Capítulo 38.

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En la mañana fui la primera en despertarme, así que con sumo cuidado me bajé de la cama, y lo observé dormir mientras recordaba el tono urgente de su voz cuando me hizo prometerle que no lo dejaría. Lo que me tenía pensando era que había dicho “no lo hagas tú también”, ¿quién fue esa persona que lo traicionó?

Dejando mis pensamientos de lado, salí de la habitación y caminé hacia la mía para tomar una ducha.

Estaba haciendo el desayuno cuando lo sentí sentarse detrás de mí, sonreí y me di la vuelta.

—Buenos días —canturreé con muy buen ánimo.

Él sonrió perezosamente y se refregó los ojos con el puño; joder, se vio tan tierno y tan sexy a las vez.

—Joder, sí, buenos días —gruñó—. ¿Tienes alguna aspirina? Siento que me están talatrando la cabeza.

Busqué en los armarios el tarro de pastillas y cuando lo encontré se lo pasé junto con un vaso de agua.

—¿Tienes hambre? —le pregunté cuando ya se hubo tomado la pastilla.

—Mucha —sonreí y le pasé el desayuno. Me senté a su lado mientras comía como hacía mucho—. Es raro verte comiendo.

Me encogí de hombros y pinché un trozo de fruta con el tenedor.

—No me da mucha hambre.

Él tragó y se limpió la boca con una servilleta.

—Con razón estás así de flaca —comentó, moviendo el tenedor en el aire.

—¡Justin! —lo reprendí, haciéndome la ofendida.

—¿Qué? —se echó a reír—. Es la verdad, tienes la carne pegada a los huesos.

Rodé los ojos.

—Siempre he sido así. Por más que coma nunca engordo.

Le saqué la lengua.

—No hagas eso, Alexha, podríamos poner a trabajar esa lengua en otra cosa.

Tomé un trago de jugo cuando la fruta se me fue por el camino errado.

—¡Eres un jodido pervertido! ¿acaso no ves que estoy comiendo? ¡Qué asco! —chillé, lanzándole una mirada de muerte.

Él estaba partiéndose en culo de la risa. Me encanta que se divierta conmigo, pensé con sarcasmo.

—Bueno ya —alzó las manos a la altura de los hombros—. Dejo a la señorita delicadeza comer en paz.

Puse los ojos en blanco.

—Me gusta mucho cuando tienes ese humor. Oye, ¿podrías devolverme mi celular?

Señaló con el tenedor arriba de la nevera, me levanté de un salto y lo agarré, notando que tenía cinco llamadas perdidas de Ashton y dos de Vanessa.

Suspiré mientras le devolvía la llamada a Ash. Podía sentir la mirada de Justin quemar en mi mejilla.

—Hola, ¿estás bien? —se apresuró a decir en cuanto contestó.

Inspiré hondo.

—Hola. No te preocupes estoy bien.

No sabía porqué pero en ese momento quería largarme a llorar. Justin dejó caer el tenedor en el plato y se levantó de su asiento para después salir de la cocina.

—Pensé que te había pasado algo… como ayer no me llamaste.

—Se me presentó algo. Lo siento —le dije.

Cerré los ojos y presioné la frente contra la palma abierta de mi mano.

—No te preocupes, Alx, no fue nada.

—Bien y ¿tú cómo estás?

—Perfecto. ¿Segura que éstas bien? Suenas un tanto apagada —musitó con preocupación.

—Necesito hablar contigo, Ashton —solté sin más.

Hubo un momento de silencio en la línea.

—Eso no se escucha bien. ¿Qué te parece hoy en el mismo lugar de siempre?

—Nos vemos a las cinco —acepté—. Adiós.

Colgué con un suspiro, había actuado sin pensar, me besé con Justin sin importarme Vanessa y Ashton, lo ultimo que quería era que alguno de los dos resultara lastimado.

Dejé el celular a un lado, me levanté y empecé a fregar los platos a medida que pensaba en qué haría. Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando mi celular sonó. Me sequé las manos y contesté.

—¿Bueno? —pregunté ya que no había visto quien era.

Se escuchó una risa del otro lado.

—Hola, Alexha, soy yo.

Una punzada de culpabilidad.

—Hola, Vanessa.

—Cariño, ¿Justin está contigo? Desde ayer no contesta su teléfono.

Presioné en celular entre mi hombro y mejilla mientras acomodaba los platos y cubiertos en los estantes.

—Está en su habitación, creo —le informé.

—Necesito que le digas que me iré de viaje durante tres días —dijo alegremente.

Me senté en un taburete.

—No te preocupes, yo le aviso.

—¡Gracias! Y adiós que el avión está a punto de despegar

—Adiós —colgué la llamada y lancé el celular lejos.

Me llevé las manos a la cabeza y vi a Justin cruzado de brazos en la entrada. Se había duchado.

—¿Qué haremos? —preguntó, con seriedad.

Negué con la cabeza mientras sentía a las lágrimas acumularse en mis ojos, no sabía cuando me había vuelto una llorona empedernida.

—No sé, Justin… ellos son tan buenos que no merecen ser traicionados… pero… ¡joder! Te quiero tanto que muy difícilmente podría renunciar a ti.

Quise golpearlo cuando sonrió.

—No tendrías porque hacerlo.

Limpié las estúpidas lágrimas que se deslizaban por mis mejillas y me recogí el cabello.

—¡No quiero que nadie termine sufriendo! Ella te quiere, Justin y Ashton ha demostrado que me quiere —exclamé mirándolo a los ojos.

Su actitud era tan impasible que me exasperaba. Él se sentó a mi lado.

—No se puede confiar en nadie Alexha, las personas dicen quererte pero a la primera oportunidad te clavan el puñal por la espalda.

Lo miré expectante.

—Entonces dime porqué debería confiar en ti —le pedí al borde del llanto.

Él se encogió de hombros.

—Es tu decisión elegir en quién confiar y en quién no —se levantó de su asiento—. Debes elegir. Yo ya te he elegido.

*****

Mueran conmigo, Justin es una jodida ternuritapor ahora–.

Yo ya te he elegido”, ajsskkk morí bien morida, ¿por qué siempre no puede ser así de lindo?

Una belieber: una bailarina [Sin editar]Where stories live. Discover now