15.

24.9K 2.5K 202
                                    



Capitulo quince.



Ellen



Sonrió viendo a mis tres tormentos caminar en mi dirección, a lo lejos de ellos vigilándolos se encuentran tres jóvenes que son quienes a veces juntos con otros más, suelen traerlos de regreso. No diría que dejarlo irse varias horas mientras era atormentada con mil tareas en la gran casa era mi actividad favorita, pero era algo que no debía evitar.



Ya hacían mas de dos semanas desde que habíamos comenzado con esta rutina, no era mentirosa como para decir que las cosas estaban yendo estupendamente o que ya tenia a todas de mi lado. Ni mucho menos que todo lo que hacia era poco a comparación de lo que ganaba. Porque la verdad es que terminaba super agotada, verdaderamente era admirable el trabajo de todas y cada de una de las que venían aquí.



Como era de esperarse mas de una se había sentido incomoda al tener que trabajar conmigo, aunque no me lo hacían difícil, de por si la vida aquí no era fácil. Nada en esta vida rudimentaria lo era, por mas que ellos lo creían así.



Estos días, también se han vuelto complicados, no solo por tener a Keira detrás de mi sombra a la expectativa de mi caída, ni siquiera por estar bajo el yugo de Elena, que, si bien no era mi mejor amiga, tampoco la veía como hace años, ahora solo era imparcial con ella, aun cuando sabía que no me deseaba el bien. Sino mas bien, complicado en sentido de Dante.



Aun cuando hace años habíamos roto nuestros lazos, nuestra unión. La cercanía que cada vez teníamos nos estaba tomando mal, lo sabíamos desde un principio, desde estar bajo el mismo techo hasta el mínimo roce nuestro, desataban miles de sensaciones y sentimientos que volvían a querer unir los lazos que una vez rompimos.



No éramos solos nosotros, era aquello que iba más allá de nuestro poder. Una unión que nadie podría ni hoy, ni mañana, desaparecer.



—Hola pequeño mío—sonrió apenas Gabriel corre a enterrarse en mis brazos. Enseguida tengo a Daniel queriendo irrumpir en nuestro abrazo para meterse en medio.



Los sostengo en mis brazos y de reojo veo a Maite pararse a vernos. Últimamente mi hija estaba más reacia, lo notaba y aunque intentaba mil formas de averiguar el porqué, no lo lograba. Una parte de mi se alivia cuando se une, lenta y precavida a nuestro abrazo.



De todos los días que habían pasado lejos de mí, mi única información era que volvían sucios, cansados y mas salvajes que antes, menos Maite. Ella solo volvía en un estado deplorable para mi pequeña princesa que no era de estar desastrosa. Pero más allá de eso, no sabía que hacían allá, no sabían que les enseñaban, que les hacían hacer y como iban.



Aun cuando quisiera saber, ya había tenido esta conversación con Dante y por mucho que me pesara si en algo tenía razón era en esto. Como tal dijo, yo no era una cambiante, no entendería nunca los entrenamientos y la educación que le daban. Mas allá de eso, la vería con otros ojos. Y no deseaba tener que cargar dia a dia con el miedo de eso, así que había dejado todo en sus manos. Por mucho que no me convenciera, Dante era su padre y siempre se fijaría en lo mejor para sus hijos.



Sostengo cerca de mi cuerpo a mis bebes, no tan bebes. Estaban creciendo de una manera asombrosa y poco a poco notaba la madurez que adquirían, aquella que solo vería en un niño especial, un niño cambiante que sabe lo que es y lo que puede hacer. Y, aun así, más allá de eso, no eran simples niños que podían transformarse, sino que llevaban la carga de ser mejor entre los mejores, ser aquellos que demostraran porque los Lacroix eran quienes eran.



* * *



—¿Por qué siempre cenas aquí? —mastico y volteo a ver a quien pregunta. La robusta mujer, encargada de la cocina alza una de sus cejas en mi dirección, esperando.



—Lo prefiero—murmuro llevándome un vaso de agua a mis labios.



—Te ocultas—replica bufando antes de volver a limpiar la mesada que previamente ya había limpiado—. Ustedes los humanos son tan fáciles de leer—sonrió aceptando sus palabras y sin responder, no quería meterme en esta conversación—. Así nunca tendrás que lo quieres—obtiene mi atención.



—¿Y que quiero según usted? —pregunto con suavidad removiendo mi comida restante. De fondo mientras espero su respuesta, noto el bullicio de todos los presentes en el comedor, felices, unidos y compartiendo, eran una familia.



—Que te acepten—suelta sin muchos preámbulos—. Quieres ser parte de nosotros. Por eso estas aquí—y sonrió de nuevo antes de negar con lentitud, la mirada de desconfianza que me da, es suficiente para mí.



—Por mucho que quiera ser parte de ustedes, nunca lo lograre—dejo en paz mi plato medio lleno—. Por mas que trabaje codo a codo, por mas que me gane a cada uno de ustedes, por más que los imite y replique, por mas hijos que tenga y haga, siempre habrá la gran diferencia que nos divide. Y eso siempre ganara, siempre tendrá más peso mi sangre, que todo lo que haga—murmuro—. Aprendí eso hace años Donna—uso su nombre—. Cuando hice hasta lo imposible por pertenecer y, aun así, no fue suficiente—suspiro encogiéndome de hombros—. Y hoy, hoy no necesito ser parte de ustedes, no necesito que me acepten, mientras yo misma lo acepte. No quiero, ni muero por su aprobación, hace tiempo deje ese camino. Hoy, ahora y mañana, solo quiero que entiendan que no es por mí, que hago esto—niego—. Es por mis hijos. Por ellos estoy aquí. Por ellos trabajo aquí. Y por ellos me quedare. Hoy, hoy soy una madre y eso es todo lo que me importa, todo lo que quiero y necesito.



Respiro profundo notando todo lo que dije, la mujer me mira en silencio, evaluándome, evito estar bajo su inspección queriendo huir y apenas giro a la puerta, me encuentro a muchos ojos viéndome, mas mujeres que se encargarían esta noche de limpiar todos los platos y utensilios utilizados. Todas me miran en silencio y hasta podría decir, con rareza.



No me quedo quita y camino entre ellas, que por suerte me dejan pasar sin problemas. Abandono la cocina y paso de largo al segundo piso, se de memoria el camino y lo hago más rápido de lo que es. Solo cuando cierro la puerta a mis espaldas creo que me relajo. Los tres pequeños cuerpos sobre mi cama descansan en paz y eso me trae paz.



Verdaderamente hubo un tiempo en que había luchado muchísimo por su aprobación, por que vean que podía, que era suficiente para sostener el lugar que tenía. Pero ahora, ahora solo quería ser suficiente para ellos, para mis hijos. 


My Wolf BabiesOnde histórias criam vida. Descubra agora