Capítulo dieciocho.

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El lunes por la mañana desperté temprano. Me senté en la orilla de la cama y miré el reloj mientras trataba de desperezarme. Eran apenas las cinco y cuarenta. Escondí la cara entre mis manos a medida que sentía unas terribles ganas de vomitar y un calambre en las piernas, y en la parte baja del estomago. Me quedé unos diez minutos en esa posición hasta que sentí como todo volvía a la normalidad.

Sabía que no volvería a dormir por lo que me levanté con cuidado de no despertar a Justin y salí de la habitación. Al llegar a la sala de estar encendí la televisión y me quedé un buen tiempo acostada en el sofá. Para ser sincera no le presté ni una pizca de atención a la película, mis pensamientos estaban en algo que tenía que hacer en cuanto Justin despertara.

No supe cuánto había pasado cuando escuché que Justin bajaba las escaleras. Me quedé en la posición que estaba y sonreí cuando lo tuve enfrente, aunque lo intenté, mi sonrisa no fue genuina.

—¿Te levantaste muy temprano? —me preguntó, se sentó en la orilla del sofá y empezó a acariciarme la mejilla.

Negué con la cabeza.

—Tuve que ir al baño y se me quitó el sueño —me incorporé en el sillón hasta quedar sentada. Titubeé un poco antes de hablar de nuevo—: ¿Tienes prisa? Necesito hablar contigo.

Como si hubiera recordado algo se levantó del sofá y miró el reloj que reposaba en su muñeca.

—Tengo una reunión con Scooter en quince minutos, voy retrasado.

Me dio un beso en la frente y salió apurado, suspiré y me levanté, siguiéndole hasta la puerta principal.

—Necesito decirte algo —susurré al borde del llanto. Amaba a Justin pero odiaba el hecho de que nunca tenía tiempo para escuchar lo que tenía para decirle.

Me quedé de pie en la puerta y me apoyé en el marco mientras lo veía bajar a toda prisa las escaleras.

—Hablamos en la noche, pasaré por ti a eso de las siete para irnos al aeropuerto —gritó sin ni siquiera  mirar hacia atrás.

Suspiré profundamente y cerré los ojos.

—No voy a poder viajar contigo, lo siento.

Se giró de forma lenta en mi dirección con el ceño fruncido. Me encogí de hombros.

—¿Qué?

—Estos días he estado bastante enferma, no creo que…

—¿¡Hablas en serio, Alexha!? —exclamó en voz alta haciéndome sobresaltar—. ¿Tienes idea de lo importante que es para mí pasar mi cumpleaños con mi familia?

Jugué nerviosamente con un hilo suelto de mi camiseta y mantuve la cabeza agachada.

—Sí, lo sé, pero no puedo. Lo siento.

—Solo te diré una cosa: viajaré a Canadá con o sin ti.

Sentí ese pequeño escalofrío o cosquilleo en el pecho que sentía cada vez que él decía algo hiriente. Me encogí de hombros y sin decirle nada más entré a la casa cerrando la puerta detrás de mí. Sin más ánimos que antes subí de nuevo para darme una ducha. Cuando salí del baño me senté en la cama aún en toalla y le marqué a Eduardo; necesitaba hablar con alguien.

Esperé pacientemente pero cuando me mandó al buzón de voz no me quedó de otra que dejarle un mensaje.

—Hola, Ed. Solo te llamaba porque necesito hablar contigo, así que por favor llámame en cuanto puedas. Te quiero.

Me dejé caer en la cama mientras miraba el techo. El día no había empezado bien.

Pasé todo el día acostada en el sillón viendo película tras película. Eran las seis y cincuenta y ni Eduardo ni Justin habían dado señales de vida; estaba empezando a sentirme sola. En el tour volví a reencontrarme con Holly y con Dylan, pero cuando todo acabó perdimos contacto alguno.

Estaba tan concentrada en mis pensamientos que al escuchar a la puerta abrirse dejé caer el control remoto. Me incorporé para poder recoger el control y seguí viendo la película como si nada. Quince minutos después sentí sus pasos bajar las escaleras por lo que deduje que saldría nuevamente.

—¿Justin? —lo llamé. No respondió.

Rodé los ojos y me puse en pie con pereza. Él podía ser un idiota pero no me gustaba que estuviéramos enojados.

Al igual que en la mañana me apoyé en el marco de la puerta principal mientras lo veía bajar las escaleras con una mochila colgada del hombro.

—¿Te vas a ir sin despedirte? —pregunté asombrada, y al igual que antes no tuve respuesta alguna.

Él se subió en el carro y sin ni siquiera mirar en mi dirección arrancó y se fue.

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#8YearsOfKidrauhl :)

Muchas gracias por los 79k de leídos, en serio, muchas gracias

Besos y no entren a twitter porque se deprimirán como yo lo hice

Una belieber: una bailarina [Sin editar]Where stories live. Discover now