Capítulo 25.

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“—No, por favor, ¡tú estás mintiendo! ¿¡donde están las malditas cámaras!? —me removí todo lo que mi cuerpo me permitió.
Me dolía todo, absolutamente cada parte de mí estaba dolorida. El hombre canoso me miraba con compasión, y la enfermeras se acercaron a mí y amarraron mis manos a la camilla de modo que no pudiese hacerme daño.
Eso era lo único que quería: morirme.
—Alexha, entiendo que para usted sea difícil asimilar todo, pero así es la vida y necesito que esté tranquila. Aún está muy débil y apenas acaba se salir de un coma, así que por favor, tiene que tranquilizarse.
Lo miré con lágrimas en los ojos, sentía mucha rabia e impotencia, él no entendía lo que yo sentía en esos momentos, el agujero en mí aumentaba a medida que recordaba lo que pasó.
—¡Usted no me entiende! —chillé y traté de zafar mis manos del agarre—. ¡No fue a usted a quien le quitaron a sus padres de un momento a otro! Así que no me pida que me calme —recosté la cabeza en la almohada mientras lloraba desconsolada—. ¿Por qué la vida tiene que ser tan injusta? ¿por qué esto me tuvo que suceder a mí? Ellos… —me atraganté con mis propias lágrimas. No sabía porque decía todo eso, sólo necesitaba dejarlo salir—… ellos eran todo para mí y ahora no volveré a verlos. No quiero vivir una vida sin mamá y sin papá a mi lado. Los quiero conmigo, quiero me abracen y me besen, que me digan buenas noches y me den consejos cuando los necesite. Esto no debe porque pasarle a nadie… no.
Cerré los ojos y rememoré cada minuto que pasamos juntos. Y me di cuenta que fui una desagradecida, no supe valorarlos como debía ser y ahora ellos ya no estaban. Me habían dejado sola en este mundo de mierda.
El médico se puso a mi lado e inyectó algo a la bolsa del suelo. Seguro era un cálmate ya que estaba muy alterada, desde que desperté ayer me han mantenido sedada.
Todo era muy difícil… mi vida había cambiado para mal.
—Hay algo más que tiene que saber, Alexha —empezó el médico—. Como consecuencia del accidente tu rodilla quedó muy afectada. Tu hermano me dijo que eres bailarina, pero —el hombre agachó la mirada. ¿Pero qué? —. Me temo que nunca más podrás volver a bailar.
Solo lo miré, lo miré y lo miré, hasta que empecé a sentir los efectos del calmante. Eso tenía que ser una broma, yo tenía que bailar por ellos. Su sueño era verme bailar en la gira de algún cantante y yo tenía que cumplir eso… por ellos.
Pero ahora, no podía bailar que era la cosa que más amaba después de Dios y mi familia. Empecé a negar con la cabeza a medida que las lágrimas volvían a salir.
—No, eso es mentira, ¡todos ustedes están mintiendo! ¡no! ¡no!”

Sentía mucho frío, y un zumbido en los oídos. Me removí en donde estaba acostada, y luego sentí que pusieron algo helado en mi frente. La sensación era horrible y quería abrir los ojos pero los sentía muy pesados.

—Tengo frío —susurré y me puse de lado.

Alguien acarició lentamente mi mejilla y me puso una manta encima, eso era mucho mejor más no suficiente.

Sin importarme quien era, me acerqué a la persona que estaba a mi lado, el calor me rodeó cuando sus brazos se envolvieron a mi alrededor.

Era Justin.

—Necesitas descansar —fue todo lo que dijo. Su voz era fría—. Toma —puso en mi boca algo, era como una pastilla y después levantó mi cabeza y puso en mis labios un vaso de agua. Lo bebí de un trago y volví a apoyar la cabeza en la almohada—. Ahora duerme —espetó bruscamente.

Me acurruqué más contra él, y me sentí muy segura. Estar en sus brazos era gloria pura y con ese pensamiento y sensación de protección me quedé dormida, nuevamente.

**************

Abrí los ojos y me llevé una mano a la frente, estaba muy sudada. Le eché un vistazo a mi alrededor, estaba en mi habitación y era de noche, poco a poco me levanté, tenía el cuerpo rígido y sentía a mis músculos contraerse con cada movimiento.

Una belieber: una bailarina [Sin editar]Where stories live. Discover now