Capítulo veintidós.

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Me recosté en la cama con Justin situado enfrente de mí, él parecía pensativo y su mano trazaba de forma distraída círculos alrededor de mi ombligo. Observé cada una de sus facciones, deteniéndome un tiempo en sus ojos que ahora estaban cerrados, comprendía la suerte que tenía por simplemente tenerlo a mi lado y que él correspondiera a mi amor de igual forma o incluso con más  fuerza, habíamos pasado muchas cosas, el camino no había sido fácil para ninguno de los dos pero estando juntos sentíamos como cada pieza volvía a su lugar, aún así sentía que él no me conocía, mi pasado era un libro que había mantenido cerrado durante muchos años, pero estando con él sabía que nada podía dañarme, y mucho menos lo que ya pasó.

—Justin —murmuré acariciando su rostro. El abrió los ojos, me besó la mano y me miró atento—. Me gustaría contarte algo sobre mí.

Él frunció el ceño confundido y cesó las caricias en mi vientre. Sonreí un poco y, sin poder evitarlo, pasé mis dedos por las marcas de su frente deshaciendo su ceño fruncido.

—¿Algo de qué?

—De mí… de mi pasado —cogí aire, están muy nerviosa pero estaba dispuesta a seguir—. Sé que probablemente tú te habrás preguntado por qué vine a vivir a Los Ángeles y por qué… necesité tanto dinero…

Justin puso un dedo sobre mis labios haciéndome callar de inmediato.

—Si no quieres seguir no lo hagas, no es necesario saber tu pasado, Alex, lo único que me importa es que yo y este bebé —puso una mano sobre mi vientre. Las lágrimas me nublaron la visión—, seamos tu presente y tu futuro.

Sonreí ante sus palabras, él era increíble y lo amaba tanto que hasta incluso dolía.

—Ustedes son mi presente y mi futuro —le aseguré tomando su mano y besándola—, pero necesito cerrar ese capítulo de mi vida y sé que después de esto finalmente podré hacerlo —lo miré a los ojos suplicandole en silencio que me dejara compartir los detalles de mi vida con él. Él asintió pero su mirada se encontraba algo turbada—. Nosotros éramos una familia de clase media, teníamos lo necesario y con eso era suficiente, mamá y papá eran geniales, siempre estaban al pendiente de nosotros y nos brindaban mucho amor.

»—Pero todo no podía ser perfecto. En ese entonces yo era muy malcriada, siempre obtenía lo que quería y no apreciaba las cosas que en realidad tenía. Había un hombre, Michael, él era el novio de mamá en la secundaria y nunca superó que ella lo dejara por papá, yo no supe de sus existencia hasta cuando tenía diez años —me detuve al recordar aquel día con claridad.

—Si no quieres no sigas, mi amor.

Negué con la cabeza estando segura que lo mejor era dejar que todo saliera de mí.

—Una vez te dije que odiaba que me mantuvieran retenida y que me forzaran a hacer algo en contra de mi voluntad. Todo parte de ahí. Un día al salir de la escuela él me secuestró, todo para chantajear a mamá y que ella pasara una noche con él. Michael sabía que el matrimonio de mis padres se desmoronaría después de eso, así que me utilizó para hacerles daño. Al principio me sentí sucia conmigo misma, las cosas que él me decía eran tan asquerosas y no dejaba de recordarme lo mucho que me parecía a mi madre.

»—Pasaron días en los que estuve en un pequeño cuartucho, lleno de humedad y moho, sin comer y sin beber nada, pensaba que mis padres se habían olvidado de mí, y que nunca saldría de ahí.

Las lágrimas salieron sin más, y Justin al ver que lloraba me atrajo hacia su pecho mientras acariciaba mi cabello. Me quedé en silencio unos segundos, dejando que procesara un poco lo que acababa de decirle y para prepararme un poco para continuar.

Una belieber: una bailarina [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora