Capítulo 42. «Capítulos finales»

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Como una auténtica y gran estúpida; así me sentía esa noche.

Sentada en la mesa, jugaba con un tenedor mientras esperaba a Justin enfurruñada en un vestido de lo más bonito que me había puesto para él. Tras mirar el reloj por milésima vez, soplé la vela a medida que las lágrimas se desbordaron de mis ojos.

Apreté los ojos con fuerza y me arrecosté en el respaldo de la silla. Eran las dos y media de la madrugada y él no aparecía para la cena que él mismo propuso.

Mis sentimientos estaban destrozados, gracias a internet me había enterado que el señor estaba parrandeando con sus amigos. Comprendí que él los prefería en vez de a mí, y eso, logró romper mi resentido corazón.

Sin querer seguir sintiéndome mal, me levanté de la silla, tapé la comida y, con un gran nudo en la garganta, subí a mi habitación y cerré con pestillo.

No pude dormir, me quedé allí, acostada, rememorando todo lo que pasó desde el día que lo conocí. Justin no cambiaría nunca y tenía que ser consciente de eso. Todo lo que estaba pasando me dolía. Yo, como una gran idiota había acabado rendida a sus pies, enamorada, como todas, y el resultado de todo eso era un corazón destrozado.

Había creado millones de muros a mi alrededor y nada más bastó llegar él con su perfecta sonrisa para quebrajarlos uno por uno, dejándome indefesa de nuevo. Volví a sentir: por él. Me volví a enamorar: por él. Y volví a sufrir: por él.

Sentí cuando llegó. Desperezándome me senté en la cama, me puse unas chanclas y miré la hora: 05:03am.

Con cuidado, bajé las escaleras, caminé hacia la cocina y me apoyé en el quicio de la puerta. Desde ahí observé como reparaba en la mesa, se detenía y se acercaba a ella con el ceño fruncido. Levantó las tapas que cubrían los platos con su comida favorita. Por un momento cerró los ojos dolido y sorprendiéndome murmuró, dándose la vuelta:

—Lo siento.

Trató de acercarse, lo detuve interponiendo una mano entre nuestros cuerpos y negué con la cabeza.

—No digas nada —le pedí con voz quebrada.

—Estaba en el estudio…

—¡No me mientas más, por favor! —lo corté, llorando de nuevo; por él—. He visto fotos, Justin y ellas, no mienten.

—Cariño, en verdad lo siento.

—No, Justin. ¿Cuántas veces tendrás que pedirme perdón mientras esto dure? —cuando iba a responder me adelanté—. Estoy cansada. Cansada de que siempre digas lo siento pero continúes cagándola.

—Alexha… —trató de acercarse de nuevo pero no se lo permití.

—¡Alexha, nada! Todos tenemos límites y ¡tú has sobrepasado los míos!

Me sequé las lágrimas.

—Yo…

—Los primeros días lo soporté, las llegadas tardes, las fotos en donde te veías muy acarameladito con modelos, tus cambios de humor, que me dejaras siempre en un segundo plano, los rumores ¡todo! ¡Pero me he dado cuenta que… que… —con el corazón en un puño tomé aire y solté—:…, ¡no puedo soportar tu estilo de vida! En un principio pensé que cambiarías, pero… ahora… no estoy tan segura de ello.

Mirándome con los ojos cristalinos preguntó:

—¿Qué quieres decir?

Sin titubear, respondí:

—Que me voy. En cuatro días se termina nuestro contrato. Éste es el final; se ha acabado.

*****

Sin palabras: es lo único que puedo decir.

Tan sólo quedan como dos capítulos para el final y aquí vemos como Jalexha terminó. ¡Por tu culpa Bieber! ¿Es que acaso el señor inmadurez no piensa recapacitar?

¿Creen ustedes que Alex hizo bien en acabar con todo?

Una belieber: una bailarina [Sin editar]Where stories live. Discover now