Capítulo 7.

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Hacer la maleta me llevó mas tiempo de lo que pensé, había recibido cuatro mensajes de texto de Dylan en donde me decía que apurara las tetas o si no me dejarían; sus palabras no las mías.

El botones recibió la maleta y la llevó abajo mientras terminaba de empacar algunas cosas en una mochila.

Cuando hube terminado bajé corriendo las escaleras y caminé hacia la recepción para no encontrar a nadie salvo Alfredo, quien hablaba por teléfono.

—Sí... mm, pero yo resolví eso ¿no? Ajá no te preocupes, adiós —colgó y se volteó. Al verme parada detrás suyo caminó hacia mí y puso en mis manos una tarjeta—. Necesito que me hagas un favor, Alexha. Hay un problema con el lugar de la próxima presentación y necesito estar allá en cuanto antes, todos ya están camino al aeropuerto, así que necesito que vayas y despiertes a Bieber. Más tarde vendrá un taxi por ustedes y los llevara al aeropuerto—dijo todo tan rápido que tardé unos minutos en procesar sus palabras.

Cuando por fin entendí que había dicho reaccioné y traté de detenerlo.

—Alfredo —le susurré a la nada.

Él se había marchado.

Con pesadez subí de nuevo las escaleras y a paso de tortuga llegué a la que era su habitación. Miré la tarjeta en mi mano y después la puerta, la puerta, la tarjeta, la tarjeta, la puerta; solté un gruñido de frustración y me di un golpe en la frente con la pared.

Maldita sea, lo último que quería era ver a Justin después de todo lo que pasó. Me había prometido a mi misma no hablarle mientras fuera posible.

Pasé la tarjeta por el censor haciendo que la puerta abriera, la cerré y pasé la sala de estar. Me detuve al ver a Bieber, negué con la cabeza, con razón no despertaba.

No sabía como despertarlo así que hice lo primero que me vino a la mente; agarré mi celular, abrí la aplicación de la bocina y lo puse en el oído de Justin para después presionar reproducir.

El sonido era horrible, era el que siempre utilizaba para despertar a mis hermanos cuando no querían hacerlo.

Bieber dio un saltó y rápidamente se incorporó en la cama, al verme allí parada frunció en ceño y se agarró la cabeza con ambas manos.

Apostaba a que tenía una resaca de los mil demonios.

—Antes que digas algo, tienes quince minutos para levantar tu culo y alistarte. Antes que digas otra cosa, todos ya se han ido y deben estar volando ahora mismo a Los Ángeles, así que no digas nada y alistate. Te espero —le avisé y di varios golpecitos en el suelo con el pie.

Su expresión cambió a una de sorpresa y sin rechistar se levantó y se encerró en el baño. Miré incrédula la puerta por donde había desaparecido… él ni siquiera había dicho algo y me obedeció sin más.

Guau.

Aun sorprendida caminé hacia el balcón y apoyé los brazos en la barandilla mirando al vacío. Cerré los ojos durante un segundo e inconscientemente mi memoria me transportó al pasado.

Hospitales, doctores, malas noticias, accidentes automovilísticos, lágrimas …

Abrí los ojos, una lágrima corrió por mi mejilla a medida que trataba de controlarme. Muchas veces hice todo lo posible por olvidar mi pasado, y fue hasta ese entonces que comprendí que eso jamás se olvida. Los recuerdos, buenos o malos, quedan tatuados en nuestra piel recordándonos que algún día fuimos felices o miserables.

Una belieber: una bailarina [Sin editar]Where stories live. Discover now