CAPÍTULO VEINTICUATRO

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Brigitte Stanley.

Abro mis ojos lentamente pero los vuelvo a cerrar al recibir los rayos solares que pasan por mi ventana, siempre digo que tengo que poner las cortinas pero nunca lo hago.

Un dolor intenso aparece en mi cabeza y emito un quejido, ¿por qué me duele tanto la cabeza?. Me veo obligada a abrir los ojos para saber en donde estoy y al mirar el techo y luego el armario sé que estoy en mi habitación pero ¿por qué no recuerdo nada?

Giro mi cabeza y mis ojos se encuentran con un pie, frunzo el ceño y tengo que cerrar los ojos de nuevo al recibir otra vez la punzada en la cabeza. Maldigo en todos los idiomas posibles y los vuelvo a abrir. Intento levantar un poco mi cuerpo para saber qué está pasando pero algo pesado me lo impide.

Unas tremendas náuseas aparecen de la nada y temo vomitar sobre mi propio cuerpo por lo que me obligo a quitar ese algo pesado y al mirarlo mejor me doy cuenta de que es otro pie. Sigo confundida hasta que veo que al otro lado hay una cabellera negra y sé al momento que es Génesis, que duerme profundamente.

La garganta la tengo seca y ahora mismo mi mente está inservible, mi cuerpo lo siento entumecido y no sé el por qué. Las náuseas aumentan por lo que quito el pie de Génesis y me siento en la cama pero me doy cuenta de una cosa.

Estoy en ropa interior.

No.

Estoy solo en bragas.

—¿Qué mierda...?—susurro para mi misma.

Inmediatamente voy a por una camisa ancha y me la pongo sobre mi cuerpo, estoy demasiado confundida. Génesis se remueve sobre la cama y veo como levanta los párpados poco a poco.

Por la cara que tiene se ve igual de confundida que yo, solo la puedo observar, a ella y a sus pechos al aire, ¿Qué demonios hicimos anoche?. Sus ojos se mueven por toda la habitación hasta encontrarme y un suspiro de alivio sale por sus labios.

Sus ojos se dirigen hacia su cuerpo y los abre de par en par para luego mirarme a mí, mira que solo llevo una camisa y después vuelve a mirar sus pechos. Sus ojos se entrecierran y alza la cabeza para volver a mirarme.

—¿Has hecho algo con mis pechos y no me he dado cuenta? —pregunta con la voz ronca.

—¿Qué? ¡Claro que no! —cierro los ojos al recibir la punzada de nuevo—. No me acuerdo que pasó.

—¿Seguro no has puesto la boca por aquí? —señala sus pechos y yo abro enormemente los ojos.

Niego con la cabeza pero voy parando lentamente al no estar segura de ello, me siento confundida y mi cabeza no ayuda.

—No me acuerdo de nada —murmuro en voz baja.

Génesis se sienta en la cama sin importar que sus tetas estén al aire y se queda pensativa, me dirijo hacia la cama para sentarme a su lado y me quedo mirando un punto fijo intentando recordar, no sirve de nada.

Mis ojos inevitablemente se dirigen hacia los pechos de Génesis y observo algo del que no me he dado cuenta antes.

—Tienes un chupetón —señalo con el dedo el pequeño círculo morado que tiene en la teta izquierda.

Sus ojos bajan hacia sus tetas y luego me mira con los ojos bien abiertos.

—¿Qué me has hecho? —cuestiona horrorizada.

—Se puede saber porque tengo que ser yo —me quejo frunciendo el ceño.

—Eres la única en esta habitación, Brigitte.

La Musa de mis CancionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora