Te encontré.

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Sentía la brisa en su cara con sudor, su respiración estaba agitada y sentía como sus piernas ya se habían dormido completamente.

Aun estaba la amarga sensación en su boca, y el dolor en su pecho. Y una gran cantidad de caminantes derribados le rodeaban, la mayoría decapitados por ella misma.

La rabia y la tristeza aun estaban, tanto que derribo a una horda completa de caminantes que le seguían. Pero eso la había dejado exhausta, sus piernas ya no respondían y sentía como todo a su alrededor daba vueltas.

Estar casi un día completo disparando y atravesando cabezas con su machete, no era la mejor idea que pudo haber tenido. Su cuerpo estaba débil, no había comido y tampoco dormido.

Extrañaba a Dominic.

Seguramente ahora le hubiera estado diciendo, que se levantara y siguieran el camino. Hubiera estado para ella, aunque Ellie no pudiera ni siquiera levantarse de aquel lugar donde cayo de rodillas.

No le sorprendió ver como unas lágrimas caían a sus piernas, haciendo saber que estaba llorando otra vez. Quería golpearse y decir que podía seguir sola, pero no tenia idea de que hacer ahora mismo.

Tapó su cara con sus manos y sollozó, como si de una niña perdida se tratara. Se sentía perdida, no pensaba cual camino tomar y tampoco estaba segura de querer tomar alguno. Saco la cadena que el chico solía usar, teniendo dos alas colgando del fino collar.

Solo lo apretó con sus puños y seco sus lágrimas como pudo, no era momento de llorar, si no de seguir. Eso le hubiera dicho el pelinegro, y lo menos que quería ahora era defraudar a su viejo amigo.

Sorbió su nariz y se levantó con dificultad. Sus piernas temblaban un poco pero no era obstáculo para que siguiera caminando, más de lo que había hecho.

Tomo su machete y su mochila, miro sus manos ensangrentadas pero poco le importó. Debía volver a las vías del tren, le faltaba solo unos kilómetros para llegar a Terminus y descubrir que era en verdad ese lugar. No tardo mucho en pisar nuevamente las vías de madera, haciendo que esta se sintiera nostálgica.

—Puedo hacerlo.— se susurro para ella misma, empezando a caminar.

Se estaba dando fuerzas ella misma, y era lo mejor que podía hacer en ese momento. Estaba débil, triste y con rabia en su interior, como si quisiera matar a todos los caminantes que se le cruzaran, como ya lo había hecho horas antes.

No había pensando en detenerse en descansar, pues solo quería llegar a un lugar seguro, donde pudiera descansar y dormir unos segundos. Sentía como su frente quemaba y su sudor aumentaba cada vez más, no quería pensar que en esos momentos le estaba atacando una especie de fiebre.

Lori siempre le menciono que ella era muy débil contra las enfermedades, Ellie podía estar días sin comer pero siempre le perjudicaría la debilidad de su sistema. Por esa razón siempre pensó que terminaría muriendo por un resfriado o fiebre.

—No voy a morir por una maldita fiebre.— jadeo la chica, caminando más rápido.

Sus rodillas tocaron el piso, cerro sus ojos fuertemente respirando con dificultad y gruño de rabia al ver como estaba de mal. Pero sintió como lo mal se iba un momento, al escuchar un par de gruñidos detrás de ella, el susto le hizo reaccionar y levantarse casi cayendo nuevamente al piso.

No sabia de adonde ni como, pero cuatro caminantes se acercaban rápidamente hacia ella. Le era imposible sacar su machete y pelear, pues con lo mal que estaba, seria muy lenta para poder pelear contra los caminantes.

Simplemente saco su arma y disparo a uno de ellos dándole en la cabeza por suerte. No espero nada más y empezó a correr por las vías del tren, sintiendo como su respiración era más acelerada que nunca y como su garganta se secaba cada vez que respiraba hondo.

How many walkers have you killed? (Daryl Dixon.) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora