Escorpio & Leo

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—¿Cómo terminamos aquí? —preguntó una muchacha riendo en medio del silencio de la celda de prisión que compartía con un joven de aspecto frío, quien le dedicó una media sonrisa de lado a su compañera

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—¿Cómo terminamos aquí? —preguntó una muchacha riendo en medio del silencio de la celda de prisión que compartía con un joven de aspecto frío, quien le dedicó una media sonrisa de lado a su compañera.

Unas horas antes...

Narra Escorpio

Leo, una muchacha rubia conocida como «busca-problemas» en el pueblo, entró a la tienda de tatuajes donde yo trabajo. Me acerqué a ella antes que mi compañero y le sonreí coqueto.

—Tranquilo, hay Leo para todos —la leonina dejo escuchar su risa, resonando por todo el local y sentía la mirada fulminante de mi compañero clavada en mi espalda.
—¿Por qué me visitas hoy? —pregunté con una sonrisa ladina y ella enarcó una ceja divertida. Adoraba cuando hacía eso.
—Mi sexto tatuaje, ¿te suena? —Juro que en ese preciso momento, escuché la risa burlona de mi compañero a nuestras espaldas y gruñí por lo bajo.
—Ven conmigo, Leo —Aries la guió a un pequeño cuarto tras el mostrador y me senté aburrido en uno de los sillones del lugar a esperar.

Aries, mi compañero, era quien se encargaba de realizar los tatuajes a nuestros clientes, mientras que yo, me encargaba de realizar todo tipo de perforaciones.

Luego de media hora, ambos salieron del cuarto y los miré con expresión aburrida.

—Cada vez lo haces mejor, Aries —alabó la leonina al mencionado y éste le guiñó un ojo mientras que yo, bufé exagerademente. Ella encendió un cigarrillo y se lo llevó a su boca para darle una calada.
—Anda, Escorpio, no te pongas malhumorado, ni siquiera toqué a tu chica —Leo no dejaba de sonreír y con cada palabra que decía Aries, sentía más ganas de verlo tres metros bajo tierra—. Relájate. Quizás unos masajes te vendrían bien, ¿no lo creés, Leo?
—Hmp, yo opino que una fiesta te caería muy bien —mencionó la rubia mientras me miraba y mordía su labio inferior de una manera demasiado sexy—. ¡Hay una fiesta esta noche! ¡Los invito a ambos!
—¡Que dulce eres! Pero, no puedo. Mi novia se quejó porque no paso tanto tiempo con ella y nos compró entradas para una obra de teatro —Aries bostezó luego de terminar su frase y me dio un poco de lástima por su novia, pero no es asunto mío, así que...
—¿Y tú, Escorpio? ¿Me harás compañía esta noche? —preguntó Leo en tono "inocente" mientras hacía un puchero con sus labios.
—No tienes que preguntarlo dos veces, cariño —guiñé un ojo en su dirección y sonrió de lado.
—Vendré a buscarte en unas horas —la leonina tiró la colilla del cigarrillo al suelo y la apagó, para luego salir del local e inmediatamente intercambié miradas con Aries.
—Se fue sin pagar, ¿no? —mencionó el ariano y yo me eché a reír.
—Otra vez.

(...)

Leo me mandó un mensaje hacía rato, diciendo que pasaría a buscarme pero de eso, ya hacía una hora.

No la esperare ni un segundo más, si no llega ahora...

—¡Escorpio! ¡Cambio de planes! —Leo entró gritando al local mientras que la observé sin una pizca de felicidad.
—Al fin te dignas a aparecer —murmuré y Leo miró a través de la ventana, pasando de mí por completo.
—Se cancela la fiesta porque sin querer, queriendo, puede ser que le haya robado la cartera a un hombre y ahora la policía me persigue, ¿no es divertido? —finalizó de relatar su más reciente hazaña con una sonrisa, ignorando mi comentario anterior y me golpeé la frente con la palma de mi mano.
—No tienes solución, Leo —mencioné y ella se encogió de hombros.
—Así me amas —lanzó un beso al aire en mi dirección para luego, volver a mirar por la ventana.
—Y no sabes cuánto —balbuceé y ella se dió vuelta.
—¿Ah, si?
—No —me acerqué a ella y rodeé su cintura mientras que Leo, rodeó mi cuello con sus brazos.

Acorte la distancia que nos separaba y la besé...

O eso hubiese sucedido si la puñetera policía no hubiese irrumpido en el local.

—Tierra llamando a Escorpio —oí la voz de la leonina llamarme y me giré para mirarla—. Parece que te perdiste en tus pensamientos.
—Te equivocas —escuché su risa y la observé con incredulidad.
—¿Sabes? Hay algo que todavía no entiendo —se levantó del suelo y se sentó a mi lado. Murmuré un «¿qué?» y continuó—. ¿Por qué te arrestaron a ti también?
—Era eso —reí cortamente y cerré mis ojos—. La tienda es clandestina, ¿lo sabías? Me pidieron los papeles mientras te arrestaban y golpeé a uno de los policías —Leo volvió a reír y se sentó sobre mi regazo mientras volvía a posar sus brazos alrededor de mi cuello.
—Creo que antes de que nos interrumpieran, estabas a punto de hacer algo —rodeé su cintura, nuevamente y le quité su chaqueta de cuero, ya que me molestaba.

Me atrajó hacia ella para cortar la distancia que nos separaba y mis labios se estamparon con los suyos.

El beso fue subiendo de tono pero el carraspeo de alguien —y el agua fría que cayó sobre ambos— logró separarnos.

—¡Imbécil! —chilló Leo y se levantó de encima mío.
—¡¿Qué mierda te ocurre?! —grité a la causante de que termináramos mojados y la mujer policía sonrió de lado—. ¿Sagitario?
—Esto no es un motel —anunció con voz firme y Leo la fulminó con la mirada. Con la sagitariana fuimos una especie de amantes durante un tiempo, hasta que conocí a Leo y deje de buscarla.
—¡Si tú estás celosa, no es mi culpa! —le gritó la leonina a Sagitario y ésta me miró de arriba abajo.
—¿Celosa? No soy la que come sobras aquí —y dicho esto, cosa que me ofendió bastante, se fue.

Solté un bufido y con Leo nos sentamos en el piso.

—No le hagas caso, sólo está celosa de nosotros —entrelacé nuestras manos y ella se rio a carcajadas.
—Como si pudiera afectarme lo que alguien tiene para decirme —me besó otra vez y juré que podría acostumbrarme a esto—. No me arrepiento de haberle robado la cartera al hombre —sonreí contra sus labios y nos separamos por falta de aire.

El resto de la noche la pasamos entre besos y caricias, ya saben, para combatir el frío de la celda, puesto que teníamos para un largo rato.

One shots zodiacales; [PEDIDOS CERRADOS]Where stories live. Discover now