CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO

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Brigitte Stanley.

—¿Es seguro que vayas tú sola?

Levanto la mirada de mi laptop para dirigirla hacia un Cameron preocupado. Creo que es la quinta vez que me pregunta eso a los que todos le respondo con una confirmación.

—No creo que vaya a pasar nada —vuelvo a enfocar mi vista en la laptop mientras le contesto—. Aparte estaré con Adhara, no le conviene aparecer e intentar a hacerme algo.

—Eso no lo sabes.

Suspiro mientras escribo la última frase para uno de mis trabajos de la universidad y vuelvo a mirar a Cameron.

—No lo sé, pero nadie en su sano juicio atacaría cuando hay más personas —hablo apoyando mis pies en el regazo de Cameron y dejando la laptop encima de la mesa—. Si alguien quiere secuestrar a una persona, lo haría estando solo.

Frunce el ceño masajeando mis tobillos y disfruto de su tacto.

—¿Por qué lo dices tan a la ligera? —pregunta desconcertado.

—Por qué en las pelis siempre pasa eso, sobre todo utilizan la noche para poder hacerlo mejor —respondo encogiéndome de hombros—. Aparte cabe la posibilidad...

—No, ni siquiera lo pienses —me interrumpe.

—Cameron, no puedo estar todo el día en casa, mi única ruta en estos días fue de la universidad a aquí y ni siquiera caminaba.

—Debemos estar seguros, tú protección es lo primero. ¿Dónde quedaron los guardaespaldas que contrató tu padre?

—Me negué a tenerlos —respondo—. Tuve una pequeña pelea con mi padre pero accedió, utilicé de excusa que no supieron protegerme cuando intentaron abusar de mi, entonces no van a poder protegerme nunca.

Sus manos suben masajeándome las pantorrillas distrayéndome por unos segundos pero su tacto es tan relajante que podría quedarme dormida en unos minutos.

—Podrías haber cambiado por otros.

—No me gusta la sensación de estar siendo perseguida cada vez que salgo —murmuro bajando mi cuerpo hasta apoyar la cabeza en el brazo del sofá—. Y mucho menos me agrada la idea de ser perseguida por hombres.

—Comprendo —sonrío cuando él lo hace—. Pero debemos buscar alguna otra manera para manejar tu seguridad.

—Lo haré, no te preocupes —cedo cerrando los ojos un momento.

Aunque no lo admita, me gusta está dinámica, nunca pensé que estaría a solas con un hombre y mucho menos viviendo en su casa por una temporada. La manera en la que me trata Cameron, me hace sentir especial, como si le hiciera muy feliz tenerme aquí.

El hecho de que me trate de la mejor manera no signifique que a veces sienta que estoy privando de su privacidad, mi cabeza vuelve a los pensamientos de que soy un problema para él, un problema que puedo solucionar alejándome, pero con tal de solo observarlo mientras me sonríe, mi pecho se aprieta y por una vez, pensar en alejarme de Cameron, me duele y mucho.

De un momento a otro siento su aroma más cerca y abro los ojos esbozando una sonrisa cuando lo encuentro enfrente mía, casi su cuerpo rozando el mío.

—¿Necesita algo, señor Knight? —pregunto poniendo mis manos en su pecho.

—Eres preciosa —murmura admirándome con su mirada.

Mis mejillas se calientan adoptando un color rojizo en ellas y subo mis manos a su nuca despeinando su cabello en el proceso.

—¿Ya te he dicho lo cursi que eres? —bromeo.

La Musa de mis CancionesOù les histoires vivent. Découvrez maintenant