CAPÍTULO VEINTICINCO

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Cameron Knight.

—Te veo en primera fila —es lo último que escucho de Brigitte antes de que cierre la puerta.

Una sonrisa se asoma por mi rostro mientras apoyo la cabeza en la puerta. El recuerdo de lo que pasó hace unos minutos no para de recopilarse en mi mente. Maldigo a Alonso por ser tan inoportuno.

—¡Ven aquí maldito mocoso! —aparece de repente haciéndome pegar un respingo —¿Dónde demonios estabas?

—En el baño cagando —me excuso alejándome de la puerta.

Escucho la risa de Brigitte haciéndome sonreír, Alonso se me queda viendo y yo lo miro de vuelta.

—¿Qué? Estoy nervioso y eso me crea diarrea explosiva —me encojo de hombros mientras camino —Ya sabes, plop, plop, plop...

—Ya, ya entendí —hace una mueca de asco.

—Entonces mejor no preguntes.

Caminamos hacia un pasillo en donde hay varias puertas, por el rabillo del ojo veo a unos hombres sospechosos y llamo la atención de Alonso dándole en el brazo.

—Hay unas personas que se están colando por otra puerta ¿Me explicas por qué demonios no hay guardias ahí?

—Se supone que deberían haber —dice dirigiéndose hacia aquellos hombres —¡Hey vosotros!

Giran sus cabezas y se ponen tensos, no quito mi vista de ellos, me dan mala espina y por la forma en la que reaccionaron me hace poner mi guardia en alto. Uno se me queda viendo más de lo normal.

Tiene el cabello rubio y ojos oscuros, una barba descuidada, debe de estar en sus cuarenta años pero es robusto y corpulento, en músculos me gana completamente pero es unos centímetros menos que yo. Los otros dos son de complexión delgada con pelo castaño, uno tiene los ojos verdes y el otro los tiene marrones, sus actitudes se muestran nerviosas como si les acabamos de pillar hacer algo malo.

—¿Qué hacéis aquí? —pregunta Alonso al llegar a ellos —Está prohibido el paso si no es para los trabajadores.

—Lo siento nosotros...

—Nos hemos colado —le interrumpe el rubio— Pero ya nos vamos, tampoco va a pasar nada interesante por aquí.

Lo miro tensando la mandíbula mientras este esboza una sonrisa.

—Entonces iros por donde habéis venido —le espeto.

—¿Dolido Cameron Knight? —ladea la cabeza y su sonrisa crece—. Mejor guarda tus lamentos para otros momentos.

Me acerco a él en forma amenazadora pero Alonso se interpone en mi camino. Mi mirada se encuentra con la suya retándonos. Cada vez me da mala espina y la sonrisa que tiene en el rostro es como si me estuviera avisando de que algo malo habrá.

—Ya nos vamos —alza las manos por encima de su cabeza— Lamento si os hemos interrumpido.

—Pues si, lo habéis hecho.

—Bien —se aleja dándome la espalda pero luego voltea a verme—. Disfruta de tu concierto Cameron así como yo disfrutaré mi noche con una gran mujer.

—No me interesa —-mascullé.

Soltó una risa amarga sin decir nada más, los otros dos le siguieron hablando en voz baja como si estuvieran discutiendo. Salen por la puerta y puedo respirar mejor, no sabía lo tenso que estaba hasta que mis hombros se relajaron.

Me quedo observando la puerta con un mal presentimiento, por un momento pienso en Brigitte, paso por el lado de Alonso para ir a buscarla pero este me agarra del brazo.

La Musa de mis CancionesWhere stories live. Discover now