Aries & Cáncer

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Narra Cáncer

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Narra Cáncer

Él trata mal a las mujeres y ella ignora los hechos.

Él hace su vida infeliz y ella no quiere ver la realidad.

Él no la merece, pero ella cree que siente amor por él.

Y, aquí estoy yo, mirando como Aries discute otra vez con Leo. Me da tanta rabia e impotencia que ella no sepa ver la persona que es su novio.

Yo sé que puedo tratarla mejor que él.

(...)

—Cáncer, no te rindas, hermano —me animó Libra, mi mejor amigo, dándome unas palmadas en mi espalda.
—Es difícil no querer rendirme si ni siquiera puedo hablarle, ¿entiendes? —suspiré y mi amigo hizo una mueca de decepción, y lo entendía, yo tampoco podía creer que estaba a punto de dejar de intentarlo.
—Creo que todavía tienes una oportunidad con Aries —mencionó y vi que su mirada estaba posada en algún lugar detrás de mí, así que, volteé y vi como la ariana entraba con la cabeza gacha a la clase de Fránces—. Ve a sentarte con ella, está sola.

Volví a mirar a la chica que me traía loco desde la primera vez que escuché su risa hacía más de tres años, aunque, últimamente, casi ni se escuchaba desde que empezó a salir con el leonino.

Tomé mis cosas y me acerqué hasta donde estaba ella. Carraspeé para que notara mi presencia y se quitó los auriculares de sus orejas.

—¿Puedo sentarme contigo? —pregunté en tono amigable, ella me miró y pude notar un leve morado bajo su ojo izquierdo que trató de ocultar con maquillaje.
—Quiero estar sola, Cáncer —gruñó por lo bajo y yo seguí parado a la par de su mesa.
—Y yo no te quiero dejar sola —sin más, me senté a su lado y ella me miró ceñuda—. No quiero molestarte...
—Entonces, vete —espetó de mala gana, interrumpiéndome e hice caso omiso a sus palabras.
—Pero, tenemos que hacer la tarea juntos —finalicé mi frase anterior y Aries me miró confundida.
—¿De qué hablas? —Vamos progresando, por lo menos ahora no me gruñía.
—De eso —señalé la pizarra llena de pautas para hacer un trabajo de investigación por parejas—. Y somos los únicos que no tienen pareja.
—Debe ser una broma —la ariana volteó a ver a todos nuestros compañeros, y al parecer, comprobó que tenía razón por su ceño fruncido.
—Si quieres, lo hacemos en mi casa —ella abrió los ojos como platos y me sonrojé en muy pocos segundos, todo un récord, Cáncer—. ¡La tarea, Aries! ¡Estamos hablando de la tarea!
—Si, lo sé —su risa resonó por todo el salón y podía jurar ciegamente que era melodía para mis oídos.

(...)

Tres meses después

Pasó el tiempo y con el correr de los días, me volví más unido a Aries.

—¡Cáncer! ¿Por qué no quieres subir a la montaña rusa? —cuestoonó y miré la atracción. La invité al parque de diversiones y me sentí muy feliz cuando aceptó, pero eso de sentir mis niveles elevados de adrenalina no me hacía mucha gracia—. ¡Es muy divertido!
—Para ti es divertido, yo...
—¿Tú, qué? ¿Le tienes miedo? —sonrió de lado, provocándome y me sentí cobarde.
—Pff, claro que no —me reí nervioso y ella enarcó una ceja divertida.
—Entonces, ¡vamos! —Tomó mi mano y me arrastró al juego.

Minutos más tarde

—No pensé que fuera a suceder esto —dijo mientras frotaba mi espalda. Sí, estaba vomitando en un cesto de basura, esa es la razón por la que odio las montañas rusas—. Te llevaré a casa —me limpié la boca y negué con la cabeza—. ¿Cómo que no? ¡Te ves fatal!
—Gracias por preocuparte por mi pero, te invité para divertirme contigo, no para que te sientas culpable —le sonreí para que se quedara tranquila y ella miró mis ojos con cierto brillo que no supe identificar.
—Trato de ser buena persona —entrelazó nuestros brazos con una firme sonrisa en su rostro y comenzamos a caminar hacia la salida—, así que, nos vamos.
—Veo que no podré cambiar tu decisión —la vi asentir y detuve mis pasos—. Pero, vamos a mi casa con una condición.
—Depende —entrecerró sus ojos, desconfiada y sonreí.
—Que te quedes conmigo —dije y Aries logró que su sonrisa llegará a sus ojos; una sonrisa de verdad.
—Trato hecho.

(...)

Un mes después

Narra Aries

Leo me obligó a venir a una de sus tantas fiestas con sus amigos hipócritas y me encontraba cerca de la barra de tragos cuando mi ebrio novio se acercó a mí.

—Bebé, ¿quieres bailar? —Me estremecí al sentir el susurro del leonino y me alejé de golpe.
—No —contesté seca y se rio descaradamente—. Terminamos.
—Creo que no lo entendiste, Aries —su mano rodeó mi muñeca con fuerza y solté un quejido de dolor—. A mí nadie me rechaza.

Me arrastró hasta la pista de baile y me tomó con fuerza de la cintura mientras intentaba besarme pero yo trataba de alejarme lo más rápido de él.

—Suéltala —giré hacia mi derecha y me encontré con Cáncer, más serio de lo que jamás había visto.
—Tú no me vas a dar órdenes —se rio el estúpido de mi novio y lo miré molesta.
—Si así lo quieres —murmuró el canceriano y le propinó un fuerte golpe a Leo en su mandíbula, logrando que me suelte y mi ex quedó tendido en el suelo.

Sonreí y sentí como la mano de Cáncer se entrelazaba con la mía, al mismo tiempo que tiraba de ella para correr más rápido.

Nos detuvimos al llegar en mi casa y cuando soltó mi mano, sentí un extraño vacío.

—Gracias —dije para romper el silencio entre ambos y sonrió—. Eh, ¿quieres pasar?
—Si no es molestia —sonreí amable e insistí para que pasara él primero, y así lo hizo—. Que bonito es tu hogar.
—¿Tú creés? Sólo tiene un poco del toque de Aries —guiñé un ojo en su dirección y escuché su risa.

Lo conduje escaleras arriba para que saliéramos al balcón a disfrutar lo que quedaba de la noche.

Nos sentamos en el piso del balcón y observé como él miraba las estrellas con atención.

No era ciega; sabía que a Cáncer le gustaba pero... sentía que él se merecía a alguien mejor que yo.

—Pues, no lo vuelvas a sentir —comentó de la nada y lo miré incrédula.
—¿Qué? —balbuceé y posó su mano sobre la mía. ¿Acaso había pensado en voz alta?
—Yo te quiero a ti, Aries —entrelazó nuestros dedos y me miró con sus brillantes ojos color esmeralda—. Te quiero con tus defectos porque no te preocupas por mostrarte tal cual eres.
—¿Me quieres? —Maldita inseguridad. Se rio y me acercó a él para que mi cabeza descansara en su hombro.
—Es más que un simple querer —sonreí al escucharlo susurrar aquello y miré nuestras manos juntas.

Todo este tiempo, ignoré a Cáncer y tuve a la persona equivocada a mi lado, he sido una idiota.

—Todos cometemos errores —giré los ojos y bufé.
—Deja de escuchar mis pensamientos —reímos al unísono y besó mi cabello.
—Sólo quiero que me dejes demostrarte que puedo tratarte mejor que él —reí y lo abracé, todos deberían tener un Cáncer en sus vidas, y no, no me refiero a la enfermedad, no le deseo el mal a nadie.
—No necesitas demostrar que puedes ser el mejor porque ya lo hiciste al no dejarme sola y seguir insistiendo —volvió a reír y me abrazó aún más fuerte.
—No me arrepiento de nada —dijo y me besó mientras que yo disfrutaba sus dulces labios.
—Podría acostumbrarme a esto —dije al separarnos y nos quedamos a admirar el cielo nocturno, sin dejar de sonreír.

A su lado me sentía segura, protegida... querida.

One shots zodiacales; [PEDIDOS CERRADOS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora