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Era el día de la última prueba y Leah se encontraba en su habitación pensando que hacer. Estaba estirada en su cama y no se atrevía a salir de allí. Acababa de entrar en pánico.

—Entonces... ¿ya está? ¿No saldrá de ahí?— preguntó Blaise a lo que Pansy y Daphne se encogieron de hombros.
—Nos ha dicho que no se siente preparada, y que quiere estar sola.— explicó la rubia.

—Esto es malo, Leah ya tendría que estar preparándose con los campeones a la entrada del laberinto ese raro.— anunció Theo llegando junto con Crabbe.
—Los profesores la buscan.— dijo este también.

Si algo sabían de Leah, es que era muy cabezota. Estaba claro que aunque le dijeran algo, no les haría caso.
—Bueno, ¿todos estamos de acuerdo en que Draco debe ir a convencerla?— dijo la voz de Pansy con claridad.

Todos miraron al platinado el cual leía un libro sentado en el sofá de la sala común esperando a sus amigos.
—No empecemos.— dijo este cansado de la situación.

—No empieces tú, sabes que eres el único capaz de sacarla de ahí.— apoyo la idea la rubia haciendo rodar los ojos de este.

—A ver... fuiste el que la convenció de jugar en tu lugar cuando te lesionaste.— dijo Goyle a lo que todos asintieron.
—Vamos Malfoy, sabes que puedes hacer que salga de su habitación.— dijo Blaise.— Si quieres ayudarla, debes ser tú, A ti te escuchará.

El platinado cerró su libro y se levantó del sofá con pesadez. Bufó y sin mirar a nadie entró en el cuarto de esta sin avisar.
—¿Necesitas algo?— preguntó la chica quien se encontraba mirando al techo.

—Todos te buscan. Hace diez minutos tenías que estar en la entrada del laberinto, ¿recuerdas?— explicó este.
—¿Y a ti que mas te da?— preguntó ahora mirándolo de reojo.

Draco estaba algo incómodo en esa situación. Todos decían que era el único que podía sacarla de aquel cuarto, ¿pero como?
—Eso da igual, ¿por qué te acobardas ahora?— preguntó mientras se apoyaba en la pared.

—Tu no lo entenderías.
—Entonces hazme entender.

Leah se sentó en su cama mientras miraba al suelo y trataba de buscar alguna excusa o argumento a la respuesta de este.
—Déjame ver, te han dicho que vinieras, ¿verdad?— trató de cambiar el tema ella soltando una pequeña sonrisa.

—¿Y si te digo que he venido porque quiero?— preguntó este sorprendiéndola.— No cambies de tema, ahora dime.

Ver de esa manera al chico hizo que ella no supiera como actuar. Parecía que hablaba en serio y no tenía pinta de estar jugando.
—Tengo un mal presentimiento.— murmuró finalmente mientras se colocaba las zapatillas.

—¿Sobre que?
—Repito, no lo entenderías.

—¿Puedes dejar de ser así y decirme que te preocupa?— le interrumpió este.
—Algo saldrá mal, yo lo sé.— dijo está ahora algo estresada.

—¿¡Como lo sabes!?— le pregunto exaltado.
—¡Lo he soñado! Lo he soñado, ¿vale?

El chico no dijo nada, no sabía que hacer en ese momento más que sentarse en la cama a su lado en silencio.
—Me tomarás por loca pero desde pequeña he soñado cosas... raras. Eran pesadillas.— empezó a explicar ella.— Cuando eso ocurría, ese mismo día sucedía algo malo.

—¿Y se lo has dicho a alguien?
—Eres el primero.

El platinado asintió asimilando todo y la miró de reojo. Se notaba que no era una excusa.
—Ya puedes reírte.— murmuró ella levantándose de golpe.

La chica empezó a buscar su chaqueta por la habitación para irse de allí no obstante Draco le tomó del brazo para llamar su atención.
—¿Por qué piensas que me voy a reír?— preguntó este mirándola fijamente.

—Um, por qué se lo que piensas de mi, además, es ridículo...— empezó a decir esta algo nerviosa por aquel acercamiento.
—No tienes ni idea de lo que pienso de ti, créeme.

Leah rodó los ojos, y cuando quiso seguir buscando su chaqueta, el platinado le entregó la suya.
—¿Seguro?— preguntó ella.
—Claro, además, llegarás más tarde. Tenemos que ir ya.

Cuando ambos salieron de la habitación y fueron a la sala común, sus amigos se habían ido, seguramente a guardar sitio.
—Potter...

—¿Si?— preguntó ella ahora cruzándose de brazos.
—Yo, um... suerte.— empezó a decir este sin mirarla.— Se que no puedo ayudarte en nada, ni se consolar gente pero... quiero decirte, que... bueno, que no te preocupes por eso.

La chica la cual caminaba a su lado, miraba el suelo. Al escuchar eso, sonrió para si misma sintiéndose algo mejor y tranquilizándose más.
—Gracias.

—Por nada.

—Ahí estáis.... ¿Malfoy?

Los dos Slytherins miraron a Harry el cual no dejaba de juzgar a Draco con la mirada. Al notar ese gesto, la chica dio un paso al frente para cortar la tensión.
—Siento llegar tarde, no encontraba mi chaqueta, y tenía frío.— se excusó está sin querer decirle lo de sus pesadillas.

—Si... estás un poco pálida, ¿te encuentras bien? ¿Te ha hecho algo?— preguntó refiriéndose al platinado.
—No, no... él solo me ha ayudado.— respondió ella viendo al chico el cual asintió.

—¿Vale? Como sea, tienes que darte prisa o te descalificaran, rápido.— advirtió este.— Eh, pero antes... buena suerte.

La chica abrazó a su hermano rápidamente para luego abrazar al platinado sin aviso previo, dejando al chico sin palabras.
—Gracias, nos vemos.— dijo esta antes de irse de allí corriendo.

Una pequeña sonrisa empezó a surgir en Draco, hasta que vio como el azabache lo miraba curiosamente.
—¿Qué miras?— le preguntó este.

—Nada... solo, cuidado con mi hermana. Te lo advierto.— dijo este antes de irse de allí.
Ciididi cin mi hirmini.— se burló este una vez se había quedado solo para empezar a caminar hacia la tercera prueba del campeonato.— Idiota...

—¡Bienvenidos todos a la última prueba del torneo de los tres magos! Aquí y hoy veremos quién será el campeón que se llevará el gran premio con él.— anunció Dumbledore provocando muchos aplausos.

—Hey... Draco, ¿la has podido convencer?— preguntó Daphne al ver al platinado en las gradas.
—Supongo.— respondió este mirando como la chica entraba al campo donde estaba la entrada del gran laberinto.

—Leah, has venido, pensaba que tendríamos que parar todo para buscarte.— dijo una voz detrás de ella.

Cuando la chica se giró y miró a Cedric, parte de su pesadilla pasaron por su mente. Aún muy mal presentimiento pasó por su cabeza cuando miró a Cedric Diggory.
—Tranquilo, aún sigo aquí.— mencionó ella tratando de averiguar que podía ser lo que ocurría con esa mala vibración.

—Si, es increíble lo fuerte que eres, te admiro mucho, ¿sabías?— dijo este tocando el hombro de la chica para darle ánimos.

Al estar en contacto, la chica sintió un gran dolor en la cabeza que hizo apartarse del Hufflepuff ahora confundido.
—Perdón, yo... no se que me ocurre, debe ser el estrés.— intento justificarse ella.
—Puede ser, cuando hay mucha gente y ruido suele pasar, pero tranquila, todo saldrá bien.

El castaño se despidió de ella y se fue con su padre, dejando a Leah sola, pensando en que seguramente algo muy malo ocurriría si ella no lo impedía.

you're my story (Draco Malfoy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora