Piscis & Libra

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Narra Libra

—Acuario, no tengo ganas de ir a la fiesta de Aries —dije mientras caía débilmente por el borde de la pared hasta sentarme en el suelo.
—La Libra que yo conozco no se perdería ninguna fiesta —dijo mi amiga para luego, sentarse a mi lado.
—No quiero que te pierdas la fiesta por mi culpa —sentencié y la miré a los ojos, los cuales sólo reflejaban pena por mi estado.

Resumiré la historia, ya que las heridas no cicatrizaron todavía.

Hace poco tiempo conocí a un muchacho llamado Cáncer. Empezamos un noviazgo y todo iba bien hasta que al muy imbécil se le ocurrió engañarme con su prima.

Yo no iba a quedar como la estúpida en esa relación, era tóxica, me hacía mal y no iba a permitirle que disfrute mientras que yo no hacía más que llorar frente él.

—Veo que no me escuchaste —Acuario resopló y la miré desconcertada.
—¿Qué me dijiste? —pregunté y escuché como mi voz sonó quebrada. Toqué mis mejillas para comprobar mis sospechas y sí, estaban húmedas.
—Si, Lib, estuviste llorando otra vez y yo te di un inspirador discurso para que dejaras de hacerlo, pero tu atención se disipó —explicó Acuario y enderezó su postura—. Piscis vendrá a verte.
—¡¿Qué?!
—No te quiero dejar sola, así que, me tome la libertad de invitarlo —la miré incrédula y ella sonrió.
—¿Decidiste ir a la fiesta?
—Aries me invitó personalmente pero tampoco quiero dejarte en ese estado —arrugó su nariz en señal de disgusto y logró sacarme una sonrisa—. Eso está mejor.

En eso, se escuchó el timbre de mi departamento y Acuario salió disparada a abrir la puerta mientras que yo hice un esfuerzo para levantarme del piso pero, resbalé y caí.

Que suerte la mía.

—¡Libra! —Escuché la voz lejana de Piscis y sentí que la habitación me daba vueltas, aunque estaba segura de que se trataba de mi mente.
—Sólo te puedo decir que no bebió ni una gota de alcohol y no me separé ni un momento de ella —Acuario suena divertida cuando habla seriamente. Reí y sentí como me cargaban y me sentaron en el sofá.
—¿Estás segura de que no bebió? —Piscis preguntó en un tono entre divertido y desconfiado.
—Debo irme —mi amiga me abrazó tan fuerte que creí que me iba a quedar sin aire, además de evadir con habilidad la pregunta del pisciano.
—Vete, Acua. Ve por tu chico —sonreí inocente y ella sonrió de lado, y se fue.

Me levanté despacio del sillón para no caerme otra vez y Piscis me tomó de la cintura porque estaba temblando.

—¿Qué pasó para que estés así? —susurró más para él que para mí y me volvió a sentar en el sofá.

Vi como se adentró en la cocina y solo permanecí mirando mis pies; estaba descalza y sentía que el frío del piso se colaba a través de ellos.

Piscis volvió a los minutos y me trajó un té de hierbas.

—No tenías porqué molestarte —dije mientras me daba mi taza. Él se sentó a mi lado y se encogió de hombros.
—No es molestia cuidar a mi amiga... para eso están los amigos, ¿no? —Me miró directo a los ojos y tuve que hacer un gran esfuerzo para no volver a llorar.
—Gracias por estar conmigo —recosté mi cabeza en su hombro y cerré los ojos. Sentí como su brazo rodeó mi cintura, abrazándome y me aferré a su camisa.
—Yo vine con la idea de divertirnos un rato, ¿quieres ver una película? —preguntó y asentí con un leve movimiento de cabeza.

(...)

Piscis encontró una película de comedia que nos hizo llorar pero por tanto reírnos y se lo agradecí internamente por tratar de levantar mi ánimo.

—Mi parte favorita fue cuando el chico se despertó asustado y las arañas le cayeron encima —Piscis se rio y me contagió su risa.
—¿Recuerdas que antes venías a casa para hacer maratones de películas? —pregunté y el silencio nos invadió de repente. Piscis tragó saliva y asintió—. ¿Por qué dejaste de venir? —Con cada palabra dicha, sentía que el buen humor que me trajó su presencia, se desvaneció muy rápido.
—Es complicado —rascó su nuca y las ganas de llorar habían vuelto.
—Quiero ir a dormir —conseguí decir en un murmullo y él asintió sin prestar demasiada atención.

Me acompañó hasta mi cuarto y se quedó fuera de la habitación.

—Piscis —lo llamé, ya que parecía fuera de este mundo y volteó a verme—. ¿Te molestaría quedarte a dormir conmigo? —Lo miré expectante y él parecía no reaccionar.
—Eh... si no te molesta, está bien —respondió y se adentró rápidamente en la habitación, aunque podría jurar que lo vi sonrojado.

Abrí mi guardarropa y saqué un pijama de él que guardé hace ya varios años.

—No puedo creer que todavía conserves esto —miró la muda de ropa y me encogí de hombros. Tengo más ropa de él porque a veces, me la prestaba y yo me olvidaba de regresársela.
—Algún día te la tenía que devolver —sonreí a medias y él hizo lo mismo. Luego, se fue al baño y me acosté en la cama.

Narra Piscis

Regresé al dormitorio de Libra y ella estaba dando la espalda a la puerta, por lo que no podía verle el rostro pero se escuchaban sus sollozos, así que la desperté.

—¿Por qué lloras, Lib? —Limpié sus lágrimas y sus ojos se cristalizaron ante mi tacto, por lo que decidí apartar mi mano.
—¿Por qué tuviste que dejarme sola cuando más te necesitaba? —Sus sollozos se volvieron más fuertes y síólo la abracé, ¿qué más podía hacer? No podía decirle que mi padre me obligó a casarme para mantener el estatus social de mi familia—. ¡Eras todo lo que tenía! ¡No entiendo por qué me abandonaste! —Dejé que ella me golpeara, necesitaba desquitarse y no se lo iba a negar.
—Lo siento —no podía decir más que eso. Yo la amaba y mentiría si dijese que no lo seguía haciendo, pero ya la lastimé demasiado y no quería seguir haciéndolo.
—No quiero que te vuelvas a ir —sujetó mi mano con fuerza y miré sus brillosos ojos.
—No lo volveré a hacer, te lo prometo.

Aunque me cueste la vida, nada nos volverá a alejar, te lo prometo.

One shots zodiacales; [PEDIDOS CERRADOS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora