Capítulo 6.

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—Dylan... para, por favor.

Puse mis manos en su pecho y lo alejé. Él apoyó los brazos en la pared manteniéndome aprisionada entre ella y su cuerpo caliente. Suspiré pesadamente, cuando sus penetrantes ojos azules hicieron contacto con los míos.

—Lo siento —continué—. Pero yo... no puedo.

Pasé una mano por mi cabello cepillándolo con los dedos.

—¿Por qué no puedes Alexha?

Él caminó al centro de la habitación y miró al piso. Yo tampoco tenía las agallas para mirarlo a los ojos.

—¡Eres mi amigo! —exclamé abrumada—. ¡Y los amigos no se besan!

Miré hacia abajo y me sobresalté al escuchar el portazo que dio al salir. Bien, la había cargado y bien feo. Con lágrimas en los ojos, me tiré en la cama y presioné la mejilla en la almohada. ¿Por qué simplemente no podía enamorarme de Dylan?

Él era todo lo que un chica quería: un buen físico y unos sentimientos divinos.

Desgraciadamente yo no era como las demás chicas.

Por otro lado, Justin era todo lo contrario a él: un físico perfecto pero unos sentimientos horribles.

Y la pregunta del millón.

¿De qué le servía ser tan guapo cuando tenía una personalidad de mierda? Es más, ¿yo qué coño hacía pensando en él?

Un instante después, escuché unos toques en mi puerta y me levanté dispuesta a mandar al diablo a quien sea que tocaba.

—¿Quien mier..... -empecé cuando abrí la puerta sin ver quien se encontraba del otro lado, y como siempre que hacía esto me callé al ver a la persona—. Hola Fredo ¿sucede algo?

Entonces recordé que solo estaba en bata de baño, así que escondí mi cuerpo detrás de la puerta de modo que solo se veía mi cabeza.

—Necesito que bajes ahora mismo —dijo rápidamente.

—¿Por qué? —pregunté, frunciendo el ceño.

—Es Justin, se esta peleando —respondió.

Bufé de forma desinteresada.

—¿Por qué tendría que ir? Para eso tiene a los grandullones esos, ¿no? Para que le cuiden el culo, entonces...

—Es con Dylan —me interrumpió.

Abrí los ojos sorprendida, y aquella actitud despreocupada se esfumó.

—¡¿Qué demonio?! —chillé y le cerré la puerta en las narices. Me puse lo primero que agarré, que resultó ser un vestido de flores hasta las rodillas y me puse las chanclas. Creo que al paso que voy necesitaré una inyección de botox antes de cumplir los veintidós—. ¿Por qué mierda Justin se esta peleando con Dylan? —le pregunté en cuanto abrí la puerta.

—Dylan se enteró.

Entramos en el ascensor.

—¿Se entero de qué? —inquirí, confundida.

Él suspiró.

—Lo que te hizo Justin en el bar.

Inhalé profundamente y salí a toda pastilla del ascensor enseguida que las puertas se abrieron. Traté de entrar al bar pero los gorilas me lo prohibieron.

—Viene conmigo —espetó Alfredo.

Entramos en el lugar y pasamos las cortinas negras. Eché un vistazo a mi alrededor y todos los presentes estaban alrededor de los que suponía que eran Justin y Dylan.

******-*****

Con la imagen de Justin golpeando a Dylan mientras sus amigos lo sostenían, abrí los cajones del cuarto de baño y saqué un botiquín.

Regresé a la habitación y mi ira aumentó al ver a Dylan, estaba segura que si hubiese llegado un minuto tarde, él necesitaría urgentemente una cirugía estética. Agarré algunas gazas y alcohol para curarle las heridas, y me senté a su lado. Luego de haberle limpiado la sangre y echarle cicatrizante para la inflamación, me levanté y busqué una bolsa con hielo en el pequeño refrigerador.

Por algún motivo me sentía molesta con él.

—¿Qué mierda te pasa, Alx? —gruñó cuando le presioné de forma brusca la bolsa en el labio.

Puse los ojos en blanco.

—¿Por qué te agarraste a golpes con Justin? O más bien ¿por qué él te agarró a golpes?

Su mirada me fulminó, y como castigo presioné a bolsa nuevamente. Sabía que le hacía daño pero quería respuestas, y así era la única forma de conseguirlas.

—¿¡Puedes dejar de hacer eso!? —chilló y retiró mi mano.

Lo miré mal y me levanté recogiendo lo que había utilizado para tirarlo a la basura.

—Yo tengo un pregunta para ti —avisó mientras se incorporaba en la cama con una mueca de dolor—. ¿Por qué no me dijiste lo que ese imbécil te hizo?

Suspiré, ¿por qué todos se empeñaban en recordarme el momento mas humillante de mi vida? ¿creen que para mí es fácil sentarme y soltar todo lo que él me dijo delante de un decena de personas?

—Cuando me respondas yo te responderé —le dije, secamente.

Él presionó la bolsa en el moratón de su mejilla izquierda e inhaló profundamente.

—No lo sé —susurró.

Casi me echo a reír. Se tira de golpes con un tío que le dejó la cara magullada y ¿no sabe por qué?

—¿No lo sabes? —estaba estupefacta.

A la final, murmuró:

—Te estaba defendiendo.

—¡Eso no era necesario, Dylan! ¡casi te mata! —exclamé.

Lo más probable era que si yo no hubiese llegado e interpuesto entre Justin y Dylan aún estuvieran moliéndose a golpes. Recuerdo que cuando le pregunté a Alfredo porqué los guardias no detuvieron la pelea su repuesta fue clara y concisa: “Cariño, es Justin Bieber. Si quieres mantener tu empleo, y tu dignidad lo mejor es no interponerte en su camino”, y sin más se había marchado.

.........

Dejé un momento la habitación para buscar la batería de mi celular y a mi amiga borracha. Dios, estaba tan agotada que sentía como si cargara un morral con quinientas piedras en la espalda. Reprimí un bostezo y entré en el ascensor. Era tan difícil asimilar el giro de ciento ochenta grados que dio mi vida en una abrir y cerrar de ojos, pero no podía rendirme, si había ido a LA era para conseguir el dinero necesario para que mi hermana pudiera operarse y así recuperar de nuevo su vida.

Y si para conseguir eso era necesario soportar las humillaciones que me vengan en un futuro por parte de Justin, las soportaría.

Finalmente, cuando regresaba a mi habitación con la batería de mi celular, encontré a Holly tirada al pie de las escaleras con el vestido por la cintura.

Suspiré y a trompicones la ayudé a levantarse para llevarla a mi habitación.

Bien, hoy haríamos un pijamada.

Continuará

Una belieber: una bailarina [Sin editar]Where stories live. Discover now