5.

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Capitulo cinco.


Ellen


Un gran silencio cae siguiendo las palabras de Dante. Una ansiedad me recorre y quiero poder entender con exactitud todo lo que sus palabras dicen en realidad. Porque posibilidades había miles sin embargo solo una era la más fuerte.


—Entiendo que estes enojado—murmuro con suavidad—. Pero son solo niños Dante, están acostumbrados a este lugar, a esta vida.


—¿Enserio quieres poner a nuestros hijos en esta posición Ellen? —Pregunta lentamente—. Durante cuatros años les has negado su naturaleza, mi sangre es más fuerte en ellos que la tuya. Un niño cambiante tiene su transformación a los dos años. ¿Como crees que eso los afectara? ¿Enserio eres tan ingenua que, solo ignorándolo, crees que desaparecerá?


—No es así, no es el lugar y...


—No, claramente no lo es—coincide con mis palabras—. No es el lugar para que ellos crezcan libres y seguros. No sabes y ni te imaginas todo lo que pudiste causar con esta imprudencia Ellen.


Quiero negar sus palabras, de verdad una parte de mi grita por decir lo contrario. Por defender la vida que les había dado, la paz de saber que no tendrían presión alguna a nada. Porque puede que Dante diga mil cosas, pero ellos siempre tendrán la exigencia de demostrar más, de demostrarles a todos los demás que ellos llevaban la sangre de su padre. Y que el mero hecho de que yo sea una humana, no los hubiera afectado. Había conocido como los pequeños empezaban su primera transformación, había visto como eran inculcados en la violencia de su propia especie y hasta el día de hoy, incluso en esta situación, me parecía horrible hacer pasar a alguien tan pequeño por eso.


Capaz no les habría hecho gran daño estando solos, capaz no habría pasado algo tan grave. Pero ahora con Dante en sus vidas, el daño ya estaba hecho, tener a su padre consiente de su existencia solo los hacia más cercano a su manada, a su territorio. Y eso, solo podría significar someter a mis hijos a todo lo que una vez me negué.


—Los amo Dante. Son toda mi vida entera—murmuro—. Nunca les haría daño apropósito, nunca quise ponerlos en peligro.


Me pone nerviosa que no suelte nada o que su expresión sea siempre la misma. Intento relajarme sin embargo no puedo, el movimiento constante en una de mis piernas es solo una muestra de mi ansiedad.


—Respóndeme algo—pide—. ¿Algún día me lo ibas a contar? ¿Iba a conocer a mis hijos?


La pregunta es lanzada y creo que miles de cosas pasan por mi mente antes de contestar lo más sincera posible.


—No lo sé—niego lentamente—. Es un pensamiento que siempre tuve, siempre estuvo la posibilidad y quiero creer que en algún momento te lo haría saber.


—¿Como podría creerte, considerando que hasta hoy no lo hiciste? —Me pregunta con burla.


—¿Quieres culparme? Está bien, hazlo—me encojo de hombros—. Si eso te hace sentir mejor hazlo. Pero ¿Que se supone que debía hacer? Acabábamos de romper nuestra relación, de una forma horrible Dante. Nada bueno había salido de todo lo nuestro y ellos. Ellos eran mi salvación. En ese momento no me parecía adecuado volver solo para decírtelo. Vives en un mundo completamente al mío, tus costumbres son diferentes, incluso la crianza es diferente, no sabía en que iba a terminar todo ¿Para qué te lo hubiera dicho?


—¿Para poder a ver visto nacer a mis hijos? ¿Poder tenerlos conmigo? ¿Ser padre?


—¿Y dónde me dejaba eso a mí? —Pregunto y obtengo un gran silencio de respuesta—. ¿Tu plan iba incluirme? Viví el tiempo suficiente entre tu gente Dante. Y más de uno me lo dijo, mi descendencia solo sería tuya y de tu manada. ¿Porque te lo hubiera dicho?


—Para intentarlo—suelta rápido—. Podría haber sido nuestra oportunidad como pareja, como familia.


—¿Volver a intentarlo, solo por mi embarazo? No gracias, paso—le sonrió triste—. El pasado es solo eso Dante. No existe él hubiera y nadie sabe lo que hubiera pasado. ¿Una relación solo por ellos? No pudimos tener una relación estable por nosotros...


—Porque tu...


—¿Yo que? —Lo interrumpo—. ¿Yo no quise? ¿Yo no lo intente? —Pregunto—. Yo había dejado todo, lo deje todo por irme contigo. Abandone mi hogar, mi familia. ¿Y para qué? Dime—pido—. ¿Para qué sirvió todo eso? Para nada. Porque nunca valoraste todo lo que hice Dante, nunca me aceptaste como era, ni me disté mi lugar. ¿Como querías que yo volviera? ¿Que yo dejara a mis hijos crecer en ese lugar?


Creo que una parte de mi se descarga más de la cuenta mientras proceso las palabras que se escapan de mis labios. Dante me observa en silencio y sé que cada palabra le carcome y seguramente no sean de su agrado. Pero eran ciertas, tan ciertas que dolían.


—Este es el problema de involucrarse con personas que no son de mi especie—me dice lentamente—. Nunca lo entienden, nunca comprenden verdaderamente nada. Las formas y leyes que rigen mi vida, la vida de cada cambiante existe por una razón Ellen. Vivimos como lo hacemos porque así es el instinto y eso, es algo que tú nunca comprenderás, nunca te importo entenderlo sus palabras escuecen. ¿Crees que le haces un bien queriendo criar a mis hijos entre humanos? Una sociedad corrupta, sin verdaderas leyes que poco a poco se destruye aún mas ¿Eso es lo que quieres?


—La violencia no es...


—La violencia, el enojo y todo lo que tu tanto desprecias es parte mi gente, es parte de mis hijos. Tus hijos—repite—. Ellos la necesitan, tienen que controlarla y así poder ser capaz de lograr la libertad, que tú le niegas aquí. No serán felices viviendo en este lugar.


—Lo solucionare. Buscare otro lugar, donde ellos puedan...


—Ellos vendrán a casa conmigo Ellen. No pueden quedarse con alguien que ni siquiera comprende sus necesidades, sus raíces...


—Son mis hijos Dante—siento el nudo que se forma en mi garganta—. No puedes simplemente llevártelos.


—No eres ingenua, acaso ¿Nunca pensaste esa posibilidad? —Ladea su rostro a un lado—. Podría ser muy cruel contigo—advierte—. Y nadie podría culparme por eso. Sin embargo, no dejas de ser quien llevo en su seno a mi descendencia—guarda silencio meditando—. Ellos se irán conmigo y si quieres, también puedes venir.


El alivio que recorrido mi cuerpo en ese milisegundo fue demasiado bueno para ser verdad.


—¿Me dejaran quedarme? —Pregunto—. Se que no permiten forasteros en tu territorio.


—No te confundas no eres una forastera Ellen—me sonríe de lado—. Eres una desertora. Te convertiste en una en el momento en que abandonaste todo. 

My Wolf BabiesWhere stories live. Discover now