CAPÍTULO VEINTIDÓS(PARTE UNO)

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Brigitte Stanley.

Escribo apuntes en la laptop escuchando la voz del profesor Scott mientras explica la historia de la educación. Realmente es jodido escuchar casi tres horas de la misma materia pero por una extraña razón me gusta escucharlo hablar, en el sentido de que explica demasiado bien para entenderlo perfectamente, dándonos tiempo para analizar sus cuestiones y escribir lo más importante en la laptop.

Génesis está a mi lado haciendo lo mismo, solo que ella mientras escribe se come una barrita energética que la hace retrasar un poco, pero siempre suele pedirme los apuntes que le faltan y yo como buena amiga que soy se los doy, negociando está claro.

Abro la boca para que me de un trozo de la barrita y ella eleva el brazo para ponerlo enfrente de mis labios, muerdo un trozo pequeño mientras sigo escribiendo lo más importante.

– Pasaremos al pensamiento educativo de John Locke.- El profesor Scott gira su cuerpo para observarnos después de pasar casi media hora escribiendo en la gran pizarra.- ¿Alguien me lo podría explicar por encima?

En el momento en el que iba a levantar la mano, me di cuenta que todavía seguía masticando la comida y odio que me vean hablar con la boca llena, por lo que me hundo en mi asiento ¿resultó?, para nada, los ojos del profesor Scott se dirigieron en nuestra dirección.

Ave María purísima.

Mastico a una velocidad impresionante que me empieza a doler la mandíbula, Génesis gira la cabeza mirándome como si estuviera loca mientras frunce el ceño, en el momento que trago, suelto un suspiro de alivio.

– Según Locke, las lenguas clásicas eran poco útiles más allá del valor ornamental.- dice una voz detrás mía.- Por lo cuál el objetivo de su educación, era una mente sana en un cuerpo sano.

El profesor Scott asiente satisfecho.

– Muy bien Matías.- musita dándole una pequeña sonrisa.- Locke tuvo una directa influencia en la ilustración, liberal en la política y defensor del derecho del pueblo...

Sigue hablando mientras giro la cabeza para observar a Matías que me da una sonrisa tranquilizadora. Le sonrío de vuelta en forma de agradecimiento y vuelvo a girar para seguir escribiendo en la laptop.

Había pedido dos meses sin estar presencial pero al darme cuenta de que faltaba poco para los exámenes finales antes de navidad decidí venir ya que suelo enterarme más si estoy presente, por lo que le dije al director que me incorporaría de nuevo a las clases, no tuvo ninguna queja con ello.

Después de una hora más la clase termina con el profesor mandándonos a hacer tres comentarios de texto para la semana que viene. En el momento en el que el profesor sale por la puerta soltamos un suspiro de alivio mientras algunos se levantan para la hora de descanso, otros ponen la cabeza en la mesa y yo me recargo en el respaldo de la silla.

– Se puede saber qué mierda hacías.- Génesis gira su cuerpo hacia mi.- Parecías un panda comiendo bambú.

Hago una copia de todo lo que escribí y apago la laptop para después cerrarlo.

– Pensaba que me iba a preguntar a mi.- Cojo la funda para guardarla.- Sabes que odio hablar con la boca llena.

Me mira con los ojos entrecerrados para luego asentir.

– Por un momento pensaba que se te estaba desencajando la mandíbula.

– Exagerada.- Ruedo los ojos.

– En verdad se veía así.- dice una voz haciéndonos voltear.

Matías sigue en la mesa masajeando sus dedos supongo que por todo lo que escribió. Tiene una sonrisa en la cara y me pregunto si alguna vez lo he visto con otra mueca que no sea la sonrisa. Se le nota cansado, pero lo chismoso no se le quita.

La Musa de mis CancionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora