CAPÍTULO TREINTA Y UNO

3.4K 164 10
                                    




Brigitte Stanley.

Suelto un bostezo y mi boca no se puede abrir más, escucho una suave risa y mis mejillas se calientan mientras pongo mi mano sobre mi boca terminando de bostezar.

Froto mis ojos y me arropo mejor al sentir frío, coloco mi Tablet entre mis piernas mientras observo a la psicóloga Mackenzie a través de la pantalla. Esta vez lleva unas gafas mientras tiene su conocido boli y el cuaderno que suele usar para el trabajo.

—Lamento si tienes que levantarte temprano —murmura dándome una mirada de disculpa—. Era la única hora que tenía libre.

Niego con la cabeza restando importancia.

—No te preocupes, fui yo la que te dijo que necesitaba una sesión tuya. Aparte no es como qué esté durmiendo mucho ahora.

—Pues aquí me tienes.

Sonrío y de un momento aparecen mis nervios. Mackenzie sonríe ladeando un poco la cabeza de nuevo analizándome como siempre.

—¿Cómo estás? —pregunta aligerando un poco la tensión.

—Podría estar mejor —me encojo de hombros.

Enarca una ceja y se coloca las gafas con el dedo.

—¿A qué se debe este bajón?

—Pasaron muchas cosas en tan poco tiempo —la miro a través de la pantalla cautivada por sus ojos azul electrizantes—. Estoy un tanto abrumada. ¡Podría morir de una sobredosis de emociones!

Mackenzie suelta una risa negando con la cabeza. Durante estos pocos meses hemos cogido algo de confianza por lo que puedo soltarme más con ella y ella al igual lo hace conmigo dejando un poco su lado profesional, pero siempre manteniendo la postura.

—Bien ¿qué tal si empezamos poco a poco? —asiento mientras bebo agua de un vaso que no sé cuánto tiempo lleva ahí— Dime lo qué te tiene más preocupada.

—Bueno, hay dos cosas que me tiene preocupada, pero hay una que me tiene más preocupada todavía —respondo dejando el vaso en la mesita de noche—. Asuntos sociales se llevó a la hermana de Cameron, Amaia. Pues eso es lo que me tiene más preocupada, es decir, sé que la están cuidando bien, o eso espero, pero joder, ella necesita su hermano. No sé cómo se está sintiendo ella ahora mismo, apenas tiene seis años, pero es muy lista y puede tener malos entendidos. ¿Qué pasa si piensa que Cameron la abandonó?¿O qué ya no la quiere?¡Dios! Cameron ama a su hermana y se la arrebataron sin ningún escrúpulo.

Mackenzie me observa para luego asentir lentamente. Siento como mis ojos quieren llenarse de lágrimas pero los reprimo.

—¿Qué vínculo tienes con la niña? —Inquiere.

—Una muy bonita —sonrío recordando la cara de mi pequeña y Mackenzie esboza una pequeña sonrisa—. Esa niña es un ángel, el primer día que nos conocimos, conectamos de una manera impresionante. Desde ese entonces siento que yo soy como su mejor amiga y ella es una hermana pequeña para mí, la quiero mucho.

—Se nota, cuando hablas de ella te brillan los ojos —murmura poniendo los antebrazos en la mesa donde tiene puesto su laptop—. ¿Y cómo te lo tomaste?

—Muy mal, ha pasado tan de repente que apenas he podido procesarlo. Se la llevaron en navidad, joder, un día que tenía que ser especial acabó en Cameron destrozado, Amaia gritando el nombre de su hermano mientras lloraba y yo sintiendo que quitaban algo en mi.

—¿Esto te está afectando mucho?

—Nunca imaginé que me afectara tanto, pero si. Pero si te soy sincera no estoy preocupada por mi —contesto y suelto un suspiro— Me preocupo por Cameron, no lo está tomando bien y por lo que me ha dicho su amigo, él está manteniendo su dolor a base de... alcohol.

La Musa de mis CancionesWhere stories live. Discover now