CAPÍTULO 31: El Chantaje

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CAPÍTULO 31

(Harry)

Mierda. No había caído en la cuenta de que Dylan podría habérselo contado.

GILIPOLLAS HARRY, GILIPOLLAS, eso es lo que eres.

A ver qué le decía yo ahora a Astrid para que no pensara que lo hacía porque quería ocultarla algo, sino porque me sentía avergonzado de cómo me comporté al ver a Dylan en calzoncillos. Si le decía eso iba a quedar como un tonto y delataría el cómo me sentí al pensar que Dylan y ella estaban juntos.

Había pasado una semana y tres días desde que hablé con Astrid por última vez ya que por alguna razón se me estaba haciendo imposible coincidir con ella. Sentía que me estaba evitando, que es lo que probablemente estaba haciendo.

Era viernes y me encontraba fuera, sentado sobre mi moto, esperando al timbre de salida. Me salté la última clase ya que 1. me aburría y 2. me daría más ventaja para poder ver a Astrid a la salida. Tenía que venirme con alguna excusa para explicarme, y aún habiendo tenido más de una 1 semana para pensar en ella, no se me había ocurrido ninguna y dudo de que se me fuese a ocurrir alguna pronto. Pero no podía tirarme el resto de mi vida sin hablar con Astrid por ello.

Vi como salía por las puertas del instituto. Se dirigió a un coche gris que acababa de pararse delante de la acera. Se acercó y se subió a él mientras sonreía a la persona que iba sentada en el asiento del conductor. Arranqué el motor cuando vi que se ponía en marcha y comencé a seguirlo, manteniendo las distancias claro, no iba a arriesgarme a que Astrid me viera por el retrovisor y me tachara de acosador.

Pensaba que el coche se dirigía hacia su casa, pero tomó un desvío distinto al que esperaba. Después de unos 5 minutos paró en una calle llena de pequeños comercios, desde tiendas de ropa hasta librerías. Todavía a unos cuantos metros del vehículo, estacioné la moto sin quitarme el casco. Astrid bajó del coche con una bolsa de deporte colgada del hombro. Se despidió del conductor/a y caminó unos metros mientras el coche se alejaba. Entró en un establecimiento llamado StreetFlow que, por las pintas, aparentaba ser un gimnasio. Aparqué la moto y dejé el casco, caminando en su dirección.

¿Qué narices hacía Astrid en un gimnasio?¿Acaso también era voluntaria?¿O trabajaba allí?

Entré por la puerta pocos minutos después de que entrara Astrid y al no verla por ningún sitio me acerqué al mostrador. El chico alzó la vista al oírme aproximándome y fue cuando me di cuenta de quién era.

- ¿Josh? - pregunté sorprendido de verle ahí.

- ¡Harry! - dijo animado e igual de sorprendido que yo al verme -. Cuánto tiempo - habló alzando la mano para que yo se la diese.

Se la choqué y le pregunté - ¿Qué haces tú aquí?

- Trabajar. Mi madre me dijo que si quería dinero que me lo ganara yo, y aquí estoy - me explicó, a lo que asentí.

- Me alegro de verte de nuevo tío, por cierto, ¿acaba de entrar una chica de cabello castaño y ojos azules? - pregunté sin rodeos.

- Puede ser, ¿por qué lo preguntas?

- Solo..., es amiga mía y quería hablar con ella.

- Lo siento Harry, pero no puedo revelar información de los clientes.

- Entonces es clienta aquí... - dije elevando una ceja y mirándole victorioso haciendo que se diese cuenta de que la había cagado y consecuentemente haciendo una mueca. - Se llama Astrid Rosefield, va a mi clase. Te prometo que no pasara nada, ni le diré a nadie lo que me has dicho - dije con complicidad.

Doble Identidad (H.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora