CAPÍTULO CUARENTA Y SIETE

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Brigitte Stanley.

Hace exactamente tres días desde que estoy en Londres, casi dos días que estoy encerrada en casa porque como predijo mi padre, si me bajó la maldita menstruación con un dolor insoportable que no soy capaz ni de levantarme de la cama. Por lo que, llevo casi dos días sin salir de mi habitación, ni siquiera para ir a la universidad, porque sé que si voy, no duraré ni una hora.

Aparte creo que tengo depresión postvacacional, volver de nuevo a mi rutina de no hacer nada en Londres me tienta a quedarme encerrada en la habitación todo el día. Chuparme casi siete horas de clase aguantando a la señorita Harvey y otros profesores es agotador porque sí, aunque no esté en la universidad, mi mejor amiga si ha ido. Y ha tenido una grandísima idea de hacerme una videollamada en medio de la clase para que "atienda y no me saltara ninguna clase".

Todos sabemos que es para que sea yo quien coja los apuntes.

Así que ahora mismo me encuentro sentada en mi escritorio con la laptop encendida y los auriculares puestos viendo la preciosa cara de mi mejor amiga mientras escucho la horrenda voz de la señorita Harvey. Escribo en un papel sucio apuntando las cosas importantes para luego pasarlas a limpio. Llevo cuatro horas sentada en este escritorio solamente escribiendo cosas que puede hacer perfectamente Génesis pero de todas formas me divierto.

Me río cuando se atraganta con un trozo de barrita que está comiendo y justo hoy que no voy, trae el de frutos rojos. Agarro mi móvil y abro su chat.

Brigitte: Dile a la profesora Harvey que hable un poco más alto, que no la escucho.

Génesis agarra el móvil cuando este se ilumina y al leer el mensaje, me mira a través de la pantalla con el ceño fruncido.

Génesis: Cómo le voy a decir que no la escuchas si se supone que no estás aquí.

Inevitablemente me río.

Brigitte: Idiota...Invéntate una maldita excusa porque si no la escucho, no hay apuntes y si no hay apuntes, suspendemos los próximos exámenes.

Génesis suelta un suspiro dejando el móvil en la mesa y levanta la cabeza, supongo que para ver a la profesora Harvey.

—Profesora Harvey —la escucho a través de la pantalla y una sonrisa se asoma por mis labios—. ¿Podría hablar un poco más alto? Es que Matías me acaba de decir que no la oye bien.

—¿Qué yo qué?

Suelto una risa viendo detrás del hombro de Génesis el rostro de Matías con el ceño fruncido mirando a Génesis.

—¿Y por qué no me lo dice él? —cuestiona la profesora.

—Es...tímido —musita Génesis rápidamente—. Le da vergüenza hablar y me ha pedido que te lo diga.

—¿Qué yo qué? —repite Matías de nuevo y cuando sus ojos viajan hacia la cámara donde yo me encuentro, lo saludo con la mano a lo que él hace lo mismo algo confundido.

La profesora Harvey empieza a hablar con un tono más elevado y vuelvo a agarrar el móvil.

Brigitte: Gracias.

Génesis: Cual gracias, me debes un beso.

La miro con una ceja enarcada a lo que ella me da una sonrisa inocente. La idea de Génesis de hacerme videollamada realmente no ha estado tan mal, ya que casi estamos en los exámenes finales por las próximas y cortas vacaciones en abril aunque estemos a principios de marzo y está claro que prefiero no perderme ninguna clase, pero sé que si voy, puedo morir en algún momento desangrada.

La Musa de mis CancionesWhere stories live. Discover now