EPÍLOGO

3K 162 122
                                    


3 años más tarde.


Brigitte Stanley.

Un suspiro entrecortado sale de mis labios y cuando voy a pasarme una mano por el pelo ansiosa paro a mitad de camino ante la mirada de advertencia de mi mejor amiga.

Necesito tener mis manos puestas en algo o de los nervios me arrancaré los pelos.

—Ni se te ocurra estropear el peinado tan bonito que llevas —me advierte mi mejor amiga posicionándose detrás mía para colocar la peineta de diamantes que está sobre mi moño bajo.

Emito un quejido porque esa cosa es molesta y raspa mi cráneo pero como se dice: para presumir hay que sufrir. No voy a negar que el peinado que me han hecho los estilistas es uno de los mejores que he visto. Es un moño bajo y flojo con algunos mechones rizados sueltos, encima del moño llevo una peineta de diamantes que me enamoré desde la primera vez que lo vi.

—Estoy muy nerviosa.

—No estés nerviosa.

Pongo los ojos en blanco soltando un suspiro exasperado.

—No eres de gran ayuda, Génesis.

Mi amiga me da una sonrisa apenada, se nota que ella también está nerviosa pero nadie está más nervioso que yo. Mi corazón va a mil por hora y no me quiero imaginar cuando esté caminando hacia el altar.

Estoy a punto de casarme.

Oh dios, estoy a punto de convertirme en la esposa de Cameron Knight.

Me paso las manos por el vestido más nerviosa aún, pensar en eso no me ayuda sino que me pone más ansiosa.

—No hagas eso o harás que al vestido se le formen arrugas —me regaña Génesis por lo que suelto un bufido.

Literalmente no me dejan hacer nada, me siento como una niña pequeña cuando entra a una tienda de ropa con su madre y está constantemente diciéndote que no toques nada.

—¿Sabes cómo está Cameron? —cuestiono en voz baja.

—No lo he visto en todo el día pero me dijo Isaac qué está igual o peor de nervioso que tú.

—Imposible.

—Pues te digo que ya estaba a punto de llamar a los paramédicos porque cree que le dará una taquicardia en medio de la ceremonia.

Suelto una risa baja porque al parecer mi prometido casi esposo está igual de nervioso que yo. Mis ganas de ir a verlo y consolarlo aparecen pero sé que dos nerviosos juntos empeoran más la cosas.

Mis ojos viajan al espejo de cuerpo entero que está apoyado en el armario de la habitación y no me reconozco. Estoy...estoy jodidamente hermosa, nunca me suelo halagar pero hoy lo amerita. Estoy completamente diferente y me encanta, ir vestida de blanco siempre fue mi sueño, un sueño que estoy a punto de cumplir con el hombre que amo.

Conecto mis ojos con los de Génesis a través del espejo, no me puedo creer que esa niña a la que le metí el plátano en el ojo ahora está acompañándome en uno de los días más felices de mi vida, siendo la madrina de mi boda. Pero lo que me hace sonreír abiertamente es ver su vientre de seis meses escondido en ese vestido largo de azul marino.

Coloco mi mano en su vientre, en donde está mi próxima sobrina y la emoción de verla nacer es demasiada para mi cuerpo. Génesis me sonríe de la misma forma posando su mano sobre la mía.

—Brigitte, estás...estás hermosa —suelta un suspiro tratando de controlar las lágrimas—. No quiero darte un gran discurso porque sé que ambas lloraremos pero estoy muy feliz por ti. Mereces todo lo bueno que hay en el mundo junto a tu familia que has creado a pesar de las adversidades.

La Musa de mis CancionesWhere stories live. Discover now