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Sin que nadie se diera cuenta, la chica salió del gran comedor con una manzana roja en la mano, esperando a Harry.
—¿Y bien?

El azabache parecía muy molesto y nervioso.
—¿Puedes decirme que tramas?— preguntó finalmente.— Desde cuando eres tan... ¿así?
—¿Así como? No he hecho nada, al menos no a ti para que te preocupes.

—Estás rara, has estado rara desde que volviste de ese laberinto. Primero mintiendo sobre el regreso de Voldemort y ahora actuando como si fueras una buena chica. ¿Que quieres conseguir con todo esto?

—No he mentido sobre Voldemort, él ha vuelto Harry, yo solo quiero protegerte.
—¡No! ¡Deja de decir eso! Lo único que consigues con tus tontas mentiras para llamar la atención es que recuerde el motivo por el que mamá y papá murieron. Parece como si no te importara nada.

—Debes estar muy mal para pensar eso.— murmuró ella.— ¿Alguna vez has pensando que quiero lo mejor para ti?
—No te necesito ni a ti ni a tus tontas excusas, en serio Leah, deja de jugar a lo que quieras que sea esto.

—¡No son mentiras! ¿¡Por qué no me crees!?
—Por qué no tiene sentido lo que dices.

—¿¡Se puede saber que tanto daño te he hecho para que me trates así!? Vamos Harry, dime algo que haya hecho por egoísmo o pensando sólo en mi.

El azabache negó y con intención de irse, pasó por el lado de la Slytherin la cual con rabia lo empujó.
—Se supone que somos hermanos, pero cada vez me planteo si mi lucha por que estés bien merece la pena.

—¿Que lucha? Leah entiende que Dumbledore tiene todo bajo control, no hay manera de que Voldemort, si es que está vivo, venga y nos mate a todos.— explicó este con obviedad.

—¿Por qué confías tanto en él? Literalmente no ha hecho nada para protegerte.
—Claro que si.— se excusó el chico.

—Oh, claro, adivina quien no hizo nada en el juicio por intentar probar la inocencia de Sirius. Adivina quien nos dejó con nuestros tíos que por si no lo sabes o no te has dado cuenta, nos maltratan. Dime Harry, ¿quién es el responsable?

—Dumbledore no tuvo nada que ver...
—¡Claro que si! La muerte de Pandora, la muerte de Regulus... ¡incluso la muerte de papa y mamá! De la misma manera que creo con certeza que no hizo nada para evitar que Peter se convirtiera en mortifago.

El azabache se cruzó de brazos aún de parte del director. Leah por otra parte solo sonrió sarcásticamente.
—¿Quieres que siga? Bien, ¿quién te salvó de Quirrel en tu primer año? Exacto, yo, junto con Hermione y Ron, ¡hasta Draco!

—Dumbledore no sabía nada.
—Claro que si. ¿Y en segundo año? ¿Quien solucionó todo el tema de la cámara de los secretos?

Y mientras más hablaba, Leah se convencía de que su hermano no tendría solución.
—Da igual no que te diga, ¿cierto? Vas a seguir creyéndole al idiota de Dumbledore.

—¡No hables así de él!

Fue una sorpresa cuando el azabache reaccionó con violencia, empujando a su hermana al suelo con fuerza, dada por terminada la conversación.
—No sé que mierda tienes en la cabeza pero tienes que parar. Esta no eres tú Leah.

El azabache se fue dejándola sola en el suelo.
—¿Potter?— preguntó de manera curiosa la voz de Draco. Más que curiosa sorprendida.

El platinado vio que claramente la chica no está bien, y su instinto lo incitó a ayudarla a levantarse, lástima que en aquel momento, la chica estaba llena de rabia.
—¡No me toques!— dijo muy arisca, levantándose de mala gana.

—Yo... solo, quería...
—Me da igual lo que quieras o no. No te metas donde no te llaman.

Draco la vio alejarse rápidamente entre los pasillos y bufó. No sabía que había ocurrido para que estuviera así pero se lo pudo imaginar cuando vio al azabache en la mesa de Gryffindor discutir con Hermione.

Se dirigió hacia su mena donde sus amigos lo esperaban. Al mirar a Blaise, el moreno no dijo nada y siguió comiendo.
—¿Que sucede?— preguntó algo perdido.

—Te has perdido una pelea Potter. Al parecer el señor Potter a empujado a Leah. No se de que han hablado pero todo el mundo ha visto lo agresivo que estaba.— explicó algo incómodo.
—Con razón Granger le ha pegado con el libro al verlo.— murmuró Pansy mirando en dirección a la mesa de Gryffindor.

Fue sorprendente para los Slytherins ver como Draco no se inmutaba o hacía algo al respecto. Parecía ajeno a la discusión y por primera vez, el platinado no defendió a la chica.

Lo cierto es que estaba concentrado pensando cómo podía hablar con ella una vez estuvieran solos patrullando.
—Malfoy, recuerda que os toca patrullar. Cuando termines, avisa a Leah.— le informó un chico de sexto año a lo que el platinado asintió.

—Nos vemos después.— se despidió sin pararse a escuchar los comentarios de sus amigos.

Se apresuró en ir a la sala común de Slytherin para encontrar a la chica, no obstante, ella no estaba ahí.
—Vamos Draco, piensa. ¿Donde puede estar?— se preguntó mientras sacaba su varita por precaución.

Al tenerla alzada, el platinado sintió como si aquel objeto empezara a guiarlo a algún sitio. Caminó hasta llegar al pasillo donde se encontraba la sala común de Ravenclaw.
—Ahí estas.

Leah se encontraba apoyada a la barandilla mirando directamente al suelo, como si estuviera a punto de saltar. Respiraba lentamente y se notaba que había aguantado el llanto.
—¿Quieres?— preguntó ahora ella sin ganas, mostrándole la manzana roja en su mano.

—¿Desde cuando me ves tocar algo rojo?— preguntó de alguna manera intentando hacerla sonreír. Eso no ocurrió.
—Perdón, se me ha olvidado.— dijo ella tirándola sin ganas a una basura que haya ahí, encestándola de pleno.

Draco aún con su varita en la mano, podía sentir como había alguna fuerza o energía entre ellos dos. ¿Ella también la sentiría?
—Tendríamos que patrullar.— dijo este después de un silencio bastante largo.

Leah no se movió. Seguía paralizada, sintiendo la pequeña brisa que empezaba a notarse. Cerró sus ojos y suspiró.
—¿Como es que nunca has tenido relación con Sirius Black?— preguntó de repente.

—¿Por qué iba a tenerla?— preguntó ahora con curiosidad este acercándose a ella y colocándose a su lado.— ¿Como sabes...?
—Draco Lucius Malfoy Black. Nada mal...— murmuró ella mirándolo de reojo con cierta sonrisa.

—¿Y que hay de ti? Sorpréndeme.
—Leah Arlene Potter Evans.

—¿Arlene?
—Tiene un significado celta. Quiere decir compromiso.— explicó ella mientras jugaba con su varita entre sus manos.

—¿Soy yo o tu varita se parece a la mía?— preguntó el chico de repente fijándose en esta. Leah por otra parte se encogió de hombros restándole importancia y siguió perdida en lo suyo.
—No creo que sean tan iguales, es decir, cada varita elige a su dueño y esta corresponde a la personalidad o algún tipo raro de energía que desprenda.

—¿Entonces?
—Entonces, es imposible que tu varita y la mía se parezcan en algo, somos demasiado diferentes.— mencionó ahora separándose de la barandilla.— Vamos a patrullar, hoy me apetece quitar más puntos de lo normal.

¿Tan diferentes eran realmente? Draco se hacía esa pregunta mientras intentaba evitar algún tipo de contacto con ella.

you're my story (Draco Malfoy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora