Acuario & Sagitario

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Narrador omnisciente

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Narrador omnisciente

—¡Sagi! —gritó una muchacha de cabello color castaño y saltó para subirse en la espalda de su amigo.

—¿Me extrañaste, Acua? —preguntó el muchacho con una sonrisa ladina y ella rio mientras golpeaba el hombro del joven a modo de juego.

—Ni en tus más salvajes sueños, bebé —contestó la acuariana a modo de broma y Sagitario sonrió con diversión; él si la había extrañado a pesar de que sólo habían pasado unos días de la última vez que se habían visto.

—Ya quisieras, amor —Acuario abrió los ojos de par en par con asombro pero no iba a sonrojarse, no señor.

Siguieron conversando y riendo mientras caminaban, oh, bueno, mientras que Sagitario caminaba y Acuario iba en su espalda prendida como una garrapata para no caerse y así poder sentir el perfume de su amigo, aquel con fragancia a chicle de fresa mezclado con chocolate, aquel que tanto le gustaba a ella.

—Debes decirme dónde compras tu perfume —habló la muchacha y el sagitariano soltó una sonora carcajada mientras podía ver el cine frente ellos.

—Deberás averiguarlo por tu cuenta porque no te voy a decir —el pelinegro bajó con cuidado a su amiga y ella le sonrió a modo de agradecimiento por no haber dejado que caminara por tantas cuadras. Sí, Acuario a veces podía ser muy floja.

—Ahora no te compartiré de mis palomitas —dijo la acuariana, haciéndose la ofendida y cruzó sus brazos, haciendo que su escote sea más notorio.

Sagitario se había quedado bloqueado observándola, hasta que reaccionó y borró esos pensamientos para nada amigables de su mente y volteó la mirada hasta encontrarse con varios hombres mirando a su amiga.

—¡¿Ustedes qué miran, eh?! —Los desconocidos se miraron entre ellos y sólo se fueron sin pronunciar palabra. Acuario relajó su expresión y dejó caer sus brazos a ambos costados de su cuerpo.

—¿Por qué hiciste eso? —preguntó Acuario y el muchacho la miró incrédulo.

—¿Que por qué hice eso? —La castaña asintió y él se mordió la lengua antes de decir cualquier estupidez que se le cruzara en la cabeza—. Esos tipos te estaban mirando, ahí —Sagitario señaló el busto de su amiga con la mirada y un leve, muy leve, color rojizo apareció en sus mejillas.

—Aww —Acuario apretó las mejillas del sagitariano mientras decía lo tierno que se veía y luego, dejó de hacerlo porque una especie de "mariposas" habían invadido su interior. Tosió y desvió su mirada del pelinegro—. Sagi, somos los siguientes en la fila.

Sagitario la observó entre confundido y... confundido. No entendía la razón por la que ella se comportó de manera tan extraña y luego, aún más extraña.

Era normal que entre ellos coquetearan, pero, meses atrás, el sagitariano se dio cuenta de que le gustaba su amiga, aunque sólo pensó que fuera una atracción del momento y ya, pero no.

—Sagi, la fila —la voz de la acuariana lo sacó de sus pensamientos y al fin recordó dónde estaban.

Pidió dos boletos para ver la película que querían y Acuario le dio dinero para su entrada, aunque él no le aceptó y terminó pagando todo, hasta los dulces que comerían.

—Me habías prometido que yo pagaría esta vez —bufó la castaña y el muchacho sonrió con inocencia; a Acuario le encantaba poder pagar todo lo que ella fuera a consumir, amaba ser independiente.

—De hecho, yo no te prometí nada porque estaba cruzando mis dedos detrás de mi espalds —Acuario rodó los ojos y se acercó al candy bar para retirar su ración de palomitas y sus dulces—. Nena, ya te dije que cuando estés conmigo, no deberás gastar nada.

—Pero sabes que no me gusta que gastes tú solo —contraatacó sin mirarlo y él sonrió. La acuariana era una gran persona y Sagitario no quería perder su amistad.

Una vez listos, ingresaron a la sala donde verían la película y recibieron muchos abucheos, ya que habían hecho mucho problema en encontrar sus asientos.

—Aish, que fastidio —murmuró el pelinegro y la gente cerca de él le chistó para que se callara. Acuario rio por lo bajo y se concentró en mirar la película.

—¿Sagi? —El mencionado musitó un «¿sí?» en un susurro y ella le señaló la gran pantalla—. La película ya terminó.

—¿Cómo? —Su vista se dirigió a la pantalla y en ella aparecían los créditos de la película—. ¡Diablos!

Salieron del cine y caminaron hacia ningún lado. Acuario no decía nada, iba concentrada en comer palomitas y mirando el paisaje. Sagitario la miraba de reojo cada tanto y sonrió al ver que ella fruncía el ceño porque se le habían acabado las palomitas de maíz.

—¿Quieres más? —preguntó el joven en tono divertido y la acuariana asintió con emoción—. Que pena, ya estamos un poco lejos del cine, ¿no lo crees?

—Idiota —murmuró Acuario por lo bajo y el pelinegro enarcó una ceja sin disimular su incredulidad.

—¿Cómo me llamaste, preciosa? —El sagitariano la había acorralado a ella entre él y la pared, Acuario miró a ambos lados, no tenía escapatoria.

Ella miró a su amigo confundida y con una sonrisa torcida, no entendía lo que estaba pasando pero no le gustaba, más bien, la hacía sentir rara el hecho de que su corazón latiera con fuerza y que su respiración sea tan acelerada con Sagitario en esa pose.

Él por su parte se maldecía mentalmente por haber actuado por impulso pero ya no había vuelta atrás. Desde que la vio ese día, tenía planeado confesarle sus sentimientos, arriesgando su amistad pero, no aguantaba más.

—Sagit... —el pelinegro calló a la acuariana con un beso muy significativo para él. No era la primera vez que besaba esos labios que lo traían loco, pero fue la primera vez que sentía que una manada de animales habitaba su estómago.

Por otro lado, Acuario se había quedado tiesa sin corresponderle. Su mente estaba hecha un caos, sus pensamientos giraban en torno a todo, pero sobre todo, a su amigo.

Él estaba por alejarse de ella, ya que no había recibido la respuesta que él quería, pero antes de que eso pasara, la castaña le siguió el beso y cruzó sus brazos tras su nuca para acercarlo más a ella.

Sagitario saltaba de felicidad en su interior, aunque sólo le había correspondido el beso, nada que no hubiera pasado antes pero, anteriormente eran retos con sus amigos presentes, esta vez no.

Ambos se separaron para llenar sus pulmones de oxígeno y se miraron entre sí, mientras sus respiraciones era lo único que se oía en toda la cuadra, ya que estaba desierta.

—¿Por qué yo? —La muchacha rompió el silencio sin deshacerse del grato sentimiento que le produjo el beso.

—Me gustas mucho, Acuario —musitó Sagitario y juntó su frente con la de ella en un gesto tierno—. No hay un porqué, sólo amor.

—En ese caso —esta vez, la acuariana lo besó con más pasión que antes y para profundizar el beso, ella se aferró al torso de su amigo y él la abrazó para que no se cayera—. También me gustas, pero no quería perder tu amistad.

Sagitario rio con ganas al escucharla pronunciar esas palabras, ya que él sentía lo mismo. Acuario no entendía la risa del pelinegro pero de todas formas, rio junto a él como tantas veces lo había hecho porque él era lo único que tenía y no lo iba a dejar ir con tanta facilidad.

One shots zodiacales; [PEDIDOS CERRADOS]Where stories live. Discover now