CAPÍTULO 42 (Parte 3): Amistades del Pasado

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CAPÍTULO 42 (Parte 3): Amistades del Pasado

(Harry)

Aparté mi vista de la carretera y la posé sobre la chica a mi lado durante unos segundos. Ella andaba absorta mirando las calles a través del cristal de la ventanilla y no se percató de mi acción. No me hizo falta más que aquel instante en el que mi mirada se topó con su perfil para darme cuenta de lo hermosa que era y de lo afortunado que me sentía de tenerla en mi vida. Yo era muy consciente de que Astrid aún se guardaba muchas cosas para sí misma, sin embargo yo estaba dispuesto a esperar el tiempo que hiciera falta hasta que ella estuviera preparada para contármelo, aunque me matara la curiosidad. Además, el que tuviera la capacidad de sorprenderme cada día más era una de las cosas que más me gustaban de ella.

Todavía me sentía algo avergonzado por haberme comportado de aquella manera en el restaurante cuando lo único que quería hacer Astrid era ayudarme al ser consciente de que mi situación económica no era la mejor. No consideraba que mi familia fuera pobre ni mucho menos, pero es cierto que mi madre a veces se veía en la necesidad de acortar algunos gastos o de trabajar horas extra, por ello era yo quien cuidaba de Gemma la mayor parte del tiempo, era lo mínimo que podía hacer yo desde que murió mi padre.

Sabía de sobra que Astrid no era la clase de persona que juzgase por no poder tener ese tipo de cosas, pero es muy probable que mi orgullo se dejara influenciar por su entorno familiar y deseara poder cumplir con mi palabra de poder invitarla a cenar en nuestra primera cita, lo cual al final solo me hacía sentir ridículo ya que lo único que había conseguido era ponerla en una difícil situación.

Me alegraba que por lo menos hubiésemos podido hablar y solucionar las cosas, porque no me lo habría perdonado si la hubiese vuelto a perder.

— Siento mucho el que la noche no haya salido como planeada, prometo que te lo compensaré — dije rompiendo el silencio cómodo en el cual nos habíamos visto inmersos.

Giró la cabeza para mirarme nada más escuchó mi voz —. ¿De qué hablas? Estoy inmensamente feliz — la miré no esperándome aquella respuesta a lo cual ella se percató de lo que acababa de decir provocando que se sonrojara y apartara la mirada tímida durante unos instantes. Carraspeó ligeramente recomponiéndose antes de volver a hablar mientras yo no dejaba de sonreír —. Además, la noche no ha acabado — dijo volviendo a posar sus ojos en mí a lo cual yo hice lo mismo con ella —. Y yo tengo hambre — manifestó, y por su mirada pude deducir que tenía un sitio en mente.

— Usted dirá — respondí con una media sonrisa.

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Desde que entramos por la puerta no pude dejar de observar maravillado el restaurante al cual me había traído Astrid: Un restaurante tematizado en los diner americanos de los años 50 que incluía además un escenario donde se tocaba y cantaba música de aquella época. Había bastante gente cenando mientras otros disfrutaban escuchando la música, lo cual le daba bastante ambiente al lugar.

Me quité la chaqueta que llevaba puesta y me arremangué las mangas de la camisa al darme cuenta de que venía vestido algo más elegante de lo que solía venir la gente a lugares como aquél, además del cálido ambiente que noté que había nadas más entrar. 

— Mesa para dos, por favor — le dijo Astrid al camarero que nos atendió a la entrada.

— Por aquí — nos guió el camarero a nuestra mesa tras coger dos menús para dárnoslos nada más nos sentamos —. Enseguida viene mi compañera a tomarles nota — dijo con una sonrisa.

Doble Identidad (H.S)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora