CAPÍTULO TREINTA Y SEIS

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Cameron Knight.

Observo a las personas que entran por la puerta principal de mi estudio por la ventana de un pequeño cuarto y me levanto de la silla sin poder creérmelo.

Salgo de la habitación con los puños cerrados y camino ignorando a las personas aun cuando sus miradas las tengo sobre mi nuca, la molestia crece en mi adentrándome al despacho en donde Alonso se encuentra sentado.

Como si me estuviese esperando, nada más entrar sus ojos se fijan en mi. Puede ver mi molestia pero ni siquiera se inmuta, su mirada es neutra haciendo que la molestia crezca en mi. Me adentro cerrando la puerta tras de mí y pongo las manos en el escritorio quedando enfrente de él.

—¿Me puedes explicar que mierda hace The London eye en mi estudio? —cuestiono controlando mi molestia.

La única respuesta son las cejas alzadas de Alonso mientras se pone de pie, quedando a la misma distancia que yo.

—¿Ya llegaron?

—Lamentablemente están aquí y ni siquiera lo sabía —respondo observando sus ojos negros.

—Si te lo hubiera dicho, ¿aceptarías? —inquiere cruzándose de brazos.

Mi silencio lo dice todo, es obvio que diría que no. The London eye, aunque es uno de los mejores canales televisivos, es el peor para los famosos o las personas que lleguen a hacer un trato con ellos.

—Acepté tener una entrevista con ellos —musito poniendo la misma postura que Alonso—. Pero jamás acepté que me entrevistaran en mi lugar de trabajo, para eso, ellos ya tienen uno.

—Te lo advertí, Cameron.

—¿Qué mierda me advertiste, Alonso? —lo desafío sin dejar de observarlo al igual que él hace conmigo.

Rodea la mesa aun con sus brazos cruzados por debajo de su pecho marcando sus músculos bajo su camiseta térmica de manga larga color negro. Se pone enfrente mía retándome con la mirada.

—Te dije que te pusieras las pilas y te lo pasaste por el culo. La mierda que llevas encima no es un juego, Cameron —habla con voz calmada sorprendiéndome—. Sacaste uno de tus singles, si, y tuvo mucho éxito, te felicito. ¿Tu álbum? No veo avances sobre ello y lo quiero lo antes posible, pero sé que en tu estudio la presión no existe, pero ¿entonces cuando carajos terminarás ese álbum?. Las entrevistas, se te olvidaron dos de las jodidas entrevistas que tenía para ti marcadas en tu agenda para esta semana ¿y que recibí de ti?, nada, ni una disculpa, porque fui yo el que quedó en vergüenza cuando ellos se dieron cuenta de que les dejaste plantado.

Aunque su voz suene calmada, sus ojos dicen lo contrario. Al igual que yo, él está molesto y por más que quiera negarlo, sé que él tiene razón. Me desconcentro fácilmente desde el día en el que apareció Brigitte golpeada en casa, mi necesidad de protegerla hace que no quiera separarme de ella, perjudicando así mi trabajo.

Relajo mis facciones aunque mantengo mi postura defensiva, la molestia sigue en mi pero una pizca de culpa llega a mi. Alonso no lo está pasando bien tapando mis errores y yo no he hecho ni la mínima parte, lo admito. Por lo que mi molestia se desvanece soltando un suspiro.

—Tienes razón, tus palabras me las paso por el culo —admito sentándome en la silla.

Las cejas de mi productor se alzan y la sombra de una sonrisa aparece en su rostro.

—Al menos lo has admitido, de una forma retorcida pero lo has hecho —se sienta en la otra silla quedando al lado mía.

—No me gusta que las personas de ese canal televisivo estén en mi estudio —murmuro regresando mi vista a él—. Pero se porque lo has hecho.

La Musa de mis CancionesWhere stories live. Discover now