Virgo & Escorpio

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Mi vida apestaba

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Mi vida apestaba.

Al menos, mi día apestaba.

Hoy sería el día en que mi jefe me ascendería de puesto, pero no. Un problema suyo, ajeno a mi persona, fue lo que hizo que cambiara su opinión, arruinando mi mañana.

Ah, pero mi desgracia recién comenzaba.

Después de tan temprana decepción, una nueva empleada me empujó, tirándome café en la camisa. Ahora tengo de color marrón lo que antes fue blanco. La chica me pidió disculpas y yo las acepté porque sabía que no lo había hecho con malas intenciones, aún así, eso no impidió que mi mal humor se notara más, ya que esta camisa era mi favorita porque siempre me traía suerte.

Continúa leyendo que ahí no termina.

Al llegar la hora del almuerzo, estaba mirando mis redes sociales mientras comía una ensalada de arroz y atún cuando mi celular se apagó de la nada. Intenté encenderlo una y otra vez, aunque no conseguí mi cometido. Frustrado, le quité la batería y la regresé a su lugar, sin embargo, tampoco funcionó, así que me resigné a que debía comprarme un celular nuevo para seguir comunicado.

No obstante, no cargaba encima con el dinero necesario para comprarme un celular y tampoco tenía las tarjetas de crédito, por lo que jamás me enteré si mi hermana dio a luz a mi sobrina. Algún día seré un buen tío, Acuario, te lo prometo.

Una vez terminado mi horario laboral, caminé bajo la lluvia por tres cuadras hasta encontrar mi auto estacionado. Subí frente al volante y al observar el parabrisas, solté un largo suspiro. Tenía una multa por haber estacionado en la zona de carga y descarga de una fábrica, no sé en qué estaba pensando cuando lo deje aquí esta mañana. Oh, esperen, si lo recuerdo, creí que tendría un mejor empleo y, por ende, una mayor cantidad de sueldo.

Luego de quitar la multa del parabrisas, hice rugir el motor de mi auto. Tenía que tomar temperatura porque sino, lo fundiría y no quería más desgracias por hoy, aunque, las cosas no siempre son como quisiéramos que sean.

Conduje tranquilo, alejándome de mi lugar de trabajo, hasta que llegué a la zona céntrica de la ciudad y me encontré con una manifestación de personas que reclamaban por sus derechos laborales. Todo bien con ellos, yo entendía que era la única manera de que, por lo menos, sean escuchados pero, ¿tenía que ser justo hoy, no podía ser otro día?

Tardé, como mínimo, dos horas en lograr rodear la manifestación y abrirme paso a la carretera que conducía a mi casa. Cada vez llovía con más fuerza, lo que intensificaba el frío, así que encendí la calefacción para que mis dedos no se congelaran al volante.

Mi vista no se despegó del frente en ningún momento, ya que se me hacía un tanto complicado ver con el vidrio empañado. Si bien tenía que usar lentes, no los usaba porque se me veían horrible, simplemente preferí ahorrarme las burlas de mis compañeros.

One shots zodiacales; [PEDIDOS CERRADOS]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant