Escorpio & Géminis; two shot

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Narra Escorpio

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Narra Escorpio

Conocí a Géminis en preparatoria. Recuerdo que teníamos dieciséis años, estábamos enamorados o, al menos, yo sí lo estaba. Siempre que me decía que me amaba, yo lo sentía tan real que estaba cegado, tanto que abandoné a mis amigos cuando me lo pidió. Lo sé, era un imbécil.

Gracias por esperarme, Escorpio —dijo en cuanto subió al auto, plantando un beso rápido en mis labios y se colocó el cinturón de seguridad antes de que empezara a conducir.

¿Qué hacía yendo a buscar a mi ex novia? Ni yo mismo lo sabía.

Me concentré en la calle, intentando no distraerme por el tacto de su mano acariciando mi rodilla, la cual me producía una placentera sensación.

Debía llevar a Géminis hasta la casa de sus padres, al parecer tenía algo importante que hacer.

Gém, ¿qué tanto tienes que hacer en casa de tus padres? —Le había preguntado cuando frené en un semáforo en rojo.

Ella ya no vivía en la casa de sus padres porque, según tenía entendido, ellos la habían enviado a vivir con sus primos o algo parecido.

Ellos me citaron para que conozca a un accionista, amigo de mi padre, no lo sé —hizo una mueca disgustada y emprendí la marcha nuevamente.

¿Conocer a alguien? ¿De qué hablas, Géminis? —Quizás me picó la curiosidad, aunque en mi defensa, hacía bien en desconfiar de mis suegros, ya que ninguno me quería como el novio de su única heredera.

Te pido que no empieces con tus celos, por favor —la miré por el rabillo del ojo y noté que ella había rodado los suyos—. Ni siquiera sé quién diablos es, no te pongas así ahora.

Durante el resto del recorrido ninguno habló, apenas se escuchaban nuestras respiraciones. Tal vez estaba siendo un poco celoso, más ese último tiempo, pero yo tenía motivos. La había visto muy, muy cerca del capitán de hockey de la preparatoria y ese chico sabía que Géminis tenía novio... y ese idiota era yo.

Yo era el único imbécil en la relación, el único que se dejó llevar por el carácter de una persona muy diferente a mí. Géminis siempre fue libre, pero eso yo no lo sabía sino hasta tiempo después de que me enterara que ella me puso los cuernos con el capitán de hockey. Aún así, dos años después, aquí estaba junto a ella, yendo a comprar su vestido para nuestra fiesta de graduación.

¡Este es hermoso! ¿No te gusta, Escorpio?

Modelaba un vestido rojo que le llegaba hasta por arriba de las rodillas, marcando a la perfección sus curvas, aquellas que me hacían perder la cabeza al poder observarlas, creyendo que sólo yo podía disfrutar de ellas.

Solté un silbido en respuesta; no podía negar que se veía como una diosa sensual, aún más con el notable escote que dejaba poco a la imaginación.

Géminis se sentó sobre mi regazo, aprovechando que yo estaba sentado en un sofá de la tienda a la espera de verla salir con un vestido diferente al anterior.

Me besó con fiereza y yo le devolví el beso con la misma intensidad, mientras mis manos se dirigieron a su trasero. Ella era como una droga para mí, adictiva, pero sobre todo, peligrosa y destructiva.

Me dolió saber que, a pesar de haberle entregado mi alma y corazón, a ella parecía no serle suficiente. Mejor dicho, parecía no importarle en lo más mínimo mis sentimientos y eso me hacía sentir vacío. Aún más cuando Géminis sabía que yo no sería capaz de hacerle ningún daño.

Me sentía como una marioneta siendo manejada por ella. Fui un tonto que creyó en cada una de las palabras que salían de su boca, a sabiendas de que eran puras mentiras.

Te prometo que lo nuestro no va a terminar jamás —recuerdo que dijo mientras teníamos una noche apasionada, que ahora me gustaría poder olvidar y que lamentablemente sé que no podrá ser porque soy tan masoquista que aún recuerdo cómo me besaba con deseo de más.

En cierta manera, Géminis no mintió aquella noche al decirme esas palabras porque de ser por ella, nuestra relación hubiese continuado hasta acabar con mi existencia.

Me esforcé por ser el mejor novio que ella pudiera tener. Hice de todo por poder ver una verdadera sonrisa en su rostro, sólo quería saber que quién provocaba esas sonrisas era yo y nadie más.

Y me odio por todo lo que hice por ella, maldigo el día en que dejé de pensar en mi bienestar. También era consciente de que tampoco fui el mejor novio del mundo y estaba lejos de serlo, por eso debía aprovechar la soltería para aprender a amarme y aprender a amar sin toxicidad.

Nunca seríamos amigos. Primero muerto, porque podía perdonarla (porque lo idiota no se me quita de un día para otro), pero no podría olvidar el daño que me provocó su llegada a mi vida.

No la quería más ocupando mis días, y había reunido la suficiente valentía para deshacerme de ella; por fin había decidido ponerle un final a nuestra extraña y tóxica historia. No valía la pena luchar por alguien que no me valoraba como lo merecía, o eso solía decirme mi mejor amiga Capricornio en cada oportunidad que tenía.

¡Te arrepentirás! —me gritó cuando dije que no quería seguir teniendo ningún tipo de relación o contacto con ella. A pesar de estar en el centro comercial, donde la gente que pasaba por allí nos mirara, me dió igual.

Terminaste con la plástica —escuché la voz triunfal de Libra, una vieja amiga y volteé a verla. Ella iba del brazo con Cáncer, otra amiga-. Mereces un premio, al más lento, pero es un premio.

Y por más que ella se estuviera burlando de mí, ahí me dí cuenta de que ya no sería perro faldero de nadie. Podría valerme por mis propias decisiones sin depender de alguien y eso me hacía sentir feliz.

Al fin sería libre y no dejaría que nadie más me hiciera perder la cabeza como Géminis lo hizo.

One shots zodiacales; [PEDIDOS CERRADOS]Where stories live. Discover now