CAPÍTULO VEINTIDÓS(PARTE DOS)

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Cameron Knight.

Observo la manera en la que el viento mueve su cabello rizado hacia atrás, la forma en el que se eleva su vestido sin ver nada más que parte de sus piernas y el movimiento de su cuerpo mientras trota con la yegua.

Todo en ella montada en el caballo muestra cosas inexplicables dentro de mí, como le dije antes, Brigitte Stanley es una obra maestra, y la imagen que tengo delante mía es para enmarcarla en un cuadro, solamente para mi.

Monta en la yegua como una profesional y en parte lo es, estuvo años de su vida yendo a equitación pero no pude evitar impresionarme en la habilidad que tuvo al montarse en el caballo sin miedo alguno. Mi idea de regalarle los caballos fue mejor de lo que esperaba.

Mucha gente dirá que es una perdida de dinero, pero no es así, tener un caballo en tu posesión es algo que bastante gente anhela, así como Brigitte lo estaba anhelando por mucho tiempo y ver la sonrisa que no cabía en su rostro me hizo saber que mi dinero lo gasté valiendo la pena.

Al principio quise darle unos caballos cualquiera, pero de un momento a otro apareció ese caballo, el caballo de su película favorita, era idéntico a Spirit, por lo que sin dudarlo hablé con el dueño y no tuvo problema en dármelo. Fue más difícil encontrar a Lluvia, pero me rehusaba a tener a otro que no era la compañera de Spirit y sé que eso le hizo más feliz a mi ojitos bonitos.

Seguimos trotando mientras la melodiosa risa de Brigitte inunda mis oídos, nunca voy a decirlo en voz alta, pero su risa es uno de mis sonidos favoritos causando revoloteos en mi estómago. Su sonrisa brilla al igual que sus ojos, lo puedo ver desde la distancia que hay en nuestros caballos y yo sonrío por verla a ella sonreír.

—¡Mira, es el río Támesis! — alza la voz para que la escuche señalando el río.

Me he dado cuenta que Brigitte ama mucho la naturaleza, lo cuida de una manera impresionante, cuando estábamos viendo los lirios, fue demasiado cuidadosa en no pisar ninguno, siempre esperaba ver un bote de basura para tirar algún envoltorio de papel y podría quedarse dos horas con ese papel antes que tirarlo al suelo.

—El anochecer se ve demasiado hermoso plasmado en el río— sigue diciendo parándose justo donde se ve el gran puente de Londres.

—De noche se vas hermoso— musito mirando también el puente.

—¿En serio?

Asiento con una sonrisa pero a la vez lo miro extrañado.

—¿Nunca lo viste de noche con las luces? — pregunto.

— Nunca tuve la oportunidad para verlo bien —articula un tanto avergonzada—. Solo lo veía en fotos.

Sonrío y comienzo a moverme dando vueltas alrededor de ella con el caballo. Empieza a reírse mientras le susurra algo a la yegua. Levanta la cabeza y paro el movimiento murmurando algo a mi caballo.

Brigitte me mira a los ojos y se acerca lentamente con la yegua, el perfecto movimiento que hacen, uno de seducción. Creo que el Mustang está igual o más hipnotizado que yo, nunca pensaría que un movimiento de la yegua junto a Brigitte pudiera cautivarme de tal manera, tienen una conexión impresionante.

Se siguen acercando lentamente hasta estar un palmo de distancia pero no acaba ahí, la yegua sigue moviéndose al lado del Mustang que observa todos los movimientos de su compañera mientras yo miro los movimientos de la mía.

Brigitte murmura algo a la yegua y esta se para dejando el trasero a la vista de mi caballo, la morena se queda justo a mi lado y no me espero lo que va a hacer, en un movimiento rápido y ágil, se mueve saliendo de su yegua para sentarse en mi caballo quedando enfrente mía.

La Musa de mis CancionesWhere stories live. Discover now