CAPÍTULO CUARENTA Y UNO

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Cameron Knight.

Me remuevo sobre las sábanas apretando los párpados por los rayos de luz que provienen de la ventana. ¿Desde cuándo hay tanta luz en la habitación?. Abro los ojos lentamente pero los vuelvo a cerrar cuando no aguanto la luz del sol y es ahí cuando recuerdo que ya no estoy en mi habitación del departamento, sino en la de mi casa nueva.

Suelto un resoplido obligándome a abrir los ojos con una nota mental de bajar todas las noches las persianas y comprar varias cortinas. Giro la cabeza encontrándome una cabellera rizada y no puedo evitar sonreír, no sé en qué momento se ha alejado de mí pero en la posición en la que se encuentra, es digna de fotografiar.

Tanteo la mesita de noche buscando mi móvil y pongo la cámara sacando una foto apreciando la belleza inusual de la morena que se encuentra a mi lado. Me muerdo el labio observando su espalda desnuda, la parte de abajo lo tiene tapado por las sábanas. Está tumbada boca abajo, parte de sus pechos sobresalen pero no da para observar de más, su pelo rizado está esparcido por la almohada y parte de su cara, los brazos los tiene por debajo de la almohada, tiene el entrecejo levemente fruncido y sus labios entreabiertos soltando pequeños suspiros.

Me acerco más a ella quitándole el pelo de la cara haciendo que mis dedos rocen su rostro angelical. Puedo pasarme horas observando la manera en la que duerme, como refunfuña entre sueños y venerarla desnuda las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana.

Acaricio levemente con mi dedo índice su ceño fruncido para pasar por su nariz y rozar sus labios terminando con su mandíbula. Poso mis labios en su mejilla haciendo que se remueva, beso su sien, su nariz, prácticamente todo su rostro hasta llegar a sus labios entreabiertos y con mi dedo doy caricias circulares sobre su espalda.

Beso varias veces sus labios y suelto una risa cuando comienza a corresponderme. Le doy pequeños besos cortos y suaves, en algún momento siento como se remueve entre las sábanas comenzando a despertarse.

—Otro —pide con voz ronca con los ojos cerrados y lo hago.

Le doy un casto beso que la hace sonreír, abre sus ojos lentamente conectándolos con los míos pero suelta un suspiro volviéndolos a cerrar.

—¿Cuándo será el día en el que te despiertes y me dejes dormir? —murmura hundiendo la cara en la almohada.

—Y quiero —dejo un camino de besos por su cuello—. Pero no puedo —paso mis labios sobre su hombro—. Necesito sentirte en cada momento.

Me pongo detrás de ella besando parte de su espalda, poso mis labios en su omóplato izquierdo y coloco los antebrazos uno en cada lado de ella para sujetar mi peso sin aplastarle.

—Dormir es muy importante para la salud, Cameron —musita ahogando un jadeo—. Y no creo ni que haya dormido cinco horas.

—El sexo también es muy importante —susurro sobre su cuello —. Mejora el sueño —hago un camino con mi lengua hasta su lóbulo de oreja y lo muerdo suavemente—. Te quita el estrés —con una de mis manos acaricio su cintura—. Evita peligros para tener ataques del corazón.

—¿Algo más, doctor Knight? —inquiere burlona.

Hago un sonido de afirmación con la garganta pero no digo nada. Me enfoco en besar su cuello sacándole jadeos que son ahogados por su almohada. Siento como mi polla se endurece rozando su trasero desnudo, lamo y chupo su punto sensible provocándole un gemido que me hace sonreír.

Levanta la cabeza de la almohada mirando con una ceja enarcada pero sonríe dándose la vuelta quedando su rostro cerca del mío. Mi mirada viaja por todo su cuerpo sintiendo como mi pecho se hincha al ver las pequeñas marcas que adornan su cuello y parte de sus tetas.

La Musa de mis Cancionesحيث تعيش القصص. اكتشف الآن