completamente limpio mientras salgo de la ducha sin esperar, tomó la primera gran toalla que alcanzó antes de abrirla y girarme. Haniel me ve en silencio, dolido y sorprendido, pero no necesito decir nada mientras camino a él y lo rodeo con la cálida tela. 




Mis brazos se niegan a soltarlo mientras me apresa contra él, intento llenarme de su olor y de su presencia pero parece no bastar, parece no ser suficiente mientras su piel está tan en contacto con la mía. 



—Te necesito—y creo que son esas palabras las que hacen volvernos a sentir. Solo eso y la aceptación de Haniel me hace sentir algo, algo más que dolor, algo más que perdida.



Y así, contra su cuerpo, contra sus roces y caricias, con cada susurro y gemido, nos perdemos. Nos perdemos y queremos seguir haciéndolo, queremos solo sentirnos y no recordar, por ahora, solo necesitábamos olvidar.

My Wolf BabiesWhere stories live. Discover now