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—No estás hablando en serio.

—¿Y que te hace pensar que no hablo en serio? ¿huh?

—No puedes simplemente renunciar. No te dejo. Nah, nah, ni lo sueñes.

Blaise y Theo miraban como la chica se indignaba cada vez más con el platinado el cual parecía que se moría de sueño.
—Tu a mi no me mandas.— mencionó este levantándose de golpe. Se acercó a ella mirándola fijamente y sonrió sarcásticamente.— Y si no me crees, mira y observa.

Leah bufó mientras se acababa su sándwich de queso a toda rapidez. Luego de eso, se levantó de su sitio dispuesta a conseguir su propósito.
—¿Crees que cambiará de opinión?— le preguntó el castaño.

—Tiene que hacerlo. Desearme suerte.— murmuró ella saliendo del comedor ante la mirada de cierta persona que tampoco dudó en seguirla.

—Leah, espera.

La Slytherin se detuvo muy confusa. Se giró lentamente mirando a Hermione con algo de impaciencia.
—¿En que puedo ayudarte?

La castaña parecía algo nerviosa por su lenguaje corporal. No paraba de moverse ni de tragar fuerte. Su respiración era muy agitada, seguramente de haberla perseguido por todo el pasillo.
—No me ha enviado Harry, él... no quiere hablarte, pero Leah la cuestión es que...

—Que raro en él...
—No, nos hemos preocupado por ti, buscándote todo el verano... si hubieras visto a Remus, Fred... George. ¿Y no pudiste mandar una carta conforme estabas bien?

Le partía el alma, le dolía demasiado hacer aquel daño sobretodo a Remus y George, pero debía ser muy buena mintiendo, debía ser cruel, para que así... su plan funcionara. Algo le decía que Dumbledore la estaba vigilando.
—¿Para que? Estaba ocupada disfrutando mis vacaciones con mis amigos.

Mentira. Sus vacaciones habían sido una tortura. No las repetiría nunca en la vida.
—¿Como puedes estar tan tranquila?

La Slytherin se encogió de hombros y analizó a la Gryffindor. Suspiró para tocarle el pelo.
—Te daré un consejo... Granger.— empezó a contarle mientras pasaba por detrás suyo analizándola.— No lo intentes más, Ron no se fijaría nunca en ti.

La castaña apretó sus dientes. Leah sabía perfectamente de que estaba hablando.
—Y que te hace pensar que...
—Shh, no me digas más. Solo era un consejo, ya sabes, de mujer a mujer.

Dicho aquello miró en dirección donde se había ido Draco, genial, ya lo había perdido.
—Tu tampoco lo intentes mucho. Un Malfoy nunca se fijaría en una Potter.

La Slytherin sonrió para ella misma mientras se iba. Le hizo bastante gracia que Hermione le sacara ese tema. Eso significaba que sus sospechas eran ciertas, a la Gryffindor si le gustaba Ron Weasley.

Decidió despejarse de la mejor manera que tenía. Su sitio seguro donde encontraría paz.
—Quidditch... no se cómo pero siempre acabado aquí, contigo.— dijo para ella misma mientras subía a su escoba.

Al estar en el aire, estiró los músculos antes de empezar, no sin antes fijarse en el despacho de Dumbledore. Frunció el ceño, pensando que diablos hacía el director hablando con Snape.

Tenía el mal presentimiento de que tramaban algo. Luego de un rato, su hermano aparecía tras las puertas del despacho de este.
—No se porqué no me sorprende.— murmuró mientras se quedaba viendo todo.

Y como si estuviera planeado, una quaffle le dio en toda la espalda, haciendo que Leah se asustara por momentos.
—¿Que crees que haces?

—¡Eres una traidora! Nosotros preocupándonos por ti y tu solo... ¡te odio!

Ginny parecía furiosa. Leah sabía que no podía decirle nada a nadie, sabía que debía seguir con el plan. No podía hacer absolutamente nada.
—¿Has acabado?

La pelirroja la miraba como si fuera otra persona.
—Pensé que serías diferente, pensé que eras mi amiga, ¡mi hermana! Pero resulta que solo eran mentiras. Eres cruel y egoísta.

Leah no quería seguir mirándola, simplemente se fue de allí, con dolor en la espalda por aquel golpe. Le dolía bastante y es que la pelirroja tenía mucha fuerza.

No quería hablar con nadie, así que decidió ir a la sala de los menesteres, ya que estaría Draco, o no habría nadie.

Al entrar, se apoyó en un mueble viendo como el platinado se encontraba de rodillas intentando sacar las piezas viejas del armario.
—¿Hace cuanto estás aquí?

Escuchar aquella voz de repente, lo asustó provocando que Draco se diera la vuelta rápido y la apuntara. Al ver que era ella, suspiró más tranquilo.
—Idiota.

Leah se acercó a este y se sentó a su lado mientras buscaba todos los tornillos pequeños que habían por el suelo.
—Pensé que estabas entrenando.— soltó este de repente mientras trabajaba concentrado.

—Tu lo has dicho, estaba...— respondió ella. Cuando se dio cuenta, lo miró extraña.— Eh, como sabías que...
—¿Te piensas que no te conozco?

Leah rodó los ojos y no dijo nada. Miró a otro lado y simplemente observó toda la sala.
—Me pregunto cuantas cosas deben haber aquí. Escondidas... desde hace años.— dijo ella después de un silencio.

—¿Ha ocurrido algo?
—¿No?

El Slytherin dejó las piezas en el suelo y miró a la chica. Le costaron cinco segundos para saber que ella no estaba bien.
—Te crees que soy idiota.
—Meh, te lo haces.

—Leah, dime que te preocupa.

—No puedo decírtelo.— al decir aquello, se dio cuenta de que no sería bueno involucrar al chico.— Sabes que, da igual... me tengo que ir.

El platinado se levantó frenándole el paso.
—Sabes que puedes contarme. Vamos, ni que fuera tu hermano.
—Oye, es difícil, no puedo. Lo siento.

—Ya, así que yo tengo que dejar que tú te involucres en mi trabajo y yo no puedo saber tu secreto, que considerada. Empiezo a pensar que eres una egoísta.

¿Querer ayudar a todos es ser egoísta? Leah miró a otro lado pensando en que debía hacer.
—Si pudiera, créeme que te diría, pero...
—Ya, claro. Como sea.

—Draco...
—Será mejor que te vayas.

El platinado se volvió a sentar y a quitar las piezas, teniendo la poca esperanza de que la chica le contara sus problemas. Pasaron segundos y cuando se giró para mirarla, ella ya no estaba.
—Idiota, eres un idiota Malfoy.

Leah con los ojos llorosos entró en la biblioteca y empezó a pensar algo. Tenía demasiadas cosas en la cabeza y ella necesitaba concentración. Necesitaba matar a Dumbledore lo antes possible.

Tenía que hacerlo antes de que lo hiciera Draco. No podía dejar que se expusiera a ese peligro, al fin y al cabo, se lo debía, ¿no?

Algo dentro le decía que debía ser ella quien asesinara al anciano. Tenía un mal presentimiento de todo aquello.

you're my story (Draco Malfoy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora