Acuario & Leo

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Siempre me han dicho "no te enamores si quieres estar en paz" y cuando conocí a Acuario creo que me olvidé por completo de ese consejo, pero ¿cómo no enamorarme de él cuando pasábamos todo el día, todos los días de la semana juntos?

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Siempre me han dicho "no te enamores si quieres estar en paz" y cuando conocí a Acuario creo que me olvidé por completo de ese consejo, pero ¿cómo no enamorarme de él cuando pasábamos todo el día, todos los días de la semana juntos?

No creía en el amor a primera vista, pero sí en la atracción y quizás su mirada azul fue la que me electrizó en primer lugar.

La primera vez que lo vi iba llorando por la calle. Su figura fue la protagonista principal de mi vista a través de la ventana del edificio donde trabajo y no pude resistirme a voltear a verle. Quería saber el motivo de su llanto; el por qué un hombre de su edad andaría llorando por la vida, sin temor a ser señalado por el qué dirán.

Entró en la cafetería de la esquina y no volví a verle hasta el día siguiente, donde apareció en la oficina de mi jefa. Tenía un aspecto fatal, tanto que le ofrecí un vaso de agua, pero lo rechazó. Me causó tanta intriga que no pude evitar escuchar su conversación . Resulta que había fallecido su hija, la que había tenido con la mujer que me dio empleo.

A partir de aquel día, empecé a verle más seguido porque solía ir seguido a ver a su ex, sin embargo, quiero pensar que también iba para verme a mí.

Su ánimo no mejoró en un año, hasta se podría decir que empeoró. Pero por lo menos logró confiar en mí para contarme sobre su niña fallecida. Logró confiar en mí para llorar abiertamente, para dejar de sufrir en soledad. Yo ya no me sentía tan sola tampoco, por fin tenía a alguien con quien contar si necesitaba ayuda.

Estábamos en un campo de orquídeas subterráneo cuando mis sentimientos por él cambiaron. Ninguno debía estar ahí; era un lugar prohibido para gente de nuestra edad, por ello ambos andábamos por los pasillos sigilosamente, intentando ocultarnos de las cámaras fisgonas que cercaban todo el perímetro.

—No es seguro que estemos acá, ¿es que no lo sabes todavía? —Él me miró extrañado, como si estuviese loca por haberlo arrastrado hasta ese lugar.

Lo cierto era que sí sabía lo que le hacían a las personas que encontraban ahí. Tan solo quería que se olvidara del mundo real por un segundo y disfrutara del paisaje floral, conmigo.

—Eso lo tengo más que claro, Acuario, por eso te invité —me miró nuevamente como si hubiese dicho alguna calamidad, pero no me dejó terminar y, sin decir nada, se marchó. Quizás debí detenerlo porque ya había visto al guardia que lo interceptó metros detrás de mí.

Forcejeó durante unos breves minutos contra él y no pudo liberarse de su agarre, el guardia parecía ser un tipo fuerte y musculoso. Decidí hacer acto de presencia e intentar salvarle el honor aunque sea. El guardia ni bien me vio lo soltó y echó a correr en mi dirección. Me aseguré de que Acuario pudiera huir y perdí de vista al hombre después de haber girado un montón de veces en distintos pasillos. Aun así, Acuario tuvo la oportunidad de escapar y, en lugar de eso, él regresó a rescatarme. Fue ahí cuando sentí que mi corazón golpeaba tan fuerte contra mi caja torácica que creí que en cualquier momento se me saldría del pecho.

Ahora actúa como si no me conociera, como si yo nunca hubiese formado parte de su vida. Es un sentimiento que jamás pensé que iba a experimentar, me duele de tantas formas que no sé cómo sigo viva... Siento que mi corazón se fue con él cuando se marchó.

—Nadie dijo que esto duraría para siempre. Lo siento.

Sus últimas palabras fueron como el primer puñal que recibí antes de que finalmente me matara. Sentí que mi mundo se hacía trizas frente mis ojos cuando lo vi cruzar la puerta, llevándose todas sus cosas. Hacía tanto tiempo no lloraba como lo estaba haciendo.

En varias ocasiones me preguntaba... Si llegó a amarme o a quererme, ¿por qué me había dejado? Le daba mil vueltas al asunto como daba vueltas en la cama, abrazando la almohada que estaba cubierta con mis lágrimas.

Quizás debí luchar más por él y por mis sentimientos. Aunque, sé que consiguió otros brazos que lo sujetaron y esa fue una de las razones de su partida. Otro motivo fue su miedo a ser padre de nuevo y el mío a no ser la madre de ese bebé en camino.

Entonces comprendí que hay personas que no están hechas para amar y hay otras que no saben seguir adelante con sus vidas, como yo.

One shots zodiacales; [PEDIDOS CERRADOS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora