CAPÍTULO CUARENTA Y OCHO

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Cameron Knight.

Me mantengo de pie apoyando la espalda en la pared de la sala, dentro de la casa de Milán Stanley. Todo el mundo está en silencio esperando aunque sea una mínima pista de donde se encuentra Dalila secuestrada. No hace falta pensar mucho para saber que quien tiene atrapada a la hermana número cuatro es Thiago Miller y Alessandro Lombardi.

Mis ojos se dirigen hacia toda la familia viendo desde Eleonor que se mantiene en el sofá con el mentón sobre las rodillas ya que tiene las piernas subidas al sofá y la mirada perdida, Coral no deja de llorar con la cabeza en el regazo de la hermana más mayor que intenta controlarse para no soltar a llorar y creo que lo hace para mostrarse fuerte ante sus dos hermanas. Evelyn y Milán junto a Amaury como unos de los más altos rangos policiales se encuentran trabajando en la casa, para ser exactos, en el patio con una fila de oficiales dando órdenes, pero la preocupación sigue marcando sus rostros.

Mis ojos viajan hacia Jeremy que tiene un hielo envuelto en una tela poniéndolo en su labio mientras aprieta los puños de la rabia, más bien de impotencia por no haber podido hacer nada. No ha querido irse de aquí hasta no saber como se encuentra Dalila. Paso mi mirada por Génesis que se encuentra llorando en la isla de la cocina con una taza de té dándonos la espalda, pero sus hombros la delatan sabiendo que está llorando en silencio y por último veo a Bertita en la puerta principal de la casa, como si supiera que falta alguien en está casa, como si sintiera las vibras llenas de tristeza y enojo en este lugar, lo que le hace estar en el mismo estado.

Pero aquí falta alguien aparte de Dalila y es Brigitte, que se encuentra en su habitación durmiendo, o eso es lo que cree que pienso porque sé perfectamente que se despertó hace bastante tiempo, sus lágrimas cayendo por sus mejillas la delatan. No le he dicho nada porque sé que ahora mismo soy una de las personas que menos quiere ver y no voy a negar que eso me duele, pero lo volvería hacer si así siguiera conmigo.

Sé que para ella no era un momento para sedarla, no quería una pastilla que le bajaran las defensas quedándose dormida al instante pero no podía verla teniendo otro ataque, no podía tener otro ataque. Uno más y desataría un caos en su cabeza, eso mismo dijo la doctora Mackenzie, uno más y deberíamos internarla porque sería un peligro para ella mantenerse en casa ya que sus pensamientos siempre acabarían en una sola cosa: Morir.

Y es por eso que no tuve otra opción que darle una pastilla, recetada por Mackenzie para controlar sus ataques. Brigitte las tiene en su habitación pero yo robé un par de ellas guardándolas en mi cartera si sucede alguna emergencia. Pero el problema es que esas pastillas son como una droga, algo que no siempre le voy a poder dar y puede que ese no sea uno de los peores ataques que tuvo pero no era el momento para tener uno y me vi en la obligación de dárselo.

Veo a Amaury con su uniforme policial entrando hacia la casa y el recuerdo de Brigitte diciéndome que él podría ser el tutor legal de Amaia llega a mi cabeza. Me muerdo el labio observándolo hablar con Jeremy pero levanta la vista para verme, esos ojos de diferente color que siempre me llamaron la atención, lástima que no heredé el color azul pero tampoco me quejo del marrón. Esboza una pequeñísima sonrisa antes de darle unos toques en el hombro al chico rubio para caminar en mi dirección.

—¿Cómo se encuentra Brigitte? —indaga cuando se queda enfrente mía.

—Bien, pensando en las mil maneras para matarme —murmuro haciéndole sonreír y una sensación extraña llega a mi estómago—. Sigue en la misma posición que todas las veces que fui a su habitación.

La mano de Amaury cae a mi hombro dándole un suave apretón que de manera inexplicable eso me reconforta.

—Solo dale tiempo, es normal que esté algo enojada porque lo último que quería era dormir, pero hiciste bien en pararlo antes de tiempo.

La Musa de mis CancionesTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang