Capricornio & Virgo

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Narra Capricornio

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Narra Capricornio

—Escorpio, ¡devuélveme eso! —le grité al chico que me quitó mi celular.

Estaba a punto de bajar las escaleras para subir al subterráneo, pero tuvo que aparecer el escorpiano en mi camino y arruinar mi día.

—Y si no quiero, ¿qué? —suspiré frustrada y sentí unos pasos detrás de mí.
—¿Hace falta hacer eso para obtener su atención? —cuestionó un muchacho castaño que no conocía, aunque era bastante apuesto he de admitir.
—¿Y tú quién se supone que eres? —inquirió Escorpio y el desconocido se echo a reír.
—No necesitas saberlo —el castaño le arrebató mi celular y el rubio casi lo golpea, pero el chico misterioso, esquivó su golpe. Yo sólo miraba atentamente como ambos peleaban y la gente que pasaba a nuestro lado, no hacía nada. Típico.
—¡Ya basta! —grité y ambos se detuvieron pero no por mi grito, sino porque se escucharon las sirenas de la policía.

Parpadeé rápidamente y pude distinguir como Escorpio se fue corriendo como una asquerosa rata.

Mientras que el desconocido, tomó mi mano con toda la confianza del mundo, me arrastró escaleras abajo y entramos al subterráneo justo antes de que las puertas se cerraran. Sacó mi celular de su bolsillo y me lo tendió con una sonrisa en su rostro.

—Muchas gracias...
—Virgo —sonrió y extendió su mano, la cual estreché con dificultad porque el subterráneo iba lleno de gente—. ¿Tu nombre?
—Capricornio —respondí con una leve mueca que simuló ser una sonrisa y me miró ladeando su cabeza hacia un lado.
—¿Ocurre algo? —preguntó y sentí como el transporte frenaba. Estuve a punto de caerme, pero sus brazos me sostuvieron con delicadeza.
—Gracias y, respondiendo a tu pregunta... pues, no lo sé —me estaba desesperando porque no me quitaba la mirada de encima.
—¿Conocías al rubio que te sacó el móvil? —se afirmó en una de las paredes y me acerqué donde él.
—Algo así —me encogí de hombros y él enarcó una ceja.
—¿Así, cómo? —Esa confianza no te la robo.
—Te das cuenta que no puedo estar diciéndole todos mis problemas al primer desconocido que se me cruza, ¿no? —Escuché su risa y, oh por Dios.
—Para mí no eres una desconocida, Capricornio —dijo, acercándose a mí y retrocedí unos pasos, tratando de mantener mi espacio vital.
—¿Me conoces?
—Más de lo qué tu crees.

(...)

Luego de esa charla con Virgo, no lo volví a ver. Ya pasaron más de cinco meses y las esperanzas que tenía de volverlo a ver, se desvanecieron con el pasar de los días.

—Señorita Capricornio, preste atención a la clase —me reprendió la profesora y vi la pizarra llena de recetas. Tomo la clase de cocina por los créditos extra y he de decir que, a mí no me gusta cocinar.
—Disculpe, ¿esta es la clase de cocina? —Esa voz se me hacía conocida. Traté de ver al dueño de la voz pero al inclinarme en la silla, me caí. Oí la risa de mis compañeros y vi una mano que se extendía frente a mí. Subí la mirada y vi a Virgo. Acepté su mano y me ayudó a levantarme.
—Gracias —respondí y miré sus ojos color café—. Disculpa pero, ¿qué haces aquí?
—Yo estudio aquí —dijo con una sonrisa burlona, y aunque se haya querido burlar de mí, le sonreí.
—¿Cómo es que nunca te vi? —inquerí y él sonrió con melancolía, ¿dije algo malo? Escuché un carraspeo proveniente de la profesora y suspiré.
—Sociales queda en el salón de enfrente —interrumpió la profesora, cruzada de brazos y el castaño me tomó de la mano y lo miré sorprendida.
—Gracias por las indicaciones —me arrastró con él hasta el pasillo, bajo la atenta mirada de todos y yo no omití soltar una risa nerviosa.
—¿Qué creés que haces? —Solté su mano y sentí un extraño vacío en ella.
—La última vez que te vi, te dije que te conocía más de lo que tú creías —asentí y lo observé confundida, ¿a qué venía esto?—. Éramos compañeros hasta que me tuve que ir del país. ¿Recuerdas al chico callado de la clase de Biología?
—¿Eras tú? —asintió y me sentí mal—. ¿Por qué nunca me lo dijiste?
—Trate de hacerlo pero me rechazaste de una manera tan fría —dijo con dureza en sus palabras y me removí incómoda en mi lugar. Toda la clase le hacía bullying y nunca entendí el porqué se había ido, hasta ahora, claro.
—Lo siento.
—Es divertido, ¿sabes? Todos lo sienten pero, en realidad, no sienten nada —luego de decir eso, se fue como si nada por la puerta que daba a la calle.

Narra Virgo

Amaba a Capricornio y no sólo por su increíble físico, como mucha gente, no. Su forma de pensar y su manera de ver el mundo, eran grandiosas y eso era lo que me atraía. Creo que no supo ver lo que sentía por ella.

—¡Virgo, espera! —escuché su voz a mis espaldas y me giré para encararla.
—¿Qué quieres? —La miré expectante y ella se quedó callada—. Eso pensaba

Me di vuelta para seguir con mi camino y ella se colocó frente a mí. Suspiró y me abrazó. Me quedé quieto, me había tomado por sorpresa. Oí un suspiro por su parte y sentí como iba rompiendo el abrazo, así que reaccioné y la abracé con fuerza.

—Yo, en verdad, lo siento —susurró, abrazándome todavía. Sentí una sensación de paz y sonreí.
—Te creo —deshice el abrazo para mirar su rostro y le sonreí levemente. Ella imitó mi acción y destruyó todo el contacto físico que nos mantenía unidos.
—Creo que... debería volver a mi clase —murmuró y miró al colegio. Se fue para venir a buscarme y yo no podía decir nada.
—Te acompaño —logré decir y ella asintió con una mueca.

Caminamos en silencio y unos metros antes de entrar al establecimiento, tomé su mano y a los segundos, sentí como entrelazó nuestros dedos y sonreí ampliamente.

—Te veo luego, Capricornio.
—Te tomo la palabra —se despidió de mí con un beso en la mejilla y la vi hasta que desapareció tras la puerta de su clase. Sonreí y me fui caminando de lo más feliz.

Ella no se imaginaba lo feliz que me hacía.

One shots zodiacales; [PEDIDOS CERRADOS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora