CAPÍTULO 12: Bajo Ambas Identidades

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CAPÍTULO 12

(Astrid)

Estaba tranquilamente leyendo cuando noté a alguien sentándose a mi lado. Giré la cabeza para encontrarme con mi mayor pesadilla en aquellos momentos. Miraba hacia el horizonte indiferente a mi presencia, como si fuese casualidad el que hubiese decidido sentarse ahí. Pero ambos sabíamos que no lo era.

— ¿Qué quieres? — pregunté marcando el libro en la página en la que me había quedado.

— ¿Qué leías? — evadió mi pregunta y miró hacia mi regazo donde estaba el libro.

— ¿A eso vienes? ¿A preguntarme qué estoy leyendo?

Alzó la vista hacia mis ojos y apoyó su cabeza en su puño y su codo en el respaldo del banco.

— ¿Qué leías? — insistió de nuevo.

Y por la forma en la que me miraba deduje que lo decía en serio, aunque solo fuese una forma de iniciar la conversación que acabaría vertiendo en el verdadero motivo por el que se había sentado a mi lado. 

— Pues...estaba leyendo "Bajo la misma estrella" — dije enseñándole la portada del libro.

Negó con la cabeza y suspiró —. Has perdido un poco del respeto que te tengo — dijo apartando su brazo del respaldo y recuperando su primera posición.

— Al menos a mi me queda — dije guardando el libro en mi mochila.

— No niegues que es una cursilada.

— Está bien para pasar el rato y a la mayoría de las chicas les gusta que los chicos sean igual de dulces que Gus.

— ¿Tú estás entre esa mayoría?

— ¿Quién te ha dicho que a mí me gusten los chicos? — me crucé de brazos y le miré esperando ver su expresión y respuesta, riéndome un poco de él.

— Sé lo que es que te gusten las tías porque a mí también me gustan, créeme, te van los tíos, te guste o no — dijo con seguridad —. Ahora contesta a la pregunta.

Me resigné a contestar al principio dado que no tenía por qué explicarle nada, pero ya me daba igual todo y finalmente lo hice —. Puede que una parte de mí sí, pero la otra vomita arcoíris solo de pensarlo.

— ¿Qué parte prefieres?

Le miré sin saber muy bien a qué se refería. ¿Qué preferiría contestar hablando con él? 

¿Cuál de las dos prefiero ser delante de él? ¿Una chica tímida y callada como Rata, o alguien a quien no le importa nada ni nadie, vive al límite pero rebosa confianza y seguridad como Adrenalina?  

— Ambas.

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(Harry)

Estuvimos un rato hablando sobre distintas cosas, estando en desacuerdo en unas y acuerdo en otras. Tenía una personalidad un tanto complicada y difícil de descifrar.

— Va a sonar dentro de nada, deberíamos irnos. Me debes una tutoría — dije levantándome y con una media sonrisa en el rostro acompañando a mi intento de quincharla.

No dijo nada, pero su mirada me lo decía todo, pidiéndome que no se lo recordase.

En el trayecto desde el jardín hasta mi moto estuve pensando en cómo narices iba a enterarme de si conocía o no a Adrenalina ¿Eran novios o algo? ¿Estaba quedando con la novia de mi mayor rival de carreras? Fuese lo que fuese, me molestaba pensar que tenían alguna relación. ¿Por qué? ni yo mismo era capaz de responderme. 

Llegamos a la moto y me monté. Ella dirigió su mirada hacia la misma con una expresión que no conseguí descifrar. Puede que indecisión.

— No te va a morder — dije pasándole un casco.

— No es eso, es que...nada — dijo cogiendo el casco y colocándoselo en la cabeza.

— No es bueno callarse las cosas, te arriesgas a perder la oportunidad de que te digan lo que quieres oír — le informé colocando las manos sobre el manillar.

— También puedes arriesgarte a que rechacen tu petición. — Se sentó detrás mía y rodeó mi cintura con sus brazos a la vez que apoyaba su cabeza sobre mi espalda haciendo que me recorriese un escalofrió por todo el cuerpo — Las cosas penden de un hilo, y prefiero no arriesgarme a perder lo que ya tengo, por mucho que quiera otras cosas.

Sentí su voz vibrar contra mi piel igual que sus palabras por mi mente. No sabía que quería decir con eso, pero cada vez que se evadía de un tema de esa manera y, de una forma u otra, confesaba lo que realmente pensaba, captaba más y más mi atención. Me dejaba con la incertidumbre de saber si hablaba por experiencia o no, y de cuál había sido esa experiencia. 

— No tengas miedo del no. Si te lo dicen personas que no merecen la pena, deberías temer el que te importe su opinión, no el que te nieguen algo. 

— No te preocupes, no me importa tu opinión — dijo quitándole toda la seriedad al tema. Supe, aún sin verla que había sonreído.

— Ja, yo merezco la pena nena — dije sonriendo.

— No vuelvas a llamarme así — demandó.

Encendí el motor y seguí sonriendo —. Lo que tú digas..., nena - la provoqué entretenido con su reacción.

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Doble Identidad (H.S)Where stories live. Discover now