Eliette.

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Bienvenidos a Alexandria.

Aquel cartel se mantenía en pie, colgado en las cercas que estaba ahora en la entrada del lugar.
El gran portón que tenía aquella comunidad ya no se encontraba en pie, ahora había unos grandes troncos con madera puntiaguda que formando dos puertas que abrían y cerraban.

Eso te avisa que aquello era la entrada de la ahora comunidad Alexandria.
Bastantes cosas eran distintas, luego de bastante tiempo que había transcurrido tras la última pelea contra los salvadores.

Habían ganado, los salvadores se habían rendido hace ya mucho tiempo, y se acordó trabajar juntos ante todo el pasado duro que tuvieron.
Como lo quiso siempre Carl.
Como lo quiso en último momento Ellie.

Negan ya no reinaba, sus reglas, sus manías ya no estaban ya hace bastante tiempo entre las personas.
Al hombre no lo mataron, como Rick ordenó en aquel momento de guerra, fue salvado antes de morir desangrado por su garganta.

A causa de eso, se le condenó por todo lo que hizo, siendo encerrado de por vida en la cárcel que Alexandria tuvo desde siempre, siendo un lugar oscuro y subterráneo, y con una celda.

Pero las cosas habían cambiado, las muertes eran recordadas día a día, pero ahora sin dolor alguno.
Muchas personas quedaron con rencor en su corazón, al no recibir la preciada muerte de Negan, pero seguieron avanzando bajo el liderazgo de Rick.

Los niños estaban creciendo, judith estaba creciendo al igual que los demás.

En aquella comunidad que fue consumida por fuego, bombas y caminantes alguna vez.
En aquel lugar, ahora crecía naturaleza, se sentía la paz.

Habían casas y estructuras siendo reconstruidas poco a poco. Paneles solares y huertas de vegetales.

Y ahí estaba, cepillando su cabello. Estaba muy largo, probablemente a la altura de su cadera y más abajo.
Lo tenía claro, muy claro y bien cuidado.

Se levantó con cuidado de aquel asiento que tenía un espejo cerca, y puso una blusa de botones blanca sobre su piel.

Y en aquel espejo vio su reflejo una vez más, sintiendo una pizca de dolor interno al ver aquella cicatriz.

Ellie, desvío su mirada como si no quisiera mirar eso de nuevo, recuerdos dolorosos venían. Una cicatriz enorme adornaba su vientre y cada vez que la veía, solo recordaba sangre y lágrimas.

La blusa de botones la puso dentro del pantalón negro y ajustado que decidió usar, puesto que la prenda blanca le quedaba algo holgada.
Y por último, sus bototos negros y altos que siempre usaba.

Miró por la ventana, entre las cortinas blancas del lugar, era un día hermoso, lleno de sol cálido y un leve viento.
Las cosas comenzaban de nuevo, todo comenzaba de nuevo.

Sonrió ingenua al escuchar levemente como la puerta se movía un poco, quedando entre abierta. Se hizo la que no escucho, pues su espalda daba hacia la entrada del cuarto.

—Eliette Dixon.— habló en voz alta sabiendo que era escuchada.— ¿acaso me estás espiando?

En el cuarto se escucho una risa, una risa de una niña pequeña. Y unos rápidos pasos cortos pero veloces, corrieron a la mujer de cabello largo y claro.

Ella le tomó en sus brazos, escuchando la ruidosa risa que su hija pequeña hacía al recibir los besos y abrazos.

—Oh demonios, me puedes explicar que significa esa pintura en tu cara y manos.— soltó una carcajada al ver restos de pintura azul y roja.— el abuelo Rick se enojara al verte sucia de nuevo.

How many walkers have you killed? (Daryl Dixon.) Where stories live. Discover now