Piscis & Acuario

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Su mirada estaba perdida en los cálidos tonos que coloreaban el cielo

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Su mirada estaba perdida en los cálidos tonos que coloreaban el cielo. Disfrutar del atardecer era uno de sus pasatiempos favoritos. Además, estaba acompañada de una fresca brisa que hacía volar sus finos cabellos. ¿Qué podía ser mejor que eso?

Alguien la sacó de la soledad de sus pensamientos y le ofreció un vaso con lo que parecía ser jugo de frutas. Le sonrió a modo de agradecimiento y el recién llegado se sentó en el suelo a su lado. Con su prometido junto a ella, descubrió que nada podía ser mejor que aquello.

—¿Hablaste con tu padre?

El joven bebió un largo trago del jugo, sintiendo como este atravesaba su esófago, dejando un sabor dulce en sus labios. Mientras tanto, Piscis no despegó su mirada del espectáculo que le brindaba la naturaleza al irse ocultándose el sol.

—No está contento con nuestro compromiso —Acuario examinó el rostro de su novia, intentando adivinar lo que pasaba por su mente al oírlo.

Sin embargo, ambos sabían de sobra que el padre del príncipe se opondría a su casamiento, o a cualquier vínculo que los uniera. En su reino estaba muy mal visto que alguien perteneciente a la realeza estuviera comprometido con alguien que no perteneciera a su círculo; pero peor que eso era el saber que estaban enamorados. Como si amarse fuera un pecado que tuviera que condenarse con la pena de muerte.

Piscis esbozó una pequeña sonrisa, que Acuario no supo cómo interpretar. Le había dicho que el rey se había opuesto a su matrimonio, ¿cómo podía estar sonriendo? Él se sintió muy afligido luego de discutir con su padre al respecto; amaba a aquella campesina. Ella fue la única mujer que atrajo su atención, la única que en verdad le interesó conocer. Si ella no podía ser su reina, pues, nadie más lo sería.

—Hubiese sido muy ingenuo por mi parte creer que el rey daría el buen visto —mencionó, bajando la mirada hasta sus manos. Acuario apretó sus labios en una fina y tensa línea, sin saber muy bien qué decir. Por suerte, Piscis prosiguió hablando—. No me importa su opinión; yo te amo, Acuario, y eso no va a cambiar.

El príncipe sintió que su estado anímico había mejorado tras escuchar su confesión. Ella tenía razón; no debía serle relevante la opinión de su padre, mientras que él fuera feliz... y Piscis formaba parte de su felicidad.

Sin embargo, un día la guerra entre dos reinos vecinos estalló y su relación parecía estar pendiendo de un hilo, uno muy fino.

Acuario debía ir a la guerra, ya que era el líder del ejército de su reino y este estaba aliado con uno de los involucrados directos. Sabía que podía marcharse para no regresar y también estaba al tanto de que su novia conocía ese dato. Ella no intentó persuadirlo, sabía que no lograría nada con sus reclamos más que el distanciamiento entre ambos. Y eso era lo que menos deseaba en aquellos momentos. No obstante, aún le restaba una carta por jugar.

One shots zodiacales; [PEDIDOS CERRADOS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora