18.

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Capitulo dieciocho.



Ellen



—No estoy muy segura de contestar eso—murmura Sonia mientras mantiene la vista en frente, donde su pequeño niño juega carreras con mis tres desastres.



—Cuento con que lo hagas—confieso—. Pero si no deseas meterte, lo entenderé.



Noto la mirada de Sonia en mi los siguientes minutos que caminamos sobre los límites del bosque, era una buena forma de canalizar la naturaleza. Lo cierto es que cuando me enteré que había vuelto de visitar su antiguo hogar, no pude evitar salir de la casa y buscarla. No tenia aliados en este lugar, no verdaderos con quienes hablar del tema. Y aunque Sonia no era mi mejor amiga, era una mujer que se mantenía a raya con los temas de esta manada, parcial. Algo que necesitaba.



—La verdad es que no sé qué decirte—murmura y mantengo mi vista al frente mientras seguimos caminando—. Solo se lo que me dice mi hombre. Y como tal, no estará en desacuerdo con los machos de este lugar—asiento entendiendo—. Se que muchas mujeres mayores están disgustadas por como se trato el tema, más cuando una decisión así no se toma de un dia a otro. Escuche que las hembras unidas a los machos que estaban ese dia, han puesto una veta de silencio. Es un insulto a cada madre, hija y hermana, lo que le han hecho a Maite.



Comprendo sus palabras en silencio, era algo interesante, siempre lo había dicho. Una manada era tan rara como fascinante. Todos eran una familia aún más allá de los lazos.



—La idea fue puesta en mesa por los hombres mas viejos de aquí. Como tal, no se los pude ignorar, son quienes mas saben al respecto. Si bien es cierto que Maite huele a humana, su sangre no lo es. Así que optaron por intentar, lo hicieron durante cuatro días, hasta que...



—Me entere—termine por ella.



—Así es. La verdad es que no estoy familiarizada con la mentalidad de esta manada, pero hasta yo entiendo la estupidez que cometieron—bufa.



No vuelvo a decir algo, aunque sigo escuchándola hablar. Sonia no se detenía en nimiedades, porque no le importaban, ella no le debía respeto y veneración a este lugar porque no nacido aquí.



Pasamos lo que resta de la tarde caminando y volviendo a la civilización, los niños llegan a un punto en que se cansan y se quejan constantemente, lo que nos tiene deteniéndonos de vez en cuando. Sonia le prohíbe a su hijo cambiar, y yo solo puedo ver a Daniel y Gabriel mirándome a la espera de algo que no entiendo.

My Wolf BabiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora