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Todos gritaron y aplaudieron cuando Leah se adentró en el gran laberinto en busca del cáliz.

La prueba en si era simple. Encontrar el cáliz antes que los demás por el laberinto, claro que no contaban conque este tuviera cosas espantosas y peligrosas.

Al haber quedado en primer lugar en las anteriores pruebas, la Slytherin tenía el privilegio de entrar la primera.
—Tranquilizare Leah, vamos no seas cobarde y avanza.— se dijo a si misma, con la varita en alto por si tenía que defenderse de cualquier criatura.

El hecho de que estuviera oscuro y hubiera niebla, lo hacía más aterrador.
—Tranquila, tranquila... tú puedes, eres mejor que todos ellos. Lo conseguirás y te irás de allí y ganarás y todos te felicitarán.— susurraba para ella misma.

Al doblar por un pasillo del laberinto, la chica escucho llorar a alguien, conocido.
—¿Fleur?— preguntó ella acercándose algo insegura.

La francesa por otro lado sólo le indicó que hiciera silencio y se escondiera con señas. Parecía aterrorizada, como si hubiera visto un monstruo.

Lo cierto es que cuando Leah se acercó a los matojos que habían en la pared del laberinto, empezaron a salir raíces de ellas, tomándole del pie y estirándola hacia abajo.
—¡Ayúdame!— gritaba la chica pidiendo ayuda a la francesa quien muerta de miedo se fue corriendo.

¿Acababa de dejarla tirada? Eso parecía. La chica trataba de zafarse como podía de aquellas raíces malditas pero luego recordó algo. Se quedó inmóvil y una vez tuvo la fuerza de voluntad necesaria, pronunció "incendio"

—Esa traidora va a enterarse.— murmuró entonces la Slytherin una vez estaba libre.

Leah ahora tenía como propósito ganar. No iba a rendirse hasta conseguirlo y pues, así lo haría, costara lo que costara.
—Leah.— dijo la voz de Viktor detrás de ella.

La chica lo miró y este parecía estar asustado. No por el laberinto, sino por verla a ella.
—¿Que ocurre?— preguntó la chica acercándose a él.

—Tus... tus ojos.

Si, le daba lastima pero era la única opción que tenía. Al entrarle miedo, el búlgaro pisó la misma hierba maldita el cual empezó a arrastrarlo.
—No, no... ¡Leah! ¡Ayúdame!

La chica se acercó a este con tranquilidad y tomó su varita. Luego de eso, iluminó el cielo con una luz roja indicando que este se rendía por lo que ahora solo quedaban tres.

El tiempo pasaba y la chica corría como podía intentando conseguir la dichosa copa.
—Si fuera una copa... ¿donde estaría?

Gritos de dolor se volvieron a escuchar, pidiendo ayuda de manera desesperada.
—¡Ayuda! Por favor...— pedía la francesa rodeada de arañas.

—Usa tu varita.— le aconsejó la chica con una sonrisa.— Oh, por lo que veo tu varita está aquí.— dijo ella ahora recogiendo esta.
—¡Dámela!— gritaba la rubia.

Leah iluminó el cielo con la luz roja de nuevo y le entregó la varita luego de eso, descalificando a la francesa, quedando solo Cedric y ella en aquel laberinto.

Ahora, cada paso que daba, sentía más dolor el la cabeza, como si alguien intentara entrar en su mente.

La chica sentía que cada vez se encontraba más cerca de la copa, así que cuando dobló una esquina, vio como Cedric también estaba allí.
—¿Te encuentras bien?— le preguntó el castaño acercándose a la chica para comprobar que estuviera bien.

El castaño se asustó al verle los ojos amarillos, como los de una serpiente.
—Me duele la cabeza... demasiado.— comentó ella algo mareada.

—Creo, creo que deberías abandonar.— mencionó el Hufflepuff preocupado.— Necesitas ir con madame Pomfrey.
—Después de ganar esto, Diggory.— le repuso ella apartándose de él.

Los dos iban a ponerse a discutir cuando escucharon a lo lejos que se acercaba algo.
—Has... escuchado eso, ¿verdad?— preguntó el chico empezando a retroceder.
—Claro que lo he oído...— respondió la chica haciendo lo mismo.

Leah entrecerró los ojos cuando un fuerte viento empezó a aparecer, dándoles en la cara directo. No obstante, pudo ver que detrás de ese viento se encontraba nada más que el cáliz.
—Ahí está.— soltó ella empezando a correr para tomarlo primera.

Notó que Cedric iba detrás suyo así que gastó todas sus fuerzas para llegar antes que él.
—Sera mío, solo mío.— empezó a decirse a si misma mientras sacaba todas sus energías en ello.

—¡Mierda! ¡Ayuda!— se escuchó de repente. Efectivamente las raíces habían atrapado al castaño.

Leah frenó por completo. La cabeza empezaba a dolerle mucho más, indicándole que algo malo iba a pasar. No quería que Cedric saliera herido.
Incendio.— dijo apuntando la planta y apartándola del chico el cual rápidamente se levantó.

—Gracias, pensé... que me dejarías ahí.— admitió este a lo que la chica se encogió de hombros.
—Había posibilidad pero no lo he hecho.

Ahora, ambos miraron el gran cáliz en medio del centro del laberinto con deseo.
—Adelante, te lo mereces.— dijo el castaño después de un silencio.

Leah miró a Cedric y frunció el ceño.
—¿Lo dices en serio?— preguntó ella.

—Por como te han tratado todos, por cómo has luchado y no te has rendido. Te leo mereces más que nadie.— dijo este señalando la copa con la cabeza.

Cedric tenía razón, se lo merecía.

"No Leah, tienes que ser buena persona, comparte el premio con Cedric que también se lo merece."

La chica tenía que decidir que hacer, ser justa ya que el Hufflepuff también merecía la copa o... hacerle caso a este.
—Si insistes...

La chica se adelantó al castaño y tomó el cáliz ganando el torneo de los tres magos, claro que... nunca imaginaría que aquella copa fuera un traslador.

Cedric se preocupó por la chica pues desapareció sin más. Al igual que él, quien apareció en la entrada del laberinto.

Cuando miró a su alrededor, todos aplaudían y gritaban de alegría por que claro, Leah lo había conseguido.
—¿Donde está?— preguntó a los demás quienes celebraban.

—¿Quién?— preguntó Dumbledore.
—Leah, ella, ella tomó la copa, ¿donde está?— preguntaba el Hufflepuff buscándola entre la multitud.

Aquel gesto, pocas personas pudieron darse cuenta, pues estaban más preocupadas de celebrar la victoria adelantada de la Slytherin.
—Cedric parece molesto. Seguro que está celoso de Leah.— dijo Blaise orgulloso de su amiga.

—Más que molesto está preocupado.— dijo Theo mirando cómo el Hufflepuff hablaba con Dumbledore quien parecía estar de lo más tranquilo.

Draco por otro lado, solo rezaba para que como fuese, la chica estuviese a salvo y que no viera a su padre. Sabía que había pasado porque siempre había sido muy curioso con el trabajo de este.

Sabía que aquella noche, Voldemort iba a regresar definitivamente.

you're my story (Draco Malfoy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora