Capítulo 29.

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Lo observé avanzar hacia mí con una mirada de disgusto en su rostro, «bien Bieber, felicitaciones, me acabas de arruinar la maravillosa noche que tuve.»

—Lo siento, se me pasó el tiempo —susurré cohibida.

Él me miró con una ceja alzada.

—¿Con quién estabas?

Su tono de prepotencia hizo que me disgustara un poco.

—¿Importa? —pregunté, con altanería.

Traté de subir las escaleras pero él me detuvo, agarrando mi muñeca, como siempre lo hacía.

—Sí, importa porque te recuerdo que tú y yo tenemos un maldito contrato que debes cumplir.

Puse los ojos y me volteé hacia él. Ya veía venir una gran discusión.

—No es necesario que lo recuerdes porque lo hago. El puto problema está en que en ninguna parte del maldito contrato decía que no podía salir de esta casa.

A esa punto ya me encontraba alzando la voz, traté de controlarme, sin embargo, estaba perdiendo los estribos al igual que él.

—¡Pero sí decía que tienes que servirme! Lo que significa que si yo te digo que no sales. ¡No sales! —gritó.

Eso fue el colmo, ¿enserio estaba pensando en no permitir que saliera? Bajé los escalones que había subido y lo encaré. Siempre que creía conocerlo él aparecía con una nueva cara.

—¿¡Me vas a prohibir que salga!? ¡No tienes ningún derecho, Justin Bieber! —lo acusé señalándolo con el índice.

Él subió un escalón quedando así cara a cara conmigo, estaba tan furiosa que sus ojos y la vena de su cuello y frente a punto de explotar esa vez no me daban miedo.

—Si quiero, puedo hacerlo —habló entredientes.

Por un momento se me pasó por la cabeza golpearlo pero entonces recordé lo que pasó la vez que lo hice. Le di un leve empujón y subí las escaleras mientras gritaba.

—¡Eres un estúpido bastardo sin sentimientos!

Pude sentirlo siguiéndome el paso. La sangre me hervía a tal manera que hasta pensé en empujarlo por las escaleras.

—¡No te atrevas a dejarme con la palabra en la boca, Alexha! —espetó alcanzándome.

Quité mi brazo de su agarré, lo miré y volví a gritar.

—¿¡Qué mierda quieres!?

—¡Saber en dónde diablos estabas!

Suspiré frustrada. No entendía porque le importaba tanto. Sus iris mieles echaban chispas mientras su pecho subía y bajaba a un ritmo furioso.

—¡Si tanto quieres saberlo fui a un puto parque porque no soportaba ver tu cara de culo y que no me hablaras! ¡Después me encontré con alguien, empezamos a hablar y se me pasó en maldito tiempo! ¿¡estás contento ahora!?

Algo de lo que dije llamó su atención ya que me miró, si se podía, más enojado.

—¿¡Con quién estabas!?

—¡Con un amigo! ¿¡y eso qué te importa!? Yo no te preguntó por las putas con quienes andas —le grité de vuelta.

Dios, estaba tan fuera de mí que difícilmente medía lo que decía.

—¡Cuida la maldita boca, Alexha! —exclamó.

Me di la vuelta y abrí la puerta del dormitorio.

Una belieber: una bailarina [Sin editar]Where stories live. Discover now