CAPÍTULO VEINTINUEVE

2.6K 155 9
                                    

Brigitte Stanley.

Cameron me observa desde la puerta guiñándome un ojo con una sonrisa plasmada en los labios, me muerdo el labio y maldigo internamente a la persona que decidió interrumpirnos.

Me ha crecido una necesidad de fundirme junto a Cameron, colisionar nuestros cuerpos en uno solo bajo las sábanas. Por primera vez en mucho tiempo deseo a un hombre sin temerle a nada ni a nadie. El rostro de Thiago ya no me aparece cuando estoy junto a Cameron, los temblores fueron olvidados mientras mis ganas de estar con él aumentan más y más.

Mi cabeza es un remolino de dudas y emociones mientras mi cuerpo decide entregarse a él y por él. Quiero saciar mis necesidades, mis placeres, mi felicidad junto a él y no con él, quiero por una vez pensar en mi y no en el miedo que me provoca ver un futuro incierto en el que no tengo ni la menor idea de que pueda suceder, vivir el presente dejando al lado el pasado, empezar a vivir mi vida al completo.

Observo de nuevo a Cameron cuando abre la puerta pero me enderezo en el sofá viendo como su sonrisa se va borrando lentamente. Su mandíbula tiembla y aprieta el manillar de la puerta hasta que sus nudillos se vuelven blancos.

—¿Qué hacen ustedes aquí? —inquiere Cameron con la voz temblorosa.

¿Ustedes? ¿Es más de una persona?. Por el rostro de Cameron sé que no le agrada esta visita, su ceño fruncido, su mano temblorosa tocando el manillar y la voz temblorosa demuestran lo que yo viví por mucho tiempo. Miedo.

—No sé si te acuerdas de mi, Cameron —una voz femenina se escucha al otro lado de la puerta.

—Desgraciadamente si me acuerdo pero no sé qué hacen aquí y a esta hora de la noche.

Las próximas palabras hacen que se me hiele la sangre mientras Cameron se queda paralizado sin movimiento alguno.

—Venimos a por Amaia Knight, Cameron.

Me levanto del sofá bruscamente mientras el pulso se me acelera de una manera preocupante que de un momento a otro el corazón puede salir por mi boca. Ahora entiendo el miedo de Cameron.

—No...no pueden llevársela —se interpone en la puerta— Dijeron que me iban a avisar y no ha llegado ni una mierda.

—Amaia no puede quedarse un día más en esta casa.

—¿Qué? ¿por qué? —cuestiona Cameron desesperado— Amaia está perfectamente en esta casa, señora Coppola, no la podéis llevar.

—Cameron, no me hagas utilizar la fuerza, déjenos entrar para llevarnos a Amaia.

—¡No! —grita y un policía aparece enfrente de él, me acerco a él para que nada malo pueda suceder — ¡Es injusto! No habéis avisado y no he podido hablar con ella.

Se pasa la mano por el pelo desesperado mientras su mirada sigue fija en la señora sin importar que un policía esté enfrente suyo. Lágrimas empiezan a brotar de mis ojos con miedo de perder a Amaia, a la princesa.

—Has tenido varias semanas para hablar con ella, ¿no has podido o no has querido?

—¡Explícame como mierda le puedo decir a una niña de seis años que le quitarán lo único que tiene! —grita pedido en sí—. ¡Yo soy lo único que tiene! Y ella... ella es lo único que yo tengo. Dime cómo carajos le diré que será arrebatada de mis brazos cuando menos me lo espere.

—Ella necesita protección, la llevaremos a un lugar seguro.

—¡Un lugar seguro no es un maldito orfanato! Soy yo...yo soy su lugar seguro. Ella me necesita, Chiara. No nos puedes hacer esto, por favor.

La Musa de mis CancionesKde žijí příběhy. Začni objevovat