CAPÍTULO CINCUENTA Y SEIS

2.3K 155 54
                                    

Cameron Knight.

15 de Abril.

Nunca me había sentido tan perdido, tan roto, tan vacío.

Como hasta ahora.

No sé donde estoy, no sé qué siento, no puedo descifrar cómo estoy. Lo único que sé es que ojalá pudiera volver atrás en el tiempo.

Cada herida quema en mi piel, arde como el mismo fuego adentrándose en mi cuerpo, pero el problema es que las heridas que tengo en él, están dentro, algo imposible de sanar.

Sentimientos y emociones que hace días quería controlarlas, hoy ya no quiero. Hoy quiero destruir cada emoción, cada maldito sentimiento para quedar en nada. Quiero ignorarlos y que dejen de doler, que dejen de quemar. Siento como cada segundo que pasa, me ahogo, el agua va cubriendo parte de mi cuello y que dentro de nada me hundirá con ella, con todas las emociones hasta caer en un colapso.

Nunca nadie me había enseñado como tengo que vivir con un corazón roto, no, un corazón vacío en donde cada pieza que lo mantenía estable se fue cayendo, trozo por trozo y cada trozo se hacía más pequeño hasta dejar mi corazón hecho polvo.

Y nunca nadie me había preparado para vivir sin ella. Lo que queda de mis días sin ella, sin lo que era su esencia. Sin volver a respirar su olor a jazmín. Sin volver a ver sus ojos miel verdosos que me habían cautivado desde el primer día que la vi, un segundo en donde sus ojos y los míos chocaron, en ese segundo yo ya había caído por ella. Y ahora caigo por ella en un vacío en donde no quiero encontrar luz.

Camino sin dirección alguna con la mirada perdida, con la mente nublada y con ganas de perderme en este mundo. Mi corazón pide que lo desgarre y lo lance a un lugar seguro en donde ya no haya dolor. Ya no quiere latir si no tiene a su compañero de melodías aquí.

Alzo la cabeza hacia el cielo mirando las nubes grises y cierro los ojos cuando la primera gota de lluvia cae en mi mejilla mezclándose con el agua de mis lágrimas. Vuelvo a abrir los ojos para enfocarlas de nuevo en el cielo, en donde espero que el alma de Brigitte Stanley esté. Un lugar seguro donde nadie podrá destruirlo como quieran.

Porque sé que aquí, ya no hay nada de lo que era ojitos bonitos. Ya no.

La fueron destruyendo poco a poco, cada obstáculo que le ponía la vida le dejaba heridas incurables pero ella por querer vivir, por querer experimentar que era la felicidad, ponía una pequeña venda en cada herida interna que con el paso del tiempo se desvanecerían.

Y yo llegué tarde para salvarla.

Ella me pidió ser libre, libre de dolores. Libre de cada herida que mantenía en el cuerpo.

Ella...estaba agotada. De vivir.

Mi vista viaja hacia el anillo de promesa que le di en Jamaica. Ese anillo al que se aferró con fuerzas. Ella estuvo esperando por mí, sabía que yo iría a buscarla y nunca perdió la esperanza.

—Cameron...—volteo la cabeza cuando me nombran encontrándome a Amaury en medio de la calle.

Sin decir más, asiento con la cabeza. No quiero escuchar ninguna voz que no sea la de mi hermosa y malhablada novia. Camino en dirección a mi padre, cierro los ojos cuando coloca su mano en mi hombro, no quiero ningún apoyo, ya nada me reconforta.

Miro su rostro con sus ojos enrojecidos y cristalizados conteniendo las lágrimas. Quiero decirle que llore por mí, llore por los dos porque yo me siento vacío. Aún mantiene su uniforme al igual que yo, con manchas de la sangre de ella.

Paso por su lado empezando a caminar con las manos en el bolsillo, el frío cala mis huesos mientras las gotas de lluvia empiezan a caer de manera constante. Las puertas automáticas del edificio se abren dejándome pasar, hago una mueca de desagrado y sin mirar más allá de lo que me importa, sigo caminando pero solo tengo ganas de darme la vuelta y salir huyendo.

La Musa de mis CancionesOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz