Géminis & Tauro

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Narra Géminis

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Narra Géminis

Maldito Sagitario, ¡logró que me perdiera! No sé cómo es que acabé siendo su amiga, tal vez fue la influencia de Acuario, su novia y mi amiga.

Escucho el ruido que provocan las hojas al ser movidas por el viento o eso quiero creer, ya que no veo nada por la oscuridad que producen los enormes árboles. Se supone que vine de campamento con mis amigos pero Sagitario nos retó a una carrera a su novia y a mí. Ellos fueron más rápidos y terminé por perderles el rastro, perdiéndome yo en un inmenso bosque.

Tengo frío y hambre, además de estar cansada. Llevo caminando más de seis horas y sigo sin encontrar a mis amigos, ¿será que están buscándome o me abandonaron a mi suerte?

La noche se está asomando sobre mi cabeza, o eso creo ya que, la visión se me hace mucho más difícil. Con la llegada de la noche, llegan ráfagas de viento que provocan escalofríos en todo mi cuerpo, haciendo que tiemble de frío porque no se me ocurrió mejor idea que venir de pantalón corto y sin campera, soy una genia.

De repente escucho el sonido de fuertes pasos no muy lejanos a mi posición y volteo para ver si hay alguien que pueda ayudarme, pero no hay nada y eso sólo hace que mis nervios se incrementen porque nunca me gustó estar sola por demasiado tiempo. De nuevo puedo oír las pisadas y podría jurar que alguien me sigue si no fuera porque no puedo ver absolutamente nada. No lo pienso dos veces y me echo a correr como alma que lleva el diablo.

"Correr o morir", molesta mi mente y en esa fracción de segundo que me distraje, choqué con un árbol que tenía enfrente y caí al suelo por el impacto.

—¿Estás bien? —habla alguien, llegando a mí y por instinto me levanto y me coloco en posición de defensa por si quiere atacarme. Puedo observar que es un hombre que aparenta de treinta y tantos años de apariencia inofensiva, aún así, no me fío de él—. No te quiero hacer daño, te ví caminando por el sendero que conduce a mi cabaña y creí que necesitabas ayuda.

Aclara, con sus manos levantadas a ambos lados de su cabeza y relajo mi pose mientras suelto un suspiro, "sólo quiere ayudar".

—Bien, estoy bien —digo y él asiente mientras da un paso más hacia mí. Veo como se deshace de su gran campera y me la coloca sobre los hombros, al instante siento como mis mejillas arden y evito hacer contacto visual con el castaño—. Gracias.
—No hay de qué. Ven conmigo, podrás comer algo y descansar un rato, te ves fatal —comenta con un deje de diversión en su voz y sonrío, parece una buena persona—. ¿Cómo te llamas?
—Géminis, ¿y tú? —le devuelvo la pregunta mientras volvemos al sendero que según dijo, conduce a su cabaña, pero, ¿qué clase de persona vive en medio de un bosque sin compañía? Bueno, a menos que viva con alguien...
—Me llamo Tauro, y tal vez pienses que soy una especie de rareza humana al vivir solo en medio del bosque, pero déjame decirte que yo cuido de este hermoso lugar —dice mientras extiende sus brazos, señalando los árboles y todo en general—. En realidad, soy leñador pero el bosque es mi hogar.
—Vaya, eso es genial —confieso y Tauro asiente. No muy lejos de nuestra posición puedo distinguir como una construcción de madera se alza imponente, una cabaña—. Aunque, creo que yo no podría vivir fuera de la civilización.
—Creéme, yo tampoco imaginaba que podría vivir lejos de ella, pero aquí estoy y soy un sobreviente —bromea y me río. Lo miro de reojo y veo como una sonrisa está plasmada en su rostro, haciéndolo ver lindo.

"Alto, Géminis, ¿qué diablos estás pensando?", me regaño a mí misma y dejo de mirar al leñador. Sí, puede ser que sea lindo pero no lo conozco.

