16.

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Capitulo dieciséis.



Ellen.



Mezo a Maite en mis brazos mientras vigilo a los dos niños corretear al mi alrededor mientras esperamos. Ya era hora que vinieran por ellos y que entrara a hacer mis deberes.



Bajo mi mirada a mis brazos, Maite esta seria, más seria, diría triste mientras la sostengo. No era una madre despistada, quería creer eso, así que cuando anoche la cambie y note un hematoma importante en su cadera, enloquecí. No sabia en que momento había sucedido, aunque creía que esa era la razón de su malestar.



Lo cierto es que los trillizos solían ser bruscos a la hora de jugar y más de una vez, habían salido mal parados en uno que otro juego, pero aun así eso no evita que me pusiera mal.



—¿Te duele pequeña princesa? —susurro y noto como sus ojos brillan viéndome. Mi pequeña de ojos verdes era hermosa, podía apostar todo a eso.



Sonrió mientras una de sus manos delinea mi rostro, la suave piel de ella recorriendo mis mejillas era una sensación demasiado bonita para ser verdadera. Amaba a mi hija, dia a dia la veía crecer, al igual que sus hermanos, tan diferente que solo hacía que quisiera observarla siempre.



—Se parece mucho a ti—evito sobresaltarme mientras alzo la mirada y Dante ladea su rostro viéndome, en cuclillas frente a mí. Daniel y Gabriel están a su lado viéndome también, había notado eso, los tres hombres se habían vuelto muy unidos. Vuelvo a ver a la pequeña que se esconde en mi pecho bajo la inspección de todos y sonrió.



—Puede ser—Dante sonríe antes de alzar su mano y acariciar una de las hebras de Maite.



No quería ponerme en plan mama oso, pero el desinterés que Maite mostro ante su padre me sorprendió. Aunque no era algo muy nuevo últimamente, no podía evitar pensar en cómo en un principio ella lo había seguido con entusiasmo, felicidad. Y ahora, era más reacia solo a verlo.



—Parece que no quiere despejarse de su mami—murmura viendo que Maite no se mueve para irse con él.



—Creo que hoy no se siente bien—cuento obteniendo un ceño fruncido de su parte—. Note que tiene un golpe en su cadera, creo que tuvo una caída importante. ¿Viste algo? —pregunto sin dejar de verla.



—No realmente—niega—. Aunque si veo que entre los tres a veces juegan rudo—asiento.



—Lo mismo pensé. Supongo que deberé fijarme mas en eso.

My Wolf BabiesWhere stories live. Discover now