CAPÍTULO 21: La Pelea

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CAPÍTULO 21

(Astrid)

Abrí los ojos lentamente y me desperecé en la cama, sintiendo la presencia de Louis a mi lado. Gracias a Dios mi cama era bastante grande y no nos molestamos el uno al otro durante la noche. Se había quedado dormido con la ropa que llevaba la noche anterior y olía a tabaco y cuero.

Me levanté justo después de colocarme las gafas y me acerqué a la ventana para poder abrirla. Corrí la cortina y la abrí recibiendo una corriente de aire frío del exterior. Acariciaba mi pelo y mi rostro dejándome la piel de gallina. Aspiré el olor a lluvia que había quedado como huella de la noche anterior y alcé mi vista al cielo nublado. Me encantaba el olor a lluvia, era lo que más me gustaba de vivir en Inglaterra, el olor a asfalto y a hierba mojada. Cogí mi bata lila y me la puse para no pasar tanto frío.

— Cierra la ventana que refresca — oí la voz adormilada y quejica de Louis a mis espaldas. Me giré para ver cómo se cubría hasta arribas con las sábanas.

— Hora de levantarse — dije acercándome a la cama con la intención de quitarle las sábanas.

— Son solo las 9:13 — informó mirando el despertador sobre la mesita de noche.

— Y yo tengo hambre. Venga vamos a desayunar — dije a la vez que me dirigía a la puerta.

— No quiero cruzarme con Claire.

— No llames a tu madre por su nombre — le regañé.

— Ella me llama a mí por el mío ¿no? ¿Y por qué no me lo traes y me tomo el desayuno en la cama? — sugirió incorporándose levemente.

— Ah claro, ¿desea que le haga algo más su majestad? ¿un masaje de pies? ¿un racimo de uvas? ¿un harén? — pregunté irónica.

— Las uvas que sean verdes por favor.

Le lancé un cojín del sillón dándole en la cara. Se quejó.

— Vamos, puede que aún no se haya levantado y no tengas que cruzarte con ella.

— Está bien — accedió.

Se levantó y, tras ponerse las zapatillas, me siguió al piso de abajo. Inmediatamente un olor a gofres inundó nuestras fosas nasales al momento de entrar en la cocina. El rostro de Louis se iluminó al entrar y ver a Ellie preparando el desayuno. Corrió hacia ella y la abrazó por detrás, sorprendiéndola en el acto.

— No sabes cuánto te he echado de menos Ellie.

Ambas reímos.

— ¿A mí o a mi comida? — dijo con expresión divertida.

— A ambas — admitió con una sonrisa.

— Yo también te he echado de menos Boobear — dijo a la vez que le acariciaba la mejilla.

— Ellie, te he dicho mil veces que dejes de llamarme así, ya no soy un niño pequeño — habló a la vez que tomaba sitio en la mesa.

— Pero siempre serás mi Boobear — dijo mientras nos servía a cada uno un plato con dos gofres y un vaso de zumo.

Se sentó en frente nuestra y se puso lo mismo en su plato, dando comienzo al desayuno. Hablamos y reímos, sin poder quitar la sonrisa de nuestra cara. A veces deseaba que mis padres nunca se hubiesen divorciado. Puede que ellos no nos hubiesen prestado la atención que necesitábamos, pero siempre nos teníamos nosotros tres, Louis, Ellie y yo. Como en los viejos tiempos.

— Buenos dí- — No terminó de decir la frase ya que al momento de entrar en la cocina, cruzó su mirada con la de Louis. La tensión en el ambiente se hizo casi palpable, me agobiaba. Se cruzó de brazos y se relamió los labios — ¿Se puede saber que haces aquí?

Doble Identidad (H.S)Where stories live. Discover now