CAPÍTULO CUARENTA Y CUATRO

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Brigitte Stanley.

Hoy tengo un nuevo propósito.

Que no me echen de la clase.

Si, efectivamente, el nuevo propósito de hoy es intentar que no me echen de clase. Estas últimas semanas me he pasado más en el pasillo que en el aula, bueno, para que mentir, llevo casi todo el curso desde que empezó siendo sacada de la clase por la señora Harvey.

Si termina la hora y yo sigo en la clase, es un maldito milagro. Me echan ya sea por hablar con Génesis, por reírme de los comentarios tan repentinos de Matías pero últimamente son por las peleas que tengo con James, un jodido dolor en el culo.

Por lo que hoy decidí, mientras estiraba mis piernas después de haber tenido sexo mañanero, jodido placer da el sexo por las mañanas, santo bendito. Bueno, mientras estiraba mis piernas entumecidas por el gran sexo que tuve, estuve pensando que no puedo seguir así, no soy una cría para que me echen de clase y tampoco es que me porte mal... no tan mal. Por lo que, he decidido que me mantendré callada por el resto de la clase prestando atención a la señora Harvey.

Así que con una sonrisa en mis labios, me adentro hacia el aula pasando una mano por el pelo para quitármelo de la cara. Camino y mis ojos se dirigen hacia la profesora que me observa con total indiferencia, pero hoy...hoy decidí no ser tan hija de puta y no demostrar mi odio hacia ella.

—Buenos días, señora Harvey —le saludo con fingida emoción porque lo último que quiero es ver a la señora Harvey.

—Buenos días —responde secamente haciendo que respire hondo sin dejar de sonreír—. ¿Estás bien?

—Perfectamente.

—Bien...—me mira dudosa antes de darme la espalda por lo que me dirijo hacia mi sitio dándole una mirada de desprecio a James.

Suelto un suspiro sacando mis materiales, enciendo la laptop abriendo un documento nuevo y al lado coloco mi archivador junto a un bolígrafo. Minutos después llega Génesis y le sonrío cuando me recibe con un beso en la mejilla, aunque es más en la comisura de mis labios.

Me enderezo en el asiento y vuelvo a sonreír cuando es Matías quien aparece por la puerta, me saluda con la mano a lo que yo hago lo mismo, se pone detrás mía y prácticamente apoya la cabeza en la mesa cerrando los ojos.

—¿Qué te pasa? —inquiere Génesis mirándome con el ceño fruncido.

—¿A mi?

—Si, a ti, estás rara —me señala con el dedo acercando su rostro el mío —Estás como muy contenta ¿no?

—Solo quiero sonreírle a la vida incluso cuando ella me de patadas sin cesar —respondo y me aclaro la garganta—. Aparte, hoy tengo un propósito y es hacer que no me echen de la clase.

Escucho como alguien resopla y giro la cabeza rodando los ojos cuando James tiene sus ojos puestos en nuestra dirección con una sonrisa burlona.

—Literalmente en dos semanas, tres veces te has quedado en clase, los demás días te echaron —se burla y una sonrisa burlona aparece en mi rostro.

—Mejor no hables porque tu en toditas viniste conmigo —borra su sonrisa haciendo que la mía crezca—. En algún momento te acostumbrarás.

—¿No te da vergüenza que te echen de clase?

—Vergüenza me daría suplicar para que no lo hagan, así como tú —le señalo con el dedo—. Y mucho menos a una señora como esa.

—¿Dijo algo, Brigitte? —aparece la señora Harvey de la nada sobresaltándome. Se pone a mi lado de brazos cruzados, trago saliva y niego efusivamente.

La Musa de mis CancionesNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