—Llegamos —avisa, sacándome de mis pensamientos y veo que llegamos al lugar más rápido de lo que hubiese imaginado. Entro en la cabaña y es muy acogedora, puedo ver que la chimenea está encendida y me acerco para poder calentarme—. Al parecer sí tenías frío —comenta, aunque creo que más para sí mismo que para mí, por lo que permanezco en silencio, observando como la leña arde bajo las llamas del fuego—. Tal vez esto te ayude —dice y volteo a mirarlo, me tiende una taza con un líquido transparente, creo que es té de hierbas por el olor que desprende.
—Gracias, Tauro —le sonrío mientras tomo la taza entre mis manos y al hacerlo, mis dedos rozan los suyos. Intento no sonrojarme otra vez pero no lo consigo, ya que siento el calor en mis mejillas, aunque tal vez sólo sea el calor de estar tan cerca del fuego, sí, eso debe ser.
—Te ves linda sonrojada —confiesa y al instante veo como el color rojo tiñe levemente sus mejillas mientras que él voltea la mirada para evitar mirarme.

A pesar de ese momento... intenso, le busco conversación porque siento la necesidad de hablar con él, de conocerlo más. Tauro me habla de él, de su vida y de cómo abandonó la ciudad para mudarse aquí. Me pregunta qué es de mi vida, y empiezo por lo básico, mi edad. Él se sorprende cuando le digo que tengo veinte y me confiesa que tiene treinta y cinco, al parecer mi primera impresión no estaba tan equivocada.

Sinceramente, despues de haberle contado un par de cosas sobre mí, creo que tenemos demasiadas cosas en común, por ejemplo, el odiar el sonido de los autos en embotellamiento, y amar la naturaleza.

Nos quedamos en silencio, sin saber qué decir, aunque no es incómodo sino más bien, agradable. Ambos miramos las llamas que se alzan por toda la chimenea, quemando la leña a su paso, aunque a veces encuentro al castaño mirándome de reojo, como yo lo hago con él. De vez en cuando, nos sonreímos con timidez y volvemos a apartar la vista.

—Géminis, eh, ¿te puedo hacer una pregunta? —rompe el silencio, como si hubiese estado pensándolo por bastante tiempo.
—Ya lo hiciste —comento divertida y él sonríe, sin mirarme—. Dime.
—¿Puedo llamarte Gém? —inquiere y lo miro incrédula, todos me llaman así, ¿por qué el no podría hacerlo?
—Claro, pero creo que eso no era lo que querías preguntar, ¿o no? —insisto y Tauro niega—. ¿Entonces?
—¿Crees en el amor a primera vista?

Si antes alguien me lo hubiese preguntado, sin dudas me hubiese reído en su rostro pero, ahora ya no sabía qué creer. Puedo notar que Tauro está nervioso porque no deja de jugar con sus manos desde que empezamos a hablar.

—Tal vez —respondo y volteo a verlo. Sigue con su mirada fija en las llamas y decido devolverle la pregunta—. ¿Y tú, Tauro, crees en el amor a primera vista?
—Siempre lo he hecho —contesta, girándose a verme y siento como me pierdo en sus ojos—. Gém, ¿te molestaría si te beso?

Mentiría si dijese que su pregunta me toma desprevenida, así que niego con mi cabeza y una sonrisa se extiende en el rostro del castaño. Coloca un mechón de mi cabello rubio por detrás de mi oreja y su mano se queda acariciando mi mejilla, provocando que ante su tacto, yo cierre mis ojos. No pasa mucho tiempo hasta sentir sus labios tibios sobre los míos, moviéndose sincronizados, como si hubiesen sido hechos el uno para el otro con perfecta simetría. Simplemente, magnífico.

Nos separamos y sigo sin abrir mis ojos, ya que si lo hago, temo despertar de un hermoso sueño.

—Mírame, por favor —pide y mis ojos se abren, encontrándose con el castaño a unos centímetros de lejanía, con su frente pegada a la mía—. Nunca voy a olvidar este momento.
—Ni yo —aseguro y él deja un casto beso en mis labios—. Gracias por tu hospitalidad, pero debo irme, tengo que encontrar a mis amigos.
—Aún es de noche, no podrás ver nada. Quedáte conmigo y mañana los buscas —la oferta suena tentadora... Además de que Tauro me mira con ojos de perrito y con un puchero, adornando sus carnosos labios, ¿cómo decirle no a esa carita?
—Está bien —me rindo y el castaño sonríe mientras besa mi frente de manera cariñosa y me abraza.

Gracias Sagitario, sin ti creo que no hubiese conocido al amor de mi vida.

One shots zodiacales; [PEDIDOS CERRADOS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora